Pasamos unos días a orillas del Mersey y visitamos el Instituto de Liverpool para las Artes Escénicas (LIPA), fundado por Paul McCartney en 1996. Liverpool tiene a los Beatles y con eso es suficiente. Si vas a leer esto, te propongo un juego. Sal a la calle. O Coge tu teléfono. Empieza a preguntar: ¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza cuando piensas en Liverpool?
Ahora voy a mirarte a los ojos y te voy a decir el futuro. Varios te hablarán de uno de los equipos de fútbol más exitosos y carismáticos de la historia, con su grada enfervorecida y su legendario estadio. De The Kop y de su “You´ll Never Walk Alone”. De su rivalidad con el Everton, equipo más conocido por compartir ciudad y enemistad que por ser uno de los clubes fundadores del fútbol inglés; quizá algún otro más listo que nadie te dirá que durante el siglo XIX casi la mitad del comercio marítimo mundial pasaba por los famosos Docks, los muelles de esta ciudad portuaria a los que la estatua de Billy Fury da la espalda; puede que algún enterado de esos que siempre manda las noticias de última hora antes incluso de que se corroboren te responda que es en Liverpool donde se celebró la última edición de Eurovisión. Créeme, me ha pasado.
Nadie te hablará de su imponente catedral anglicana -la quinta más alta del mundo- ni del St George´s Hall. Tampoco del Pier Head o de la Philarmonic Hall. Por supuesto que nadie te hablará –bien- de la comida ni de restaurantes. Ve a franquicias, no te la juegues haciendo turismo gastronómico en italianos o persas. Esto último te lo sugiero yo.
LA CIUDAD DE LOS CUATRO
Ahora yo te pregunto: ¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza cuando piensas en Liverpool? Si has respondido que los Beatles, puedes seguir leyendo todo lo que voy escribiendo:
Los Beatles. Juguemos a las obviedades.
Liverpool es una ciudad marcada en la historia por cuatro personajes que cambiaron el sentido de la vida. Antes de visitarla sabía que Liverpool tiene a los Beatles y tras regresar confirmo que Liverpool son los Beatles, algo que supe en cuanto salí del aeropuerto y me di de bruces con el Submarino Amarillo encallado frente a él.
Si conoces a alguien que haya estado te hablará de los incontables lugares con música en directo y de algún garito en concreto de cuyo nombre no se acuerda. Es lo que tienen las ciudades con tanto ambiente, que a cierta hora ir de bar de bar es como intentar contar las líneas discontinuas de la carretera yendo a 200 kilómetros por hora. Sin embargo, me juego mi escaso patrimonio a que ese alguien te dirá que el garito en concreto de cuyo nombre no se acuerda está a la derecha o a la izquierda o lejos o cerca de The Cavern, “el pub más famoso del mundo” según reza su cartel. Un pub que es una réplica del verdadero, ya que el original fue derruido para construir una línea subterránea que sigue sin existir.
LIVERPOOL ES DE JOHN
Liverpool es los Beatles y Liverpool tiene a los Beatles, en presente, porque los Beatles jamás se han ido. Son universales, legendarios. Trascienden en el tiempo, nuestro tiempo, y lo seguirán haciendo hasta que éste decida pararse. No existe nadie con uso de razón que no conozca una canción ni el nombre de sus integrantes, cuya relevancia no se entiende sin su independencia individual. Amamos sus himnos y nos sentimos identificados con alguno de los cuatro porque es una buena manera tanto de conocerse como de conocer. Qué edad tienes, a qué te dedicas y de qué beatle eres.
Liverpool es de John y eso sí que resulta curioso. Desde el nombre del aeropuerto hasta la estatua apoyada frente al “otro” The Cavern. Liverpool respira esa aura inconformista que destilaba el beatle de las gafas. Fue el primero en irse de Inglaterra en busca de respuestas y murió sin saber muy bien por qué. Cuarenta años de una vida dedicada al arte subversivo, a la mezcla de belleza y rebelión como motor vital. Lennon hablaba y el mundo se agitaba. Quería encontrar la paz agotando al enemigo hasta la extenuación.
