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Azkena Rock Festival 2023 – Vitoria

The Soundtrack of Our Lives

 

 

Muchas veces se dice que ir al Azkena es como volver a casa. Y, sin duda, así es. Y es que las campas de Mendizabala, la plaza de La Virgen Blanca y Gasteiz se han convertido, ya desde hace muchos años en un segundo hogar para los y las amantes del rock, una cita ineludible marcada en rojo en el calendario, tres días en los que lo único importante, a diferencia de lo que sucede en otros festivales, es la música. Así que, aquí estamos de nuevo para contar cómo ha transcurrido esta nueva «vuelta al hogar”.

Liher inauguraban esta edición, mientras el público a esas horas todavía buscaba la sombra desesperadamente. Sin embargo, la banda gipuzkoana, con su eléctrica líder Lide Hernando al frente, decidieron que no íbamos a dejar de sudar, y con su mezcla de stoner y soul rabioso, consiguieron que su bolo se convirtiera en uno de los mejores inicios azkeneros que se recuerdan. Un aperitivo de lujo para la que se venía, empezando por esa maravillosa rareza, que son Os Mutantes, que no decepcionaron en absoluto y dieron un concierto variado y desbordante de clase y estilo personal.

Tampoco defraudó Steve Earle, que valiente como siempre, se atrevió a repasar su repertorio en formato solista, tocando guitarra y mandolina, en un concierto sobrado de emoción, y en el que dejó claro su estatus como gran referente del rock americano, con un prometedor inicio en el que reinterpretó a su manera a The Pogues en «If I Should Fall From Grace With God», nos ofreció momentos luminosos en temas como «The Devil’s Right Hand» o «Feel Alright», y sobre todo, emocionó con el recuerdo a su hijo Justin Townes Earle en «Harlem River Blues», que llegó casi al final de un concierto arrollador que concluyó con dos de los grandes éxitos del músico de Virginia y que no podían faltar: «The Galway Girl» y «Copperhead Road», y que tal y como pudimos comprobar, no pierden un ápice de su fuerza en este formato minimalista.

Rancid

Pero si hablamos de referentes, ¿qué decir de El Drogas? El músico navarro, junto a una banda que funciona como un reloj, repasó las canciones de Barricada en el 40 aniversario de la banda que le convirtió en leyenda del rock estatal. Y es que, que levante la mano el que no empezara a engancharse a este veneno del rock, con las canciones del grupo de la Txantrea: «Rojo», «Campo amargo», «Animal caliente», «No hay tregua»… pues eso.

Después de este ejercicio de nostalgia casi adolescente, fuimos en  busca de nuestra dosis de punk oscuro con Lydia Lunch Retrovirus, proyecto en el que la genial artista multidisciplinar se hace acompañar de tres músicos excelentes –lo del bajista fue increíble- para regalarnos uno de los mejores conciertos de una jornada que iba tocando a su fin, con la actuación de Rancid, quienes se reivindicaron como los grandes supervivientes de la generación punk rock de los 90, como demuestra el hecho de que, mientras unos, como NoFX, se encuentran en su gira de despedida, y otros como The Offspring sobreviven dando conciertos casi verbeneros, ellos acaban de publicar un discazo como Tomorrow never comes  del que, por cierto, sonaron unos cuantos temas, intercalados con imprescindibles de siempre como «Ruby Soho» o «Time Bomb», entre otros.

Monster Magnet son desde hace décadas clásicos de la programación del festival, y su concierto a última hora del jueves tuvo mucho de ritual. No solo por su búsqueda de la hipnosis musical, especialmente en su primera media hora, sino por esa sensación de retorno al pasado que generó un pase basado en su repertorio clásico, conscientes de que sus últimos trabajos ya no son lo mismo. Es posible que hayan estado mejor en otras ocasiones, pero siguen siendo uno de los grupos más especiales de su época.

El viernes llegamos justo al final del concierto de Cordovas, antes de pasarnos por nuestro garito favorito, el Trashville, para sudar al ritmo de unos siempre divertidos Tiki Phantoms. La tiki conga nos llevó de nuevo al exterior para sorprendernos con el rock 50´s de The Guapos, antes de ir a ver a Pretenders, que respondieron a su papel de cabezas de cartel, y supieron hacer un concierto efectivo, mezclando sus grandes himnos pop como «Don´t get me wrong», «I´ll stand by you», o «Brass in pocket», con inapelables trallazos rockeros, con los que, yo al menos, creo que se disfruta mucho más de la banda, sobre todo por la actitud de una de nuestras divas favoritas: Chrissie Hynde. Sólo un pero de este concierto: ¿el volumen sonó un poco bajo?

Pretenders

A continuación, Caléxico consiguieron lo que hace algún tiempo habría parecido imposible: miles de rockeros bailando cumbia, mezclada con sus característicos ritmos fronterizos, en un concierto notable, que precedía al de unos Incubus imponentes, que ofrecieron un show descomunal. Lo mismo que Undertones que sorprendieron al menos pintado con mucha clase y unas canciones que se reinventan a sí mismas cuarenta años después. Nada sonó a caduco, al contrario, una lección de power-punk-pop que impactó e hizo bailar.

