Faltaba este forajido en la lista de artistas de country que decidieron rendir tributo a Harlan Howard, uno de los grandes del género ubicado en Nashville. Si sus temas han sido versionados en un sinfín de ocasiones, tipos como Buck Owens o Waylon Jennings dedicaron álbumes enteros a revisar su cancionero. Nelson, que parece decidido a exprimir hasta la última gota su talento y su vida lo hace ahora, a los noventa años, escogiendo con tino las canciones que mejor se adaptan a su actual potencia vocal, rodeado de unos arreglos a la medida. Nada excesivamente sorprendente, todo ceñido a un sonido cálido, plácido y relajado, pero sin ninguna laguna que manche el expediente. No intenta pisar el acelerador, para qué: su tierna voz fluye con naturalidad mientras hace suyos clásicos como «Busted», una incombustible «Streets of Baltimore» baja de revoluciones o dos de las piezas que Howard escribió precisamente junto a Owens, «Tiger by the Tail» y «Excuse Me (I Think I’ve Got a Heartache)». Sus acompañantes, solventes, se adaptan como guante de seda a las cadencias escogidas, recordando a lo ofrecido en su anterior trabajo, el reciente A Beautiful Time. No se puede pedir más: el disco no logrará hacer subir la excelente nota media de su discografía, pero resulta mucho más interesante que las últimas salidas de tono de Neil Young, por ejemplo. Saber envejecer así y apostar por seguir en contacto con sus seguidores manteniendo este nivel es digno de aplauso, pese a su horrenda portada. No le hagan caso, el contenido es mucho más que digno.
ALFRED CRESPO
