Encuentros

Pablo Leira, música cósmica americana en el noroeste peninsular

 

Es una rara avis dentro del panorama de la música actual. Más que nada porque cuenta con 23 años y a su edad debería estar interesado por otro tipo de sonidos teniendo en cuenta lo que escucha buena parte de su generación. Pero no, lo de este chaval de Mugardos, en la comarca de Ferrol, es el country-folk o, tal y como han dado en llamar otros, americana. Tiene cierto sentido desde el momento que sabemos que ha vivido en Filadelfia, que ha grabado parte de sus canciones en Nueva York y que ha estado becado en la prestigiosa escuela Berklee de Boston.

Hasta el momento había ido colgando en su Soundcloud las canciones que iba componiendo, incluso dos álbumes de cinco canciones cada uno en 2020 y 2021. Pero es ahora cuando edita su primer álbum compuesto por nueve breves cortes, de un cálido folk-country, que evoca a The Band, Dylan, Gram Parsons e incluso puntualmente a Nilsson -de quien ya había grabado una versión de su “Everybody’s Talkin’’”-. Si la portada recuerda a las fotos que Elliott Landy hizo en su día a The Band, su título remite a las raíces terrenales y cálidas de su sonido (Barro, madera y hierba).

Empecemos por tus orígenes. ¿Dónde y cuándo descubres el country-folk-rock-americana? ¿Qué disco, canción, artista y/o concierto te cambió la vida?

Supongo que descubrí el sonido con The Beatles (en su vertiente más country, como “What Goes On” por ejemplo)  o con el álbum The Freewheelin’ Bob Dylan. Otro artista que escuchaba en aquella época gracias a mi padre era Jeff Tweedy, especialmente Wilco. Aunque yo no sabía que era country, me llamaba mucho la atención su sonido, y justamente fueron mi primer concierto, en el Palacio de la Ópera de Coruña, en 2016. Fui con mi padre desde Ponteareas y recuerdo ser el único chaval de mi edad. Me lo pasé muy bien, tenían un sonidazo y me acuerdo mucho de ese día. Jeff Tweedy tenía un sombrero vaquero blanco y alguien le gritó desde el público “Tweedy for President».

¿Hay antecedentes musicales en tu familia o alguien que estuviese interesado en este tipo de sonidos?

El antecedente familiar más claro que tengo es Antonio Leira ‘O Patolo’, tío de mi abuelo paterno. Según tengo entendido tocaba el fiscorno en la Filarmónica de A Coruña, y era el principal exponente musical en Pontedeume. Tenía la orquesta Os Patolos, enseñaba en la escuela y en casa y además era el director de la coral. En este tipo de sonidos se interesó mi padre y sus hermanas, que conocían los clásicos pero también los más modernos. Mi padre me inculcó a Wilco y a Micah P Hinson, y luego descubrí que mi tía conocía a Doug Sahm, Freddy Fender y los Texas Tornados, de lo cual me sorprendí mucho.

¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de la música? ¿Tocaste en algