Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.
Nacida en Nueva York, vio claro el camino a seguir cuando las circunstancias la llevaron a trasladarse a vivir a Chicago allá por 1984. Los clubes de la ciudad y los numerosos conciertos que pudo presenciar le metieron el veneno del blues en la sangre con poco más de veinte años de vida. Ha llovido mucho desde entonces, Joanna posee una larga carrera, ha publicado más de una decena de discos, ha tocado por todo el mundo y ha compartido escenario con nombres como Etta James, Koko Taylor, Otis Rush, Robert Cray, BB King, Buddy Guy, Junior Wells o Luther Allison, por citar solo unos cuantos. Tras retirarse durante un tiempo de las giras para dedicarse a su hija, regresó a lo grande el pasado 2021 con 4801 South Indiana Avenue, una grabación de gran éxito producida por el omnipresente Joe Bonamassa.
Su continuación, Best of Me, es su primera referencia para el sello Gulf Coast Records y – en contra de lo que por su título podría parecer- no se trata de un recopilatorio, sino una colección de temas nuevos, algunos compuestos en solitario y otros mano a mano con algunos de sus principales colaboradores, caso del bajista Shaun Calloway. Y lo ha registrado acompañada por su banda habitual de gira, algo que es una garantía añadida a la hora de entrar en el estudio.
A sus sesenta años la cantante y guitarrista está en una etapa de notable madurez artística pero el álbum se resiente de cierta irregularidad. Junto a temas vibrantes, la apertura con el festivo ritmo y blues de «House Rules», la intensidad vocal de «Best Of Me» y su acertado tono soul, el trote honky tonk de «Highway Child» (demostrando una vez más que Joe Bonamassa es mejor como guitarrista acompañante que como protagonista), la excelente lectura del «Mercury Blues» de K.C. Douglas o «Shine On», vigoroso blues rock con Gary Hoey a la guitarra y Jason Ricci a la armónica, conviven otros que no acaban de arrancar.
Curiosamente, los tiempos más pausados, son los que menos poso dejan, en ellos se muestra contenida en exceso, alejada de la garra emocional que el género necesita para erizar el vello. Cosas como «Pain & Pleasure», «I Lost You», «All I Want Is You» o «Shadow Lover» no terminan de alzar el vuelo. Con todo es un trabajo en el que, si hacemos un balance general, encontraremos más cosas positivas que negativas. Su voz está en buena forma y todavía logra sacar chispas de sus seis cuerdas. Máximo respeto a esta trabajadora del blues. Su trayectoria habla por sí sola.
Manel Celeiro