La muerte prematura es el camino más eficaz para ser inmortal, pero en esta ciudad no hay rastro de George, el eterno incomprendido, que corrió la misma suerte aunque con distintas zapatillas. Todos en algún momento de nuestra vida debemos aspirar a ser de George, pero aún no lo sabemos. Por supuesto, tampoco hay señales de Ringo, ese gran desconocido. Asumió su secundario rol desde el principio y paz y amor para todo el mundo. Un talento al servicio de un ente mayor. Tan importante es hacerlo bien como no molestar y en ese monstruo divino que eran los Beatles en su tiempo de descuento siempre supo mantenerse a un lado. Como un árbitro en un combate de boxeo. Su figura, al igual que la de George, está representada como parte de la banda en la famosa estatua de los cuatro paseando, pero no tienen su espacio propio en la ciudad que los vio nacer.
EL LEGADO TERRENAL
¿Y qué pasa con Paul? El líder para muchos. El que consiguió firmar primero en cada canción. El que ha tenido la carrera más exitosa. Al que una leyenda urbana mató antes que a cualquiera. Sir Paul.
Si Lennon tiene su aeropuerto y su estatua, dos elementos visibles y destacados a la altura del ego al que honran, McCartney tiene el Instituto de Liverpool para las Artes Escénicas. Paul siempre tuvo ese punto de discreción, de guía en la sombra. Dejaba todo el protagonismo a John de puertas para fuera, a sabiendas de que su carácter era mucho más introvertido, y se centraba en componer las que son consideradas las mejores canciones de los Beatles (como todo lo que concierne al cuarteto, esta afirmación es totalmente subjetiva, así que abstenerse si eres de John, de George o podría ser que hasta de Ringo). Por tanto, no es de extrañar que el legado que Paul ha dejado en Liverpool sea un proyecto para que otros lo aprovechen.
LIPA (The Liverpool Institute For Perfoming Arts) es, actualmente y a nivel mundial, una de las más prestigiosas instituciones dedicada a las artes escénicas, pero el edificio, que en su día fue la escuela secundaria en la que Harrison y McCartney estudiaron, a punto estuvo de convertirse en un The Cavern cualquiera, en un viejo recuerdo que rememorar con nostalgia. No entiendo la manía de Liverpool para querer acabar con todos sus lugares emblemáticos. Tras ser cerrado en 1985, el edificio estaba cada vez más abandonado y eso era algo que Sir Paul no podía permitir, así que decidió comprarlo y fundar junto a Mark Featherstone-Witty –creador de la Brit School en Londres- la escuela LIPA, inaugurada en 1996 por la reina Isabel II. En 2012 amplió sus instalaciones al comprar el Liverpool College of Art y unirlo al alma máter mediante un pasillo en el que Harrison y McCartney se reunían con Lennon al salir de los respectivos edificios donde estudiaban. Eso cuando Lennon iba a sus clases de arte y no echaba las horas en el Ye Cracke, pero ya hablaremos de eso más adelante.
Actualmente, la escuela ofrece 55 becas anuales y cuenta con casi 1000 estudiantes de 48 países distintos que dedican su tiempo a aprender todo tipo de disciplinas artísticas. En la música, que es lo que nos concierne, los alumnos estudian desde instrumentación hasta habilidades de management, negociación y creación de una imagen a través de redes sociales. En resumen, los estudiantes aprenden paso a paso los entresijos de una industria musical cada vez más compleja.
De LIPA han salido ilustres y dispares nombres como Mike Crossey -productor del primer EP de Arctic Monkeys- o Liam Lynch, músico y cineasta estadounidense que dirigió la película de Tenacious D. También dentro de estos muros se han formado artistas tan simbólicos como el nigeriano Seun Kuti, emblema del afrobeat y bandas con un solvente recorrido como The Wombats, The Staves, Fickle Friends o los noruegos Her´s. Desde músicos, productores, cineastas y actores de teatro a técnicos y diseñadores de iluminación, sonido y vestuario. Todo artista con talento –y dinero, puesto que cada curso cuesta alrededor de 2000 libras mensuales- tiene cabida en esta academia.
