Encuentros

Arde Bogotá, «tiene que haber una salida para tanto dolor»

Foto: Luís Antich

 

Cuatro amigos a toda velocidad por la A3. Huyen, se salvan de los enredos de la vida. Muy conocidos como Arde Bogotá, su punto de partida es en realidad Cartagena, Murcia. Desde allí van llegando al resto del país, acorazados por una furgoneta donde hablan, duermen, juegan, y, sin dejar de conducir, van dotando de forma y sentido a su segundo álbum de estudio, Cowboys de la A3.

 

¿Murcia es ignífuga?

Sí que lo es. Vivimos en el calor, el desierto y el mar. De una manera u otra las personas, y por lo tanto las bandas, nos empapamos de eso. A la gente le gusta mucho prenderse fuego por aquí, en el mejor de los sentidos.

En Cowboys de la A3 ya no hay ciudades; sólo la carretera y vosotros. Me gustaría saber, por tanto, quiénes sois y cómo se habita un lugar de paso.

Somos cuatro amigos que se juntaron en un polígono hace unos años para hacer rock y han acabado convirtiéndose en nómadas que habitan en la furgoneta y la carretera. Ahora los hoteles son nuestros mejores amigos y la furgo se ha vuelto nuestro Halcón Milenario. Todo esto nos ha dado bastantes experiencias y nos ha reforzado como banda, no solo a los cuatro, sino a todo el equipo que nos metemos ahí dentro.

El viaje es largo, ¿hay algo de lo que no habléis? ¿Qué filtro pasan vuestras letras?

Cada uno tiene sus cosas. En la furgo, la música la pone quien pilota y podemos ir desde The National a Metallica. Mientras tanto, algunos duermen, otros juegan, y otros hablan. Ahí nos contamos todo tipo de experiencias que nos pasen en gira y nos abrimos en canal: hablamos de amor, de desamor, de odio, de sexo, de cansancio, de salir de noche, o de que echamos de menos el hogar. Pero no existe un filtro como tal, pretendemos hablar sin metáforas reviradas y de manera directa sobre cosas que nos pasan.

Foto: Mónica Figueras

A la hora de componer, ¿quién lleva el volante? ¿O sois todos copilotos?

Todos somos copilotos y vamos rotando para que el viaje sea más fácil. Nuestro proceso de composición es bastante coral y no ha cambiado un ápice desde el principio. Las canciones surgen de una letra, un riff de guitarra, o incluso una línea de bajo, y alrededor de eso solemos improvisar y luego estructurar. Pero, antes de todo esto, hablamos de las canciones para poder estar todos en el mismo asiento, y suele funcionar.

Canciones como “Todos Mis Amigos Están Tristes” o “La Salvación” son un claro ejemplo de cómo canalizáis el vacío, la desesperación, de la generación del futuro roto, mediante la fuerza y la rabia. Ahora bien, ¿a quién gritáis?

A nosotros mismos en primer lugar. Hablamos de lo que nos pasa, pero eso está directamente conectado con lo que nos rodea. Hubo un momento tras la pandemia, y en algunos casos dura hasta el día de hoy, en el que mirabas a tu gente y veías que no eran felices del todo, que algo había cambiado, que en muchas ocasiones tenían preocupaciones o espinas que ni ellos mismos sabían sacarse. Era algo casi epidémico, muchos estaban tristes casi de manera inconsciente.

Lo mismo con La Salvación, tiene que haber una salida para tanto dolor. En ese sentido, y nos lo aplicamos a nosotros mismos, es importante tener siempre en mente que las cosas que te pueden salvar a veces son pequeñas, y te las encuentras en casa.

Vuestro rock es un elogio a la velocidad, ¿de qué tenéis prisa?

Hemos pisado el acelerador para huir de las cosas que nos estaban ahogando: condiciones de trabajo jodidas, el llevar la banda con otras mil cosas, hacer malabares con tu vida profesional y personal… Y, de repente, nos encontramos sobre cuatro ruedas girando por todas las carreteras del país.

Hay algo inherente en la velocidad, la gasolina y el rock, que solo se puede mostrar con un cañonazo de energía sobre el escenario, y en las canciones.

¿Qué papel juega en Cowboys de la A3 la temeridad? Por ejemplo, en el sonido.

Que precisamente no hay que temer nada. En este disco hemos aplicado algo que hemos aprendido en la gira del disco anterior: cuando más caña le metes a los instrumentos, y más actitud le pones a lo que haces, más conectas con la gente. Aprendimos que el rock es algo que va más allá de unas normas concretas.

En este disco nos quitamos caretas y miedos, y nos permitimos, dentro de una lógica, probar a darle más distorsión a la guitarra, más volumen al bajo, más contundencia a la batería, y más crudeza al mensaje. Pero también nos permitimos experimentar con otros estilos musicales, o incluso hacer canciones que no necesiten la caña de una sección rítmica machacona.

La historia de Cowboys de la A3 se traslada a la pequeña pantalla – en tanto que los videoclips no se reproduzcan en cines- y resulta que la protagoniza una suerte de Bunbury, ¿no es demasiado tarde para ser rockero?

Hemos querido ampliar el universo artístico del disco y que no solo se quede en un conjunto de viajes sónicos sino también crear una historia paralela con los singles. En un futuro nos gustaría poder contarles a nuestros nietos eso de “hicimos un corto en tres capítulos y nos quedamos a gusto. Nunca es tarde para ser rockero. Porque siempre ha estado ahí, escondido en algún lugar o, a lo grande, sobre un escenario.

Habéis llegado al mar, ¿y ahora qué?

 Ahora toca recorrer todas las carreteras y hacer rock ‘n’ roll, que es a lo que hemos venido.

Texto: Sara Moa

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