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The Lemon Twigs – The Electric Ballroom (Londres)

 

 

 

Aún recuerdo como si fuera hoy el año entero que me pasé cagándome en la puta madre de estos dos, hace casi diez años ya. Casi a diario. Londres estaba empapelada con su foto. La veía en el metro, en las paradas de autobús… me perseguía. Y me hacía presagiar lo peor. No me invitaba nada, nada, nada a escucharlos y sí a insultarles internamente mucho, mucho, sin haber oído ni una sola nota de lo que hacían.

Me daba la sensación de que eran un par de chavales, con unas pintas imposibles de asimilar para mí en aquel momento, a los que habían puesto de repente en un pedestal y seguramente nos fueran a torturar con algún tipo de pop sintético y estúpido hasta que pasaran de moda y nos tocara aguantar el nuevo descubrimiento de los iluminados que deciden lo que triunfa y lo que no. Joder, ¡qué equivocado estaba! Sobre todo, considerando que no escucho la radio, ni veo la tele, por lo cual, ¿cómo coño me iban a mí a molestar estos dos? Uno es así de gilipollas a veces, ¿qué le vamos a hacer? Comencé a oír comentarios muy positivos sobre su música y claro, si solo por una imagen fuera yo a desestimar recomendaciones de gente a la que considero muy fiable, no sería solo gilipollas, tendría algún tipo de problema cognitivo más grave, considerando que me gustan Sweet, Kiss, los Roxy Music con Brian Eno, o muchos artistas con una imagen ante todo llamativa y, simplificando y subjetivando, hortera de cojones. En fin, que estoy hablando de reacciones irracionales y primarias que luego no dejan de ser una buena razón para cuestionar lo primate que puede ser uno cuando salta inmediatamente solo por lo que le entra por los ojos.

 

Cuando los escuché quedé bastante impresionado, sobre todo considerando la reacción casi alérgica que había sentido al principio debido a mi estupidez supina ocasional (y recurrente, he de admitir). Pop, por supuesto, pero no sintético e insustancial. Esto era artesanía pura. Me traía a la cabeza inmediatamente a Todd Rundgren, Badfinger, Big Star, The Kinks o Cheap Trick. Era pop tocado con instrumentación de banda de rock’n’roll y una calidad compositiva imposible de negar.

Ahora adelantemos más aún. Ya me considero admirador de sus trabajos y ya sé que vienen bien preparados casi desde la cuna. Hijos de músicos, afilando los dientes en musicales y tocando instrumentos desde que casi no sabían ni hablar. Se plantan en el bachillerato y deciden formar esta banda de la que ahora hablamos y ya todos conocen. Y ahí meten todo lo que llevan en la cesta…pop, rock, progresivo, psicodelia, musicales… y ahí te los encuentras encima de un escenario y te sueltan todo eso delante de tu cara, y te lo tocan como quien va a comprar el pan. Y obviamente no hablo de que lo hagan sin pasión, es que lo hacen con toneladas de ella, pero como si no les supusiera el más mínimo esfuerzo canalizarlo, porque les corre por las venas desde que nacieron. Unos músicos como catedrales de grandes, defendiendo composiciones tremendamente complejas, pero a la vez con tal carga melódica y tan bien estructuradas y compuestas que te cuesta ver la que hay ahí montada. Creo que no es exagerar en demasía considerar a Brian y Michael D’ Addario prodigios. Brian te deja ya boquiabierto con la Gretch de doce cuerdas que toca durante la mayoría del concierto, pero cuando coge el bajo se marca unos momentos John Entwistle que te hacen pensar: “Ah, vale, eso también lo dominas en el terreno de la excelencia”.

Y su hermanito, que se había tirado medio concierto con la Gibson SG atronándonos con un muy buenos riffs y solos, se coloca detrás de la batería y… ¡madre mía! Excelencia también. No solo sigue el ritmo, está tocando como un batería de prog rock, haciendo ritmos muy complejos como si estuviera peiéndose. Aquí hay que introducir a los otros dos componentes de la banda, que les siguen a la perfección y también cambian de instrumentos como quien cambia de muda. Will Berham es el batería que, cuando Michael se pone a los tambores, agarra la SG y toca como si ese fuera su puesto normal. De esta guisa tocaron «Only A Fool», que fue el momento más prog rock de todo el concierto con diferencia. Tanto Will como Michael estaban haciendo auténticas virguerías no gratuitas con el instrumento que se supone no es el suyo, y eso sonaba a Yes, Todd Rundgren, Genesis…un descoloque de cojones. Y James Richardson, ¡joder!, ¡vaya bajista! Y también con la bala en la recámara de cambiarse al órgano cuando coge el bajo Brian. Lo mismo, lo mismo. Todo muy, muy bien tocado, y con una facilidad insultante.

Ya para despedirnos, Brian se queda solo en los bises con la guitarra acústica para tocar un par de temas de su último álbum, «When Winter Comes Around» y «Corner Of My Eye» y ya está todo más que claro. Puede defender en directo todo lo que quiera. Está claro que va sobradísimo de voz y de técnica muy variada (ahora está dándole al folk/finger picking a lo Richard Thompson como si nada) con la guitarra.  Se despiden con «Rock On» y «As Long As We Are Together» y yo me quedo con la sensación de que aún hay bandas jóvenes y exitosas que te hacen sentir que hay luz al final del túnel y no es necesariamente la de un tren que está a punto de pasarte por encima.

 

Texto. Javier H. Ayensa

Fotos: Galli Martini

 

 

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