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Paint Fumes – Planta Baja (Granada)

No es la mejor de las ideas pasar tiempo en un lugar cerrado recién pintado. Estar expuesto a vapores de pintura acarrea efectos poco deseables para la salud como náuseas, mareos y dolor de cabeza. Así que tiene todo el sentido del mundo que la propuesta musical de Paint Fumes conlleve cierte peligro, en este caso el asociado al rock and roll sudoroso, acelerado y vitamínico que provoca un chute de adrenalina entre el público, sobre todo en directo.

Los domingos suele ser el turno del ciclo de conciertos apadrinado por Serpiente Negra, una figura esencial de los sonidos más excitantes y subterráneos en Granada. Con la llegada de la primavera, las actuaciones programadas por la promotora en la sala Planta Baja también se han retrasado una hora, pasando de las 19 a las 20 horas. Los últimos rayos de sol antes de la habitual dosis musical.

El grupo de Charlotte, Carolina del Norte, se ha esmerado en los últimos diez años en prestar atención a la visión más afilada del garaje-punk desde la escudería Slovenly Records primero -que los definió como un “cóctel molotov”- y luego de la mano del sello Get Hip, ya se sabe, la casa de los Cynics. Reconvertidos en cuarteto, en esta nueva etapa han dejado atrás los chispazos psych de sus inicios para ir más al grano con una primitiva recreación que viaja del power pop al punk-rock, y viceversa.

Pero en este tránsito hay cosas que no cambian. Su líder, Elijah von Cramon, no ha dejado de adorar a The Gun Club y la banda volvió a salirse con una formidable versión de «Sex Beat», tocada a toda pastilla en la recta final de un show que pasó en un suspiro. Fue la mecha que encendió al público y que a la postre provocó un merecido bis.

Siguiendo los pasos del grupo de culto de Los Ángeles, también picotearon en el country, con una reinterpretación a la que hicieron añicos y que encaja a la perfección con el ideario grasiento de Paint Fumes. Los temas se sucedían sin descanso, apilados en paquetes de tres en tres, como mercancía punk lista para ser entregada por un repartidor de comida rápida. ¿El concierto duró 50 minutos o fueron realmente 5 raspados? Descansaban unos segundos y, listo, la banda volvía a la carga.

Su cantante y guitarrista salió vestido con una capa de superhéroe y una camiseta de The Boys. Apenas habló, pero cuando lo hizo tuvo sentido y lució su lado más informal. Saludó desde el escenario el cumpleaños de uno de los asistentes (“happy birthday, Carlos!”) y cayó rendido cuando una adorable niña con cascos empezó a tocar un tambor en la primera fila. “¡Es lo mejor que ha pasado en esta gira!”, sentenció.  A su lado, el estiloso bajista glam-punk Nic Pugh llevaba puesta una camiseta de Shannon and The Clams, y ya solo faltaba otro miembro con alguna referencia a The Speedways, The Whiffs o Uni Boys.

El cuarteto ha ajustado sus coordenadas musicales y forma parte del pelotón actual del power pop más musculoso. En esta fase de su carrera han optado por un título tan irónico como Real Romancer (Dig! Records / Bachelor Records) para su nuevo álbum, que, aunque oficialmente sale a la luz el 14 de abril, ya está siendo despachado en el merchandising de la gira. Los dos adelantos que ya conocíamos -la spectoriana «Book of Love» y «Starting Over»- auguraban una nueva dirección melódica y juguetona que se traslada al escenario con la presencia de una segunda guitarra. Más leña al fuego. Mientras los primeros pasos de la Semana Santa inundaban las calles de Granada, en el sótano de Planta Baja se reivindicaba un estilo musical que, incumpliendo las profecías de los agoreros, aún no ha dicho su última palabra.

Texto: Jon Pagola

Fotos: Arik

 

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