Tocaba ir preparando el terreno para TSOOL pero por desgracia es habitual que algunos conciertos tiendan a solaparse y esto sucedió con GWAR que comenzaban solo quince minutos antes de los suecos. Un paseo por el escenario Love era obligatorio para mantener la sonrisa y desconectar de la realidad observando el show caníbal de estas bestias pardas. Trash acelerado y sangre a raudales desde el segundo tema que por los pelos no nos salpicó, aunque dejaron buena estampa.

GWAR

Por qué nos tuviste que privar de The Soundtrack of Our Lives, Ebbot Lundberg? El retorno de la miniorquesta de rock and roll a Vitoria recordó a aquellos TSOOL triunfantes de Behind the Music, del cual extrajeron medio repertorio, aquella banda que saqueaba sin pudor a las grandes formaciones clásicas del rock para lanzarlas al siglo XXI. No hagan caso a las gafas miopes del cantante y a su forma de arrastrarse por el escenario, están en forma y fueron de lo mejor de la jornada del viernes.

La última jornada empezaba al mediodía en La Virgen Blanca, con la inolvidable actuación de un Chuck Prophet inmenso, que calentó más aún un día de por sí ardiente. Ya en el recinto de Mendizabala, y una vez pasada la tormenta que azotó Gasteiz durante las primeras horas de la tarde, descubrimos el delicado country rock de Amanda Shires, vibramos con la calidad de Ana Popovic y su banda, y nos emocionamos (y mucho) ante la lección de pundonor y de amor hacia la música de una Lucinda Williams que, a pesar de los pesares, demostró la grandeza de la estrella más querida en el ARF. Que nunca se olvide lo inmensa que ha sido, es, y siempre será esta dama.

Chuck Prophet en Plaza de la Virgen Blanca (Foto: Paco Poyato/ARF)

No es de sorprender que Ben Nichols, líder de LUCERO, terminase el concierto agradeciendo con todo su corazón al público, sorprendido por el recibimiento que había tenido un repertorio no precisamente festivalero como es el del grupo de Memphis. Un recorrido sin concesiones por sus 25 años de carrera, que no escatimó en esos densos medios tiempos marca de la casa, y que les hace merecedores de, por fin, una gira en salas después de tantos años. Que alguien se anime.

Pero, sobre todo, el sábado volvimos a sentir lo que es el espíritu del ARF, gracias a dos bestias escénicas, sobrados de carisma. Por un lado Iggy Pop, el ídolo, la leyenda… y es que aunque suene a frase hecha, es cierto que se agotan los adjetivos para definir lo que transmite la “iguana”, en cada una de sus actuaciones. Porque no hay palabras para describir el concierto del tipo que mejor ha sabido representar la imagen del rock en toda la historia, un show en el que, acompañado de una banda de muchos kilates, supo dar a la gente exactamente lo que pedían, pero adaptándose a un formato aparentemente jazzy, compuesto por una sección rítmica de bajo y batería, dos guitarristas infalibles, vientos y coros, que hace que, sus canciones de siempre ganen más peso, aunque pueda parecer imposible, y que sus nuevas composiciones se acoplen a la perfección dentro de un repertorio impecable.

Iggy

En fin, ya lo dije cuando le vi hace un año en el Kursaal de Donosti en un concierto con un repertorio muy similar y lo repito hoy: el día que el mundo se vaya a la mierda, tan sólo sobrevivirán algún tipo de insecto, las ratas… y el puto Iggy Pop, una de los iconos más grandes que nos ha dado el rock.

 

Pero si eso no es así, y finalmente no sobrevive, ahí estará Jim Jones, un valor seguro, venga con la formación que venga, porque todavía recordamos sus memorables actuaciones con Jim Jones Revue en 2010, y sobre todo, el concierto de 2018 al frente de la reunión de Thee Hypnotics. Pura energía controlada al servicio del rock and roll, en un bolo en el que, acompañado esta vez de sus All Stars, el músico inglés incendió el escenario Love, dando por finalizado el ARF 2023.

Un broche perfecto para un fin de semana perfecto. A ver si esta sonrisa tonta que se nos queda cada vez que nos marchamos de Gasteiz, hace más llevadera la espera hasta el año que viene. Ya queda menos.

 

 

Texto: Sergio Iglesias y Héctor G. Barnes

Fotos: Dena Flows

 

Lucinda Williams

One Comment

  1. Hola…en el comentario del ARF23, se indica que Pretenders tocó Brass in a Pocket, yo estuve ahí y no la escuché…a lo mejor estoy equivocado, o a lo mejor no…a diferencia del escribiente, este concierto lo encontré plano y sin brillo, de ficharme irte para casa…

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