Algo pasaría para que la actuación de Ben Howard arrancara con treinta minutos de retraso. Ya fuera como anticipo de los problemas técnicos que estaban por venir, o porque pasada la hora prevista para el inicio del concierto (20:30 h), aún había gente esperando a entrar, el británico y sus cinco músicos acompañantes no pisaron las tablas hasta pasadas las 21 h. Aplausos y la atención del respetable mientras empezaban a lucir los audiovisuales y la música a sonar. Para sorpresa de muchos, le acompañaba la multiinstrumentista India Bourne, quien ya vino haciéndolo en sus inicios con el celebrado Every Kingdom.
Pero pronto se empezó a ver un Ben Howard tan desubicado como lo estaba su sonido. Y por qué negarlo, también el público. Acoples y guitarras con molesto ruido de fondo; un Howard inquieto que sostenía el mástil del micrófono para moverlo unos centímetros a la izquierda, otros tantos a la derecha… conversaciones cada tanto con su técnico, quién sabe pidiendo a quién qué explicaciones. ¿Qué estaba ocurriendo? Parecía la pregunta latente, como el murmullo incesante en el ambiente. Y es que alrededor de las 21:40 h la actuación se detuvo para sorpresa de todos. Ben, India y el resto de chicos se retiraron del escenario, que parecía un tablao flamenco para los técnicos. Moviendo aquí, probando allá. Hablando por el walkie con la mesa de sonido. Fuera como fuera, todo fallaba, nada estaba bien.
Entonces apareció Ben, como diez minutos después, dispuesto a arreglarlo todo en la segunda parte del partido. Ataviado únicamente con su guitarra acústica interpretó «Promise». Ni mucho menos un hit de su debut, pero sin duda la canción más celebrada hasta el momento y la única para la que el respetable, ya no tan “respetable”, se tomaría la molestia de callar y atender. En adelante, la actuación continuó ahora con la formación al completo, pero también lo harían las fallas. No precisamente las que son dignas de admirar.
El incesante murmullo y la cháchara del público continuaba reinando, en una sala prácticamente abarrotada con unos precios de entrada muy lejos de ser económicos. ¿Es que la gente había pagado sus 35 eurazos para tener una conversación de bar con música de fondo? Probablemente, ni Howard tenga la respuesta. «I Forget Where We Were» para llevarse algunos aplausos más y pronto terminar. De nuevo sobre el escenario atendiendo el reclamo de la gente, interpretó «The Fear», también de Every Kingdom. La percusión en ésta, por parte de India Bourne, fue lo más espectacular de la noche. ¡Atención! La que el público empezaba a prestarle también. Algunas voces se preguntaban si ahora sí, en esta recta final, iba a interpretar las atemporales «Keep Your Head Up» o «The Wolves». Pues tampoco. Con su camisa blanca ibicenca, Ben, quien a lo largo del espectáculo había parecido muy molesto por los problemas que presentaba el equipo, la sala o lo que fuera, se despedía diciendo adiós con la mano. Ahora parecía agradecido, ya fuera porque se había terminado o porque realmente lo estaba con el público, mientras de fondo, la música seguía acompañándole. Un público que, por cierto, también se iría antes de que la música dejara de sonar por completo. Probablemente se iba con la conversación a otra parte.
Texto: Borja Figuerola
Fotos: Fernando Ramírez