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Chris Isaak, Festival ALMA Pedralbes, Poble Espanyol (Barcelona)

 

El pase está anunciado a las 21.30, y con toda puntualidad, a modo de declaración de intenciones, suena el tema de “El Hombre del Brazo de Oro”, película de 1955, dirigida por Otto Preminger y protagonizada por Frank Sinatra. El mensaje es meridiano: de la mano de Chris Isaak, capaz como nadie de hacerle justicia al legado de la Sun Records y de paso trabajar como actor en el cine, el glamour, la música popular norteamericana y Hollywood se disponen a tomar al asalto este festival, recientemente rebautizado, coincidiendo con su traslado desde Pedralbes a la montaña de Montjuich, un cambio obligado pero muy acertado observando como han adaptado las necesidades y virtudes creadas en Pedralbes durante años en este acogedor rincón, cita fundamental para la cultura musical en el verano barcelonés.

Kenney Dale Johnson saluda y se sitúa detrás de su batería. Le siguen el bajista Roly Salley (miembro, al igual que Johnson, de la banda original), el guitarra solista Hershel Yatovitz y el teclista Scott Plunkett, y por fin hace su aparición la estrella de la velada, ataviado con un traje azul adornado con lentejuelas. Lo primero que escuchamos es “American Boy”, seguido de “Somebody’s Crying”, y por primera vez Chris Isaak se dirige al público: “Quiero agradeceros que hayáis venido hasta aquí para apoyar la música en directo. Si no hubierais cogido vuestros coches esta noche, estaría deambulando sin rumbo por Barcelona, completamente solo, vestido de esta guisa…”.

Como nunca lo había visto en directo, desconocía no sólo que tocara la guitarra en cada uno de los temas, sino también su faceta cómica. Sabía que lleva décadas sometiendo a sus músicos a una dieta de bromas y chistes constantes, pero en concierto me lo imaginaba mucho más distante y contenido, más acorde con su imagen de crooner, soñador y melancólico, inalcanzable para el común de los mortales. Muy al contrario, al menos en esta ocasión no habrá quien lo pare: “Sé que esta noche muchas personas han preferido acudir al concierto de Harry Styles, que es muy guapo y atlético. Nosotros, en cambio, prometemos ofrecer un espectáculo de nivel semiprofesional, y sacarlo adelante a base de agallas”.

Hasta el final del pase se mostrará como un showman cercano y campechano, nos dice que están eufóricos porque éste es el último concierto de la gira europea, y anuncia su intención de brindarnos un concierto especialmente largo y memorable.

Lo siguiente que hace es bajar al foso, y cantar entre el público un par de temas, “Waiting” y “Please Don’t Leave Me On My Own”. El repertorio, bien equilibrado, alterna los temas más rockeros, como “I Want Your Love”, “Go Walking Down There”, o “Speak of the Devil”, con baladas o medios tiempos como “Wicked Game”, “Two Hearts”, o “Forever Blue”, que canta sentado en un taburete, detrás de una guitarra acústica.

A ratos pienso que bandas tan buenas como esta deben de actuar cada noche a lo largo y ancho de los Estados Unidos, pero entonces Isaak interpreta “Pretty Woman”, y me doy cuenta de que al alcance de muy pocos está colar un tema de Roy Orbison, y hacer que parezca como un tema de su propia cosecha. El hombre está eufórico, dice que llevan tocando desde hace 38 años, que todos provienen de localidades muy pequeñas en los Estados Unidos, que empezaron actuando en pequeños bares, y que para ellos es un sueño poder tocar en una ciudad como Barcelona.

A propósito del autor de ”Pretty Woman”, Isaak añade que fue uno de los primeros que les brindó la ocasión de acceder a un público más amplio, que tuvieron el privilegio de telonearlo, que se portó muy bien con ellos, y el grupo arranca con “Only The Lonely”, que una vez más, suena como una canción marca de la casa.

El primero de los temas más viejos, “Dancing”, suena en el minuto 45, seguido de una canción, “Killin The Blues”, compuesta e interpretada por el bajista, Roly Salley. A continuación Isaak presenta “Blue Spanish Sky”, y confiesa que la compuso en una de sus giras por España, después de enamorarse de la dependienta de una tienda de discos. El bolo encara su recta final. Todavía nos espera una versión impecable de uno de los mayores éxitos de Elvis (“Can’t Help Falling In Love”), “Blue Hotel”, “San Francisco Days”, y “Notice The Ring”.

Para los bises, Chris Isaak reaparece con un traje plateado, y echa el resto con “Baby Did A Bad Bad Thing”, “Can’t Do A Thing To Stop Me”, “The Way Things Really Are”, y una versión de “I’ll Go Crazy” de James Brown.

La gente se dirige ordenadamente hacia la salida. El espectáculo ha sido, en efecto, memorable, y la velada perfecta, fresca y evocadora, como suelen ser las noches de verano en que hay concierto en Montjuich, en la Plaza Mayor del Poble Espanyol. Algunos salen del recinto mejor acompañados que otros. De manera casi inevitable, las canciones de Chris Isaak hacen pensar y mucho en la complicada cuestión del amor. Él mismo afirma no haber sido capaz de sostener ninguna relación a lo largo del tiempo, y como si no resignara a aceptar la soledad, sigue empeñado en cantar sobre corazones rotos, desencuentros y desengaños.

Ya lo ha dicho al presentar el tema de Elvis: “esta canción es perfecta para que os abracéis los que habéis venido en pareja, y para que los que no tengáis esa suerte, os preguntéis por qué diantres habéis venido solos”.

Texto: Alex Fernández de Castro       

Fotos: Sergi Fornols    

 

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