ESPAÑOLES EN LIPA
Estudiantes de distintos países para cualquier tipo de disciplina artística representan un valor incalculable que, unidos a la historia que respiran las paredes donde se forman, lo convierten en una experiencia única. Una experiencia en la que AIE (Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes de España) puso sus ojos en 1996, financiando programa de Becas de Estudios Musicales. Fue en el año 2000 cuando se planteó un formato vigente hasta ahora: un músico nacional viajaría a LIPA para impartir clases magistrales y para preparar un repertorio con una banda formada por estudiantes de la escuela. Tras esto, el grupo acompañará al artista en una gira por España. Ocho alumnos conforman la banda y dos se encargan de los temas de Management para llevar a cabo un concierto en la Cantina de la academia y unas semanas después cuatro conciertos por España, dentro del programa AIEnRuta. Ilustres de la talla de Coque Malla, Zahara, Jacobo Serra, Soledad Vélez, Luis Albert Segura, Maika Makovski, Javier Ruibal o Depedro han participado en este proyecto.
La vigésimo segunda artista en protagonizar este intercambio ha sido Miren Iza, más conocida como Tulsa. La cantautora guipuzcoana, que esta misma semana comienza la gira por España con la banda LIPA –7 de junio en Madrid (Sala Galileo), 8 de junio en Zaragoza (Sala Las Armas), 9 de junio en Pamplona (Sala Tótem) y 10 de junio en Vitoria (Sala Jimmy Jazz Gasteiz)–, estuvo la última semana de mayo en Liverpool, donde nos contó que “al principio estaba aterrada, no solo por el idioma, si no por el miedo a no encajar. Esto es una aventura bastante kamikaze y claro que puede salir mal. Yo soy una persona frágil por momentos. Aquí estoy siete días en los que trabajo con chavales que probablemente no conocen muchas de mis canciones. Hay miedos como el de poder sentir que se están aburriendo o que no les gusta lo que están tocando que se unen al desconocimiento de no saber cómo sonarán estas versiones de tus propias canciones, algo que siempre resulta más difícil que hacer versiones de otros artistas. Todo esto te puede bloquear, pero si te dejas conquistar por esos fantasmas no te atreves con este proyecto. Por suerte, ellos han sido encantadores y el proceso de selección ha sido el adecuado.”
Miren no participó en dicho proceso de selección de los estudiantes. Ella simplemente mandó un repertorio de canciones y puso como única exigencia el prescindir de la guitarra en ellas. “Siempre me ha gustado experimentar y cambiar. Si no hay cambios no hay estímulo ni diversión, y si no hay diversión no hay vida”. Además, reconoce que “no soy nada purista con mis canciones, y me gusta que la banda haga también la canción un poco suya”. Una experiencia arriesgada que, sin embargo, ha dejado bastante satisfecha a la intérprete. “Me he sentido orgullosa de haber escuchado de nuevo mis canciones. Son canciones muy antiguas que se defienden ante el paso del tiempo”.
REMOVIENDO LA HISTORIA DE YE CRACKE
Es viernes por la noche y Tulsa ya ha terminado su concierto en la Cantina de la escuela. La Cantina consta de un escenario que suena como muchos garitos de música en España quisieran y está decorada con fotos hechas por Linda McCartney. Desde Hendrix a Morrison pasando por Janis o los Who. La banda ha sonado de maravilla y Miren parece satisfecha con el resultado. Varios estudiantes españoles se encontraban entre el público y charlamos un rato en la cafetería de la escuela, situada justo al lado.
Hugo y Álvar dan clase de batería y guitarra pero quieren ser productores. Adoran a Daft Punk y tienen un proyecto común entre manos; Mariam escucha con atención y, por el momento, deja hablar al resto. Luego entenderé por qué. Asegura que le decepcionó bastante la clase magistral que impartió Robert Plant, ya que achacaba su éxito a la suerte y a nada más, algo que se le queda corto a una estudiante de LIPA que no llega a la veintena; Alonso es mejicano y viste impoluto. Si me dijera que duerme con corbata me lo creería. Es el Ringo de la pandilla, el que sabe mantenerse elegantemente al margen. Será un excelente mano derecha; Por último está Blanca, que tira más por Lauryn Hill y todo lo que representa: funky, soul, hiphop y R&B. Se refiere a los otros cuatro como “su banda” y no simplemente por ser colegas. Blanca es la líder de su propio grupo y, por el momento, nadie pone pegas a eso.
