Hay conciertos en los que la energía y alegría de los intérpretes se contagia al público, aunque no seas un gran seguidor del grupo en cuestión, y su música te acompaña durante varios días, invitándote a redescubrir su discografía. Este fue uno de esos afortunados casos.
El teatro Margarida Xirgu, a reventar de público de todas la edades, al que el sello del festival Blues & Ritmes ya les indica que es sinónimo de garantía para presenciar experiencias irrepetibles, fue el escenario del concierto prometido por la formación londinense tras la inevitable cancelación en 2020.
La familia Durham no defraudó. Todavía sin nuevo disco que presentar, los multinstrumentistas hermanos, acompañados por el patriarca Graeme y D.P. Williams al bajo, recurrieron a su variada discografía y, como si de una jukebox de los años 50 se tratara, desplegaron un repertorio de estilos que fueron del swing al blues, country, pop, soul, rockabilly… todos ellos ejecutados con elegancia y actitud positiva. No faltaron las pegadizas «Baby By Bye» y «I’m Coming Home», la sentida «Just One Kiss», el coqueteo con el ska de «Turkish Delight» o la habitual versión de «Going Up The Country» de Canned Heat.
El reparto equitativo de roles dentro de la banda no solo se demostró en los momentos de lucimiento de cada hermano (imposible destacar a uno de los 3), sino que hicieron su tradicional cambio de instrumentos en función de la canción (9 posibles combinaciones para elegir entre guitarra, teclados, batería y voces), eliminando cualquier rastro de monotonía encima del escenario. Consiguieron tal nivel de espontaneidad, que dejaron al público totalmente entregado y con ganas de más bises.
Lo dicho, otro concierto para enmarcar, otra vez cortesía del Blues & Ritmes.
Texto: Josep Calle
Fotos: Sergi Fornols
