Tras publicar un EP el año pasado (Stardust Sessions) que solo incluía versiones, estaba cantado que la unión musical de Samantha Fish y Jesse Dayton debía dar lugar a un larga duración. Y ese es Death Wish Blues. Si ya de por sí la unión entre la guitarrista de Kansas City y el de Austin era interesante, de entrada, la unión al proyecto de Jon Spencer como productor del disco lo ha convertido en una de esas escuchas indispensables para este 2023. Para grabar el disco, ambos músicos se desplazaron hasta los 17 acres de Applerhead Recordings & Production en Woodstock (NY), donde llegó a residir Rick Danko de The Band. Sus compromisos hicieron que solo dispusieran de diez días para grabar todo el álbum, cosa que hicieron con el apoyo de Kendall Wind al bajo, Mickey Finn al teclado y Aaron Johnston a la batería, ocupándose ellos dos, por supuesto, de todas las guitarras. Hablamos con ambos y ahora ya solo queda esperar que les de por venir a nuestro país para presentar estas canciones.
Hay que preguntaros como se inicia este proyecto, aunque estaréis cansados de contestar a eso.
SAMANTHA: Siempre está bien recordar las buenas cosas. Jesse y yo nos conocemos hace aproximadamente 12 años. Yo iba a Knuckleheads, un garito de mi ciudad natal, Kansas City. Jesse actuaba allí un para de veces al año, y me gustaba estar atenta a lo que hacía y a su música. Nos mantuvimos en contacto por las redes sociales, como mucha gente, y me hice fan de su música. Su banda es fantástica, y me encanta la profundidad de lo que hace. Es un tipo que además ha tocado con algunas de las grandes estrellas del country y el rock and roll, ha hecho bandas sonoras, etc. El año pasado la banda llegó para actuar en Nueva Orleans y mi manager y yo fuimos a verlo. Llevábamos dos años hablando sobre hacer algo con alguien a dúo. Allí me di cuenta de que Jesse sería perfecto. También pensé que esa colaboración sorprendería a la gente.
Y lo habláis allí y os liais la manta a la espalda sin saber cómo saldrá.
S: No tanto. Fuimos más prudentes. Seguimos hablando unos días y luego nos metimos en una habitación con nuestras guitarras para ver qué salía de allí, si había feeling. Escribimos varias canciones juntos y eso acabó en un EP que ya conocéis. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que había algo que habíamos creado, y cuando Death Wish Blues, empezó a tomar forma.
Jesse siempre ha estado más cercano al country-rock y Samantha al blues-rock ¿cómo unisteis esas dos influencias?
S: No fue muy difícil. Al final no son géneros tan separados. Son estilos que se remontan a mucho tiempo atrás. Orientados a lo orgánico, a lo crudo. Con instrumentación real. Mucha música country antigua tiene la misma estructura que el blues rural. No es como intentar juntar el hyper pop y el jazz. No es una idea demasiado loca. Jesse y yo, en lo personal, tenemos, mucho en común y pensamos en la música de forma muy parecida. Tenemos gustos similares y, sobre todo, muy claro lo que queríamos de este disco.
JESSE: Samantha siempre ha sido más una bajista de blues. Yo soy más country, peor ambos conocemos y disfrutamos de la música del Otro. Samantha ha hecho canciones que son puro country rock. Los dos hemos tenido las mismas influencias. Sean los Rolling Stones, led Zeppelin o el folk y el blues más seminal.
¿Teníais claro cómo debía sonar?
S: Sí, mucho. Queríamos que tenía un cierto estilo, un sonido muy concreto. Como si tuviéramos una estrella guiándonos y juntando nuestras carreras en solitario en un punto.
J: No hemos pensado mucho en ello. Solo estábamos tratando de pasarlo bien y escribir canciones que nos gustaran desde la honestidad.
Eso lo hace un disco muy variado, con funk, soul, punk, rock and roll y, claro está, blues y country rock. Pero ¿no le hace perder algo de cohesión estilística?
J: No creo que hayamos perdido cohesión porque ambos sabemos quién es el otro y tenemos un cierto sonido. Sea cual sea el género que estemos tocando, siempre suena a nosotros.