Ninguno de ellos ha visto aún por el recinto a Paul McCartney pero todos conocen a alguien que sí lo ha hecho. Sir Paul se pasea por su creación y por su memoria cada verano y en algunos días esporádicos. Maika Makovski se lo encontró nada más pisar la escuela. A ver quién supera eso.
Cierran la cafetería pero aún es pronto. Uno ya no sabe cuándo es demasiado pronto y cuándo demasiado tarde en el extranjero. Proponemos a los chicos ir a Ye Cracke a tomar unas pintas y a seguir con la charla y todos preguntan al unísono que dónde está eso. Me parece increíble que ese bar, situado a menos de 200 metros de la escuela, no sea la primera excursión del curso. Qué coño, que no se haga ahí la ceremonia de apertura con el orador subido encima de una de las mesas en las que Lennon se alzaba para recitar poesía.
Ye Cracke sigue conservando todo lo que el “otro” The Cavern ha perdido. Es auténtico y nada pomposo. Una casa pública del siglo XIX que mantiene toda su esencia. Una historia que se cuenta en su interior, decorado con varias fotos y una placa conmemorativa de The Dissenters, la primera banda que John montó con Stuart Sutcliffe, su mejor amigo. Qué distinto pudo ser todo.
Entramos y nos sentamos en la mesa del fondo. Estamos todos: Miren, la gente de AIE, los periodistas y la Blanca´s Band. Alguno sugiere ya incluso antes del primer trago que, si hay un bar en el mundo del que merece la pena ser echado, ese sin duda es este. No hay datos oficiales, pero cuenta la leyenda que el número de veces que expulsaron a John de clase y de este pub está bastante reñido.
Es entonces cuando Álvar propone acercarse a su casa y traer una guitarra. Vive al lado de Ye Cracke y nunca supo que existía. Supongo que es lo que tiene no leer un cartel donde ponga “el pub más famoso del mundo”. Dos minutos después ya está Álvar con su guitarra y comenta que esto parece una noche cualquiera y que van a hacer lo mismo que suelen hacer casi todos los días al llegar a casa de fiesta. Los chicos se encuentran ante un público de unas diez personas que pide a gritos temas propios. Ya nos han contado toda la teoría de LIPA y ahora queremos verla en práctica. Álvar se lanza con una canción que habla sobre cómo es la forma de ligar en estos días. Una canción ligera y cargada de ironía, con ese humor tan inteligente que es el humor absurdo. Absurdo como en ocasiones lo es la forma de ligar en estos días. Lo más punk de por aquí.
Aplaudimos, gritamos y reímos como si fuéramos oriundos del otro lado del Mersey, pero por el momento no nos dice nadie que bajemos la voz. Puto John, qué hasta en esto puso alto el listón. La velada transcurre como si la semana tuviera ocho días con sus ocho noches hasta que Mariam, la que no ha dejado de escuchar, coge la guitarra y presenta a su pequeña, una de esas canciones que se escriben para dejar constancia del tiempo transcurrido. Mariam posee eso que tienen los grandes letristas, eso que consiste en escribir sobre no saber qué hacer como si lo supieran mejor que nadie. Escribe que la vida son dos días y que ahora mismo uno de ellos lo pasa encerrada en su habitación y se lamenta de no apartar la vista del suelo, algo que estamos haciendo más de uno. Habla de crisis existenciales universales y atemporales. Quizá es por esto por lo que toda la mesa, y diría que todo el bar, parece estar en silencio. Es solo un momento, un chispazo mudo que habría eclipsado al mismísimo Lennon.
Mariam termina y el mundo hoy es un poco más suyo. No creo que todavía quiera ser del todo consciente, pero si algún día esa suerte a la que hacía referencia Robert Plant se cuela por esa habitación llena de pensamientos, esta chica llegará lejos. Ya lo dice el maestro Allen: Aquél que dijo que más vale tener suerte que talento conocía la esencia de la vida. Mariam tiene todo el talento del universo y no puede estar en mejor escuela para desarrollarlo.
Lo otro ya lo irá aprendiendo. Al fin y al cabo, no ha habido en la historia lugar con más suerte que Liverpool.
Texto: Borja Morais
Fotos: Borja Morais y cortesía AIE