Destacaba en la crónica de The Cult la semejanza estilística que había entre los asistentes y destaco del concierto de Siouxsie de anoche la disparidad que había entre los asistentes. Entraba la tarde en su ocaso cuando empezaba la acción en el Botánico. Camisas floreadas propias de la época se mezclaban con atuendos totalmente negros que aún actualmente representan uno de los nichos más inclusivos que ha existido. Venía Siouxsie, la reina punk, tras una década de ausencia, y había que ponerse las mejores galas para recibirla.
Un par de horas antes las angelinas Warpaint comenzaban su show. Conozco a más de dos y a más de tres personas que estaban más interesadas en ellas que en la protagonista de la noche y no puedo decir que me extrañe. Warpaint posee un magnetismo único que convierte sus casi 20 años de trayectoria en una joya. Un concierto muy apropiado, sin excesos ni florituras, donde el cuarteto lució repertorio y saber hacer. Sonaron por supuesto “Champion”, “Hips”, canciones de su último álbum, o “Undertow”, la versión de “I´m So Tired” de Fugazi o “Love Is To Die”, donde jennylee hipnotizó con sus movimientos. Aunque es cierto que el sonido que constantemente pedía Theresa Becker que subieran provocó que en ocasiones sonaran algo chillonas y que al público que estaba ahí solo por coger sitio para después ni se le pasaba por la cabeza, en un alarde total de solipsismo, que podía haber gente que de verdad quisiéramos escuchar el concierto, Warpaint cumplió en su regreso a Madrid. Ojalá vinieran más asiduamente y con gira propia, no solo a festivales.
Cae la noche y un fuerte aire da la bienvenida a una de las estrellas de esta edición. Cartel de ‘sold out’ finalmente y la banda en posición. Aparece Siouxsie y empieza “Night Shift”. La británica aparece con un reluciente vestido plateado, algo que perjudica bastante a quien quiera grabar o sacar fotos –de hecho, la propia artista negó el pase a los fotógrafos durante su actuación-. Siouxsie se contonea y saluda cordialmente a sus feligreses. Un repertorio copado de canciones de Siouxsie and the Banshees, como “Arabian Knights”, “Cities in Dust” o “Hong Kong Garden” que mezcló con las conocidas versiones de “Dear Prudence” de los Beatles o “But Not Them” de The Creatures.
Sin embargo, y tras presenciar este regreso, la sensación que me queda es que una gran parte de los presentes asistieron más por el hecho de la magnitud del evento que por el hecho de ser fans acérrimos. Era fácil llegar a esta conclusión gracias a la disparidad estilística antes comentada, pero en ciertos momentos del concierto las conversaciones personales opacaron la actuación. Y todo esto en el centro de la pista.
No me aventuraría a decir que esta es una gira de despedida, porque si el mejor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía, el de un músico es anunciar última gira. Lo que sí se vio fue a una Siouxsie que de voz anda muy justita pero que sale al escenario sabedora de que tiene que pasearse por todo el mundo para recibir ese cariño tan merecido. El cariño de un público al que, en algún momento, ayudó a encontrar sentido a su vida, a proporcionarles un lugar seguro en un mundo que quizá no comprendían. La reina underground demostró, quién sabe si por última vez, que la música nos recuerda que, si estamos aquí de paso, vamos a hacerlo cantando y bailando.
Texto: Borja Morais
Fotos: Salomé Sagüillo
(No se permitió hacer fotos a Siouxsie)
¡Qué bonito cierre!
Aunque muy justita la reseña. Ojalá la puedan complementar.
Abrazo.