Al igual que ocurría con los Union, The Bluest Sky es más un colectivo de músicos que una banda al uso, grabando desde casa y poniendo el material en común en las manos de Dave Westner para que le diera la forma final en los Sidehill Studios de Plymouth, Massachussets, amén de encargarse de bajo y batería en casi todos los temas. Un colectivo que incluye nombres como los de Andy Santospago (The Blind King), Jon Nolan (Say Zuzu) o Gary Goodlow (The High Line Riders).
El resultado es un disco tan limpio, fresco y diáfano como su propio título indica. Canciones que, como hemos dicho, nos llevan -melódica y sentimentalmente- a aquel final de siglo XX, cuando en nuestra tocadiscos se alternaban sin descanso los álbumes de Jayhawks, Son Volt, Bottle Rockets, Lemonheads o los primeros Wilco. Un cambio de tercio, el de Melchin, que resulta en cierta medida curioso; cuando la mayoría de músicos tienden a apaciguar su sonido con los años, frenando el galope y tirando de sordina, él ha hecho todo lo contrario. Con la excepción de «New Berlin», un excelente medio tiempo cuyo lamento firmaría gustoso el Mellencamp de The Lonesome Jubilee, el resto del disco es pura energía, sol y campo abierto. “Quería crear música que fuera un poco más animada”, declaraba Melchin recientemente. “The Bean Pickers Union estaba un poco en el lado oscuro, con muchas canciones más lentas y centradas en las letras. Ideal para escuchar con auriculares, pero ahora quería grabar música que te haga querer conducir tu coche más rápido”. Desde la primera escucha, queda claro que lo ha conseguido.
Eloy Pérez
