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Blues en la encrucijada: entrevista con Selwyn Birchwood, un rebelde en la galaxia del blues

Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y qué blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.

Después de una década de trabajo constante y de giras interminables por medio mundo, Selwyn Birchwood se ha consolidado definitivamente dentro de ese selecto grupo de músicos jóvenes que están revolucionando la esencia del blues desde los márgenes de la industria discográfica. Para ellos y ellas, el pasado es una fuente de inspiración inagotable, el presente se escurre entre sus dedos con la urgencia de quienes sueñan con cambiar el mundo influidos por el movimiento #BlackLivesMatter y el futuro todavía es demasiado brillante para poder apreciarlo con la claridad que merece. Aprovechando que acaba de presentar el disco Exorcist (Alligator Records), hemos hablado con este virtuoso guitarrista de Florida para conocer detalles de su apasionante carrera, descifrar sus influencias y sumergirnos en este lanzamiento que rompe los esquemas de la música de tradición afroamericana para transportarnos, una vez más, a la mítica galaxia del blues.

Te propongo empezar por el principio. Naciste en Orlando (Florida) en 1985 y empezaste a tocar la guitarra siendo adolescente. ¿Cómo recuerdas aquella época en esa ciudad tan turística?

Crecer en Orlando fue una experiencia bastante tranquila. La mayor parte de la ciudad está formada por suburbios y centros comerciales, por este motivo podríamos decir que no tiene una cultura tan significativa como la de otras grandes ciudades del país. Cuando era niño, enseguida me di cuenta de que tenía que crear mi propia diversión y entretenimiento porque mi familia no tenía demasiado dinero. Pasaba mucho tiempo jugando en la calle y en el bosque, a menudo descalzo, incluso cuando era un crío. Mi hermana siempre me gritaba para que me pusiera los zapatos y me decía que me cogería anquilostomiasis, una infección causada por parásitos.

En diversas ocasiones has comentado que Jimi Hendrix fue tu primera influencia musical, pero que tu vida cambió por completo al asistir a un concierto de Buddy Guy. ¿Cómo fue la experiencia?

¡Exactamente! Ver a Buddy Guy en directo cuando tenía 17 años fue como tener una epifanía de lo que haría el resto de mi vida. Recuerdo de manera muy clara despertarme varios días después del concierto preguntándome qué era eso que había experimentado. Como puedes imaginar, era algo completamente diferente a todo lo que había visto u oído hasta ese momento. En cierto modo podría decirse que he acabado cerrado un círculo porque esa fue la primera vez que vi a Buddy Guy en directo y, dos décadas después, he tenido la oportunidad de trabajar con su productor. Incluso he actuado en él y con su banda en diversas ocasiones.

La leyenda cuenta que conociste por casualidad a tu vecino, el legendario bluesman Sonny Rhodes, y que te aceptó en su banda. ¿Qué aprendiste en aquellos años recorriendo los Estados Unidos?

Una de las cosas que Sonny siempre hacía cuando estábamos de gira a lo largo y ancho del país era animarme a que fuera yo mismo. Me decía que no existe ese concepto de ser “el mejor», pero que podía ser mejor que nadie siendo Selwyn Birchwood y que debía esforzarme para saber cuál era mi verdadero sonido. Y eso fue lo que hice. Hoy confío plenamente en mi último álbum, Exorcist, porque es el mejor ejemplo de mi sonido. No creo que encuentres a ninguna banda en ningún rincón del mundo que suene igual que nosotros ahora mismo.

Aunque dejaste de tocar él para seguir estudiando y recibiste un MBA por la Universidad de Tampa…

Debes tener en cuenta que el 99% del trabajo de un músico es el negocio de la música. Si no eres un experto en tu negocio, apenas importa lo buen músico o artista que seas. El negocio y el arte son inseparables.

En 2011 autoeditaste y autoprodujiste el álbum FL Boy, que te abrió las puertas a actuar en diversas ciudades norteamericanas. ¿Qué recuerdos tienes de tu etapa como artista independiente?

Recuerdo la emoción de entrar al estudio a grabar por primera vez. Mi ambición era escribir y grabar mi propia música y las cosas no han cambiado. ¡Esa sigue siendo mi mayor ambición! Me enorgullezco de componer canciones en lugar de regurgitar la música de otras personas. Creo que tocar un montón de versiones en directo es engañar al público. No hace falta demasiado esfuerzo para que a alguien le guste una canción que ya conoce y que, además, le gusta. La magia consiste en poner tu propia creatividad e imaginación al servicio de la música. ¡Por este motivo antes se referían a los músicos como artistas! Creo que el arte se pierde cuando la actividad que realizas se convierte en una simple fórmula. Como esos niños que colorean dibujos mediante indicaciones numéricas.

Tres años después, grabaste para Alligator Records el álbum Don’t Call No Ambulance. ¿Cómo convenciste al presidente de la discográfica para que te diera una oportunidad?

Conocí a Bruce Iglauer en el International Blues Challenge de Memphis en 2012. Él estaba muy intrigado por ver cómo sería la actuación de mi banda en la fase final de la competición, aunque ese año no ganamos. Cuando volvimos al año siguiente, quedamos los primeros y yo incluso gané el premio Albert King al mejor guitarrista de la competición. ¡Creo que ese triunfo confirmó su idea de ofrecerme un contrato discográfico!

Ahora acabas de presentar el álbum Exorcist, que te ha permitido trabajar con el aclamado productor Tom Hambridge. ¿Puedes compartir alguna anécdota sobre la grabación y el primer sencillo?

Mi manera de entender la música pasa por conectar con la tradición a través de un enfoque moderno. El objetivo que persigo es unir la narración de las canciones y el alma de la música a través de una perspectiva actual. Eso es lo que se desprende al escuchar Exorcist. En referencia a «Florida Man», el primer sencillo extraído del disco, quería simplemente mostrar algunas vertientes de la personalidad tan alocada y salvaje que puedes encontrar en mi estado natal. No hace falta ser demasiado observador para darse cuenta de los personajes tan variopintos que hay aquí abajo y que aparecen a diario en los titulares de la prensa.

Otra canción destacada es la autobiográfica «Underdog». ¿Crees que los músicos de blues actuales están más abiertos a hablar de los problemas sociales que los de generaciones anteriores?

Creo que esa necesidad de hablar de los problemas sociales o raciales ha formado parte de esta música desde el principio. Lo que me atrajo del blues cuando lo escuché por primera vez fue, precisamente, su honestidad. Muchas veces las canciones toman forma de oraciones y se convierten en llamadas a Dios. Me parece muy deshonesto que alguien suba a un escenario para repetir la oración o la plegaria de otra persona.

Para terminar, quería preguntarte por tu tendencia a actuar descalzo. ¿Podríamos decir que es un ritual?

Siempre me he sentido más cómodo, descalzo y, de alguna manera, he acabado actuando así cada vez que subo a un escenario. Creo que, en algún momento, “Jack Daniels” decidió que yo ya no usaría zapatos para actuar y esa idea se me quedó grabada a fuego.

David Moreu

Foto 1: Marilyn Stringer

Foto 2: Ivy Neville

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