Al principio este proyecto podía parecer un simple divertimento, algo que hacer mientras no hubiera movimiento en los grupos de su cabeza pensante, Ripley Johnson, y sin embargo este es ya su cuarto álbum y las canciones no hacen sino crecer. El disco entero sigue asemejándose a una larga jam entre The Flying Burrito Brothers y The Allman Brothers Band, aunque más luminosos y ligeramente psicodélicos, resultando la banda sonora ideal para una película de carretera. El título escogido es idóneo, pues tanto las melodías como las palabras nos llevan hacia el jardín soñado, ese en el que solo se puede disfrutar siendo uno mismo. Si con «Chasing Rainbows», «Slow Burn» y «Porch Boogie» recorremos asfalto y naturaleza bajo el abrasador sol, canciones como «Garden Song», «Saturday’s Gone» o «Mariposa» sonarían durante el tramo crepuscular, haciéndonos vislumbrar la posibilidad de volver por fin a casa. Sigue siendo country cósmico, pero nos gusta. Es más, nos transporta en busca de algún que otro arcoíris.
JON BILBAO