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BBK Bilbao Music Legends – Bilbao Arena

 

The Waterboys

Todo festival afronta un año el momento de la verdad. Dar el salto y consolidarse o tirar la toalla. O vegetar sin crecer. Y la sexta edición del BBK Music Legends ha dado el salto. Triple mortal con tirabuzón. La segunda cita consecutiva en el Bilbao Arena, bajo techo del pabellón bilbaíno, ha resultado un éxito rotundo con un elenco de artistas que han ofrecido conciertos de los de decir “yo estuve allí”. El cartel tenía una división clara: grupos locales (pero no por ellos desconocidos), otros de nivel (pero que no llegan a la categoría de leyendas) y las leyendas, que son quienes llevaron el peso y cumplieron como lo que son.

Por orden cronológico, el viernes 23 se abrió el telón. La representación local vino a cargo de Sua, The Daltonics y Willis Drummond, conjunto de Iparralde, Bayonne, País Vasco francés pero muy seguidos por estos lares. The Daltonics, con su rollo Doctor Feelgood fueron los que se llevaron más aplausos por parte de sus fieles seguidores. Y un par de grupos hicieron de puente entre lo local y los grandes. Nikki Hill, felina y rockera, se ganó al público merced a su propuesta Soul, rockera y con toques de Blues. “Justa can´t trust you” y la inicial “Get down crawl” destacaron en un repertorio movido en el que se marcó una versión del “Everytime I see you I go wild” de Stevie Wonder. Y la Vargas Blues Band a lo suyo. Ya conocemos la trayectoria de Javier Vargas, sus amistades, su nivel y su hiper actividad. Lo mejor que se puede decir de él es que es un guitarrista descomunal que hace que luzca la canción, no que la canción esté hecha para su propio lucimiento. Que no es poco. Buen concierto, en su línea.

The Daltonics

Y tiempo para las leyendas del viernes. Uli Jon Roth, hacha de los primeros cuatro discos de Scorpions ofreció un despliegue guitarrero de diferente calibre. De retazos protometaleros (hasta entonces lo más fuerte que se había escuchado) a divagaciones misticistas de evidente cariz progresivo. Con la melena cana al viento del ventilador y con una gorrita que firmaría el mismísimo Capitán Nemo, exploró las posibilidades de su instrumento con pasajes psicodélicos y punteos propios de otras épocas. Destacaron temas como “Sun in my hand” o “Don´t tell the wind”, canciones que 9 de cada 10 menores de veinte años no apreciarían ni entenderían en siglos.

Y tiempo para el cabeza de cartel de la primera jornada, The Cult. Y ya sabemos que con Ian Astbury podemos esperar dos cosas: o el brillo rockero deslumbrante en un concierto intenso o todo lo contrario (recuerdo un Azkena en el que casi mejor no haber estado. Por cierto, en 2017 también coincidieron en Vitoria The Cult con Chris Isaak). Y el chamán optó por salirse, tremendo y carismático como sólo él sabe, pañuelo, pandereta y chorro de voz. Conciertazo, en una mini gira española que no ha decepcionado a nadie. Y qué decir del repertorio, basado en sus clásicos y con tan sólo un par de temas de su nuevo trabajo. “Sweet Soul Sister”, “The Witch” (mi favorito con mucho, raro que es uno), “Lil´ Devil”, “Wild Flower”, “She sells Sanctuary”… Vamos, un derroche de riffs, volumen y magnetismo. Cerraron con “Love removal machine” con los “Baby, baby, baby” de los coros resonando en el pabellón del Bilbao Basket. Lo único que sobraron fueron sus ganas de escuchar el argentinizado “Oé oé oé” del público, el “Ándele, ándele” como si esto fuera Guanajuato y el “Campeones campeones”. Cómo les gusta a los británicos el rollo pasional del público de por aquí. Aún así todo se le perdona visto lo ofrecido.