S: Pues yo tampoco lo creo. Nos propusimos asumir algunas de nuestras influencias, pero, por ejemplo, no esperaba acabar haciendo algo de funk de los setenta. Eso fue resultado de tener un teclista increíble. Cogimos las direcciones que demandaban las canciones, y creo que ese el buen camino. Al escribir las canciones de forma original para el disco, también mantienes cierta homogeneidad. Queríamos hacer un disco de rock and roll, y creo que lo hemos conseguido. No hubo tiempo de perder cohesión.
Entonces ¿tienes la impresión de que habéis conseguido dar con un sonido unitario para en Death Wish Blues?
J: Colaborar con Samantha es de las mejores cosas que me han pasado en mi carrera. Somos muy amigos, y nunca tuve la sensación de estar compitiendo ni nada parecido. Fue una cuestión e sumar, más que cualquier otra cosa.
S: Aunque fuéramos dos artistas diferentes, siempre es difícil crear un sonido unificado, pero creo que conseguimos un buen trabajo y que no parezca solo un disco de personas distintas, cada uno haciendo la guerra por su lado. Sabíamos que esto iba a ser algo diferente a nuestro trabajo en solitario, no era un disco de Samantha Fish o de Jesse Dayton, sino una colaboración especial, que creo que definitivamente tiene sonido propio, y creo que se diferencia claramente de nuestros trabajos en solitario. En eso fue clave la figura de Jon Spencer, que nos ayudó a enhebrarlo todo un poco.
Sobre él os quería hablar.
J: Samantha y yo hemos sido fans de Jon Spencer Blues Explosion de toda la vida, y nos encanta como suenan sus discos. Son muy divertidos de escuchar y sabíamos que lograría algo diferente. Teníamos muchas ganas de comprobarlo, y creo que Jon captó lo que necesitábamos. Ël se convirtió en nuestro tercer mosquetero. Éramos Samantha, Jon y yo contra el mundo, intercambiando ideas y escogiendo la que era mejor.
S: He sido fan de Jon Spencer desde hace años. Mi manager citó su nombre cuando buscábamos un productor y me emocioné mucho. Lo vi en su colaboración con R.L. Burnside, porque soy una gran admiradora de todo el sello Fat Possum. Me gusta como unió el punk, el rock y el blues. Así que cuando lo llamé quise llevarle unas grabaciones muy sencillas de nuestras canciones, casi solo con guitarras, para hacer con él todo ese trabajo de darle forma a los temas. Él trajo al álbum el rock and roll. Quería grabar en una cinta de dos pulgadas, hacerlo en Woodstock…
Claro, grabasteis en el estudio de Rick Danko ¿qué significó eso para vosotros?
S: Ir a Woodstock y al estudio de Rick fue perfecto. En primer lugar eso implicaba estar en el bosque, donde no hay demasiadas distracciones, y para mí eso es muy importante cuando tienes tan poco tiempo para grabar un disco. Grabar en Brooklyn o Manhattan te añade un elemento más de locura y estrés que no suele ser bueno siempre. Woodstock era perfecto, había soledad y eso te hacía tener una visión muy enfocada respecto a lo que estabas haciendo. Además, saber la música que se había hecho allí era algo que te motivaba enormemente. Levantarte y ver la antigua casa de Rick Danko no tiene precio. Sabes que hagas lo que hagas allí va a haber como una especie de marca imperceptible. Creo que eso hizo que nuestro nivel de excitación fuera más grande.
Entonces, el estudio influyó en el sonido del álbum.
S: Definitivamente. Los Applehead Studios están aún repletos del equipo vintage que ha tenido toda la vida, así que cuando entramos fue como entrar en el cielo de los amplificadores. De hecho, no llevamos un arsenal de guitarras con nosotros, como otras veces, sino que confiamos en poder sacar todo el sonido que guardan esas maravillas. Aunque no solo fue un tema de guitarras. He visto un teclado configurado como nunca lo había visto en un estudio. Todo sonaba increíble.
Eduardo Izquierdo