Resulta un tanto curiosa la trayectoria de este combo irlandés de prog. En el currículum de su factótum principal, Jonathan Casey, encontramos desde bandas tributo y grupos varios, hasta numerosos trabajos orquestales para el cine y la televisión e incluso una extensa estadía en la banda de David Cross. Todo ello antes de formar M-Opus junto al guitarrista Colin Sullivan en 2014, y editar un par de discos de rock progresivo clásico bajo los que se agazapaba un peculiar concepto: tratar de revisitar el sonido y la producción de un año en concreto. En consecuencia, 1975 Triptych (2015) y Origins (2020) simulaban ser discos editados en 1975 y 1978, respectivamente.
Un truco con el que siguen jugando en esta tercera entrega, en esta ocasión adjudicándole el año 1972. En formato de trío tras la incorporación del batería Mark Grist y con el folklore y la mitología irlandesas como motivo lírico (el tal Manannán parece ser que era un dios acuático, una especie de psicopompo encargado del tránsito de las almas y todo eso), esta historia de un grupo de guerreros celtas y sus tribulaciones realmente te traslada a principios de los setenta. No sé si a 1972 precisa y concretamente, pero por ahí anda la cosa. Y lo hace con un prog rock de muy fácil digestión, melódico y accesible incluso para no iniciados. A ratos pastoral y a ratos barroco, por los surcos del álbum se suceden el blues rock y la psicodelia, el folk y los arreglos orquestales con una naturalidad sorprendente, manteniendo bien sujetas las riendas de lo intrincado para priorizar lo armónico y lo eufónico.
Su mejor disco hasta la fecha, digámoslo claro, en mi haber particular se postula ya como serio candidato a las listas de diciembre. Hasta entonces, seguiremos descubriendo -en sus escasos cuarenta y cinco minutos- todos esos detalles surgidos directamente de 1972.
Eloy Pérez