The Cult

Y el sábado más… y mejor. La mala noticia de la suspensión a última hora de Canned Heat hizo que Luke Winslow-King (con su escudero Roberto Luti) tuviera que doblar show, en el escenario principal y más tarde en el exterior. Gran doblete, tirando de su blues intimista, semiacústico e intenso, mano a mano como si fuera “Deliverance” pero sin banjos. Un éxito total para el prolífico Luke, que ya había girado por España en noviembre. También dobló Lorelei Green, una de las voces femeninas con banda más importantes de la escena local, muy querida y apoyada. El festival lo cerró la Cowgirl Nikki Lane, apoyada por una banda estatal de gira por aquí, country que se hizo quizás algo pesado por la acumulación de conciertos (y por actuar detrás de Chris Isaak). Actuación muy plana y monocorde, en la que destacaron temas como “Highway Queen” o “Denim and Diamonds”.

Y los dos grupos que triunfaron sobre todos (incluso The Cult, podría decirse) fueron The Waterboys y Míster Isaak. Los primeros descargaron un set intenso, poderoso y de los que tocan la fibra. No había visto yo en directo a Mike Scott y sus compinches tan entregados nunca y eso que siempre he visto actuaciones espléndidas, aunque ya no esté entre ellos el violinista Steve Wickham. Once temas en poco más de setenta minutos, ni uno sobrante, ni uno frío. Al no ser su gira y actuar en un festival hay que escoger bien los temas y los éxitos clásicos son obligatorios.

De lo más nuevo y potente el single de 2019 “Where the action is”, pero la base fue lo que se quería escuchar sí o sí. Joyas como “Fisherman´s Blues”, “The Whole of the Moon” o “Medicine Bow”. El intimismo de “This is the sea”, la acústica “In my time of earth” o la apoyada por los teclados “A girl called Johnny”. Pero lo más grande del concierto (y para mí de todo el festival), fue la tremebunda “The Pan within”, con intro y outro de “Because the night” de Patti Smith. A lágrima viva, sin vergüenza y con el corazón encogido, así lo vivimos. Momento de no olvidar jamás y compartir con seres muy queridos.

Chris Isaak

Y descomunal también Chris Isaak. Un hombre de otra época, esa que todos conocemos de ver en películas y que forma parte de nuestro colectivo cultural. Un caballero que se rige por otros parámetros estéticos, musicales, sentimentales y morales. Y que cautivó a todo el público. Con un sonido potente y su grupo (que lleva toda la vida tocando juntos) dejaron claro que es una leyenda a la que quizás, y vete a saber por qué, no se le mete en el saco de otros nombres por todos conocidos. Abriendo con “American Boy”, interpretó veintidós temas, con un paseo hasta la mesa de mezclas mezclado entre un público ya cautivado por su magnetismo, para cantar “Waiting” y volver interpretando “Don´t leave me on my own” para deleite de damas y caballeros encantados de ponerse a su vera.

La esperadísima “Wicked game” llegó pronto (quizás para centrar la atención en otros temas que le hará más ilusión tocar) y también homenajeó a otras leyendas (otras, como él) con un par de canciones de Roy Orbison (“Oh, Pretty Woman”, “Only the lonely”) más “Forever Blue” y la clásica y cantada por el público, “Can´t help fallin´ in love”, ambas del Rey Presley tras comentar que no hay que tener miedo de mostrar el amor a los demás, la vida es demasiado corta y rápida. Hagámosle caso a pesar de los riesgos.

La melancolía de “Blue Hotel”, el mix de “Baby did a bad bad thing”, el tema principal de James Bond y “Bye bye Baby” (con el escenario asaltado por peligrosas mujeres de la Villa) y la fronteriza “La tumba será el final” de Flaco Jiménez iban cerrando una actuación mágica. Hasta sacó su atuendo de lentejuelas brillantes, como se le espera y casi exige. Final con “The way things really are” y punto. Ochenta y dos minutos viviendo en una película de la que no apetece salir. Éxito rotundo del BBK Bilbao Music Legends. Y mucho hay que trabajar para superar esto.

Texto: Michel Ramone

Fotos: Dena Flows

 

 

 

 

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