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Marc Almond – Sala Repvblicca (Mislata, Valencia)

 

Hay conciertos que despiertan a la vez expectación, curiosidad, incluso en algunos casos desconfianza. Todos estos estadios son normales en un tiempo en el que los conciertos, bien en salas bien en festivales, se han multiplicado exponencialmente desde que las restricciones del COVID han desaparecido. Lo que no suele ser tan usual es que una gira concite tanta unanimidad positiva, contrastada en las ciudades en las que se realizaron los conciertos.

Eso ha pasado con la gira Chaos & Hits en solitario del que fuera y es líder de Soft Cell, Marc Almond. El británico pisaba los escenarios españoles después de verse obligado a cancelar su gira el año pasado, precisamente por la maldita pandemia del coronavirus.  El consenso tras los conciertos es total:  nos encontramos ante el mejor Almond en mucho tiempo.

En su directo en la sala Repvblicca demostró el porqué de la importancia de Soft Cell y por ende del propio Almond; un recorrido por unos temas seleccionados con acierto, que permitían al público presente comprender en directo las diversas transformaciones que el punk y el postpunk supusieron en la industria de la música.

El synth pop de Soft Cell les permitió alcanzar un éxito inmediato en 1981 con su trabajo Non stop Erotic Cabaret. El álbum fue censurado en EE. UU y perseguido en Gran Bretaña, por sus letras demasiado explicitas para la homofobia de la administración Reagan y del gobierno conservador de Margaret Thatcher. Un debut así influiría en el viaje musical emprendido por Marc Almond, caracterizando una carrera en la que está presente una línea discursiva coherente en sus más de cuatro décadas en activo.

No venía a España Marc Almond con las manos vacías, ni a hacer una ofrenda a la nostalgia, todo lo contrario. El año pasado volvía a través de su grupo de siempre, con el que sacaba su nuevo trabajo Happiness not Included, quinto álbum de estudio, que le ha permitido retornar a los escenarios, renovando su propuesta musical, enlazando con su trabajo en solitario dos años antes titulado Chaos and Dancing Star.

Con puntualidad británica Marc Almond empezaba su actuación en Repvblicca, con la sala a reventar. El inicio del concierto con las primeras notas de “I am the Light”, dejaban claras las intenciones del cantante desde el principio, más cerca a veces del rock que del synth pop. Una actuación presidida por una banda sobria que ejecutaba los temas con precisión, destacando la base rítmica y la guitarra con un teclado discreto, y con la suficiente calidez para acompañar a un Marc Almond en un extraordinario estado de forma. Y algo muy importante, no iba a ser para nada un concierto al uso para personas atrapadas en el pasado.

Así el segundo tema de la noche “Black sunrise”, canción con la que precisamente se inicia su último álbum de 2020, es un tema más recogido que el anterior, pero que obligaba al público a prestar atención a un concierto que no iba a dejar más concesiones que en los bises. Pero un directo tan bien interpretado, provoca una reacción bidireccional con el público como demostró éste ante otros temas de sus trabajos más recientes como “Hollywood Forever”, “Golden Light” con ese lejano eco de The Rolling Stones, pero también con otros con los que Marc Almond fue repasando el resto de su carrera en solitario como “The Stars We Are”, “Bitter Sweet”, “My Hand Over My Heart”, o “Something’s Gotten Hold Of My Heart”.

También hizo espacio Almond a otros proyectos musicales, como Marc and The Mambas con “Black Heart”, Soft Cell con “Bedsitter”, y unas versiones más que acertadas con “The Days of Pearly Spencer” de David McWilliams, “By the Light of a Magical Moon” de los siempre presentes T.Rex o la atrevida “Jacky” de Jaques Brel, con las que el británico mostraba su eclecticismo.

Y aunque es cierto que fue un concierto sin concesiones, los bises permitieron que el artista hiciera un guiño consciente a su público de siempre. Primero con una versión de David Bowie, “John, I’m Only Dancing”, después con la eterna “Tainted Love”, para alcanzar el climax final con una interpretación única de “Say Hello, Wave Goodbye”, en la que Marc Almond demostró que ya ha escrito una de las páginas más importantes de la historia del pop.

Texto: Amadeu Sanchís

Fotos Barcelona: Marina Tomás Roch 

 

 

 

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