Aunque en síntesis bastaría con hablar de pop clásico, este Holiday Camp incorpora nuevos nombres, con la belleza cómo único aval, a su ya conocido índice onomástico. El folk cósmico de los añorados Beachwood Sparks —el sello propiedad de Brent Rademaker acoge ahora a la banda tras la debacle de Burger Records—, la orfebrería polifónica de los mejores Byrds y una imaginativa visión de lo psicodélico, a medio camino entre Underwater Moonlight de los Soft Boys y Forever Changes, protagonizan unos números culminantes («Paper Cup», «Scream», «Always the Rainbow», «This Painted Sky», «Something Beautiful») que son mayoría.
Se equivoca quien considere a los Wrongs una simple nota al pie en las biografías de sus autores pues, con esta tercera entrega, el dúo que forman Jody Stephens y Luther Russell, aún sin cortar las inevitables conexiones umbilicales, extiende la emancipación de tan solemne pedigrí (Big Star, Golden Smog, The Freewheelers) gracias a una desarmante colección que vuela libre, sin más beneplácito que el propio. La honesta voz de Stephens, radiante desde su fragilidad, vuelve a ser protagonista, contrarrestando los agridulces pasajes acústicos dispuestos por el maestro Russell.
Bien parece saberlo la lujosa nómina de invitados a tan placentera convocatoria: Chris Stamey (DB’s) vuelve a ejercer de arreglista y los multinstrumentistas Pat Sansone (Wilco) y Mitch Easter (Let’s Active, R.E.M.) acomodan su talento en torno al fuego de una obra que se antoja inextinguible.
MARCE BECERRING