Cantaba Bille Holiday que «te voy a querer, nene, llueva o haga calor», unos versos que sonaban a premonición de la bipolaridad meteorológica del Blockparty de Arganzuela, celebrado sobre el asfalto de la Explanada Multiusos de Madrid Río, esa zona verde de esparcimiento familiar, para hipsters con niños, que ha brotado junto al Manzanares.
El final de la primavera es siempre arriesgado y la mezcla de calor abrasador a primera hora y diluvio por la tarde tiene cierto reflejo en esa bipolaridad musical del cartel de esta segunda edición del Blockparty, uno de esos microfestivales que Heart of Gold se saca de vez en cuando de la manga en plena época de macrofestivales, como ya hiciera con el añorado Blackisblack.
Así que haciendo calor, mucho calor, se presentaron L.A. WITCH, trío angelino que rescata con inteligencia el lado más oscuro de la tradición musical de la ciudad, la que comienza en The Gun Club y termina en The Cramps, pasando de puntillas por ese submundo de cuero, erotismo y gótico californiano que mira al Pacífico con los ojos inyectados en sangre. Quizá demasiado atmosféricas para la hora de la sobremesa, es de agradecer que exploren un terreno que no suele ser frecuentado por la escena garagera.
Más eclécticos hasta el punto de lo desconcertante son los neoyorquinos MIRANDA & THE BEATS, que aun basándose en la voz de Miranda Zipse, que los orienta inequívocamente hacia el soul, terminan funcionando como una especie de mini-recopiltario Nuggets que aúna garaje, punk, R&B y fuzzismos varios. Hace calor y media banda termina el concierto semidesnuda, pero empieza a amenazar tormenta, que será la de CIVIC, tal vez el concierto más esperado del festival y a la postre, el mejor.
Ya hemos loado los logros de la banda, Disco del Mes en Ruta 66 con Taken By Force (ATO Records, 2023), que gracias a la producción de Rob Younger y la guitarra de Lewis Hodgson, con su síncopa a lo Deniz Tek, suena a ratos a versión actualizada de Radio Birdman. Aunque su querencia por el desparrame hardcore (esa pinta de guiri a punto de hacer balconing del cantante Jim McCullough, con la garganta arrasada por una larga gira) los asimila a contemporáneos como Royal Headache. No fallan desde que arrancan con «Born in the Heat» (ya hemos dicho que hacía calor), a pesar de una pequeña interrupción por una cuerda de bajo rota: si el tamaño del pogo es señal de la capacidad de conquista de una banda, CIVIC se hicieron con el tablero entero del Risk. Australia nunca olvida.
Entonces, la tormenta que obliga a retrasar los conciertos una hora y que, irónicamente, sirve de perfecta telonera para TOUNDRA, en cuyo concierto a veces era difícil distinguir los truenos reales de las guitarras de Esteban J. Girón y David López “Macón”. Siguen a lo suyo con una personalidad tal que a nadie le extraña ver un grupo instrumental de post-rock emparedado entre dos andanadas garageras: gran parte del público del festival iba a verlos a ellos, que no es decir poco.
Un preludio apocalíptico para la gran sorpresa del Blockparty, los londinenses BAD NERVES, que cogen a los Strokes de los dos primeros discos, les dan tres rayas de speed y los lanzan a un escenario que parece convertirse en un segundo en una okupa del País Vasco profundo. Energéticos, pegadizos y conscientes de sus limitaciones (quizá nunca nadie se los pondrá nunca para ambientar el salón de casa), demostraron que son capaces de conseguir eso de lo que pocas bandas pueden presumir, cerrar un festival accidentado y que la gente se olvide en un instante de las inclemencias meteorológicas. Qué gusto que sigan existiendo minifestivales así, llueva o haga calor.
Texto: Héctor García Barnés
Fotos: Ignacio Sánchez Suárez
