Hay sitios en los que, a priori, no te imaginas presenciar un concierto. Y no porque no sean lugares indicados sino porque no es habitual. El bilbaíno Museo Guggenheim lleva tiempo programando Art & Music, un ciclo en el que la entrada te da posibilidad de fusionar la visita a las exposiciones con un posterior concierto. En el de este año Elvis Perkins era el cuarto artista (todos ellos autores de vanguardia, por así llamarlos) en actuar en una noche, ya a puerta cerrada y con un público bastante diferente al habitual de otro tipo de citas, este quizás más aparentemente elitista cultural por llamarlo de alguna manera. Ya nos entendemos.
Elvis Perkins viene precedido por sus apellidos. Hijo de Anthony Perkins (el amigo Norman Bates de “Psicosis”) y de Berry Berenson (famosa fotógrafa de moda que falleció en uno de los vuelos del fatídico 11-S) recorre el mundo tocando con una banda consolidada (muchos años tocando juntos, muy buen rollo entre ellos, huele de lejos a colegas de siempre) y en clave Folk además de otros estilos como el Góspel, el Country, Pop o Americana puro y duro, pero con un poso Dylaniano que envuelve todo lo que hace. Incluso a veces da la sensación de esa improvisación absoluta del señor Zimmerman, cuando en directo lo cambia todo tanto que no reconoces ni sus propias canciones. Hasta ese punto se le parece.
Pues Elvis (me maravilla cuando alguien lleva ese nombre, fruto de la admiración de sus padres hacia el Rey) tocó una hora y media en la que repaso una veintena de temas, muchos de ellos (destacó una gran “Weeping Mary”) con raíces góspel que parecían salidas de la Guerra de Secesión. Fueron los momentos más maravillosos en una velada en la que planeó inmensamente alargada la sombra de Dylan (“I Heard your voice in Dresden”, “Shampoo”, “Weeping Pilgrim”…) y en la que tanto el bombo (sí, bombo de banda de desfile de majorettes) y el trombón tuvieron un peso importante (“Chains chains chains” por citar una de tantas canciones con cierto aire relativamente festivo).
Quizás lo mejor llegó en un bis en el que Elvis tomó el control absoluto al salir al escenario sólo con su guitarra acústica. “I´ll be arriving”, él sólo y entrando sucesivamente sus compañeros de banda para ya interpretar en cuarteto “1,2,3, Goodbye”, “While you were sleeping” y “Doomsday”, esta ya con un crescendo como si estuvieran desfilando por las calles de New Orleans, de triste a alegre en un par de toques de trombón y bombo (one more time). Al final bajaron a tocar rodeados de un público tan sonriente como condescendiente y encantado de estar allí (con alguna persona muy entregada, bailando como si estuviera en las primeras filas de un concierto de Pantera) para despedirse plenos de espiritualidad hippie y buenrollista.
Texto: Michel Ramone
Fotos: Dena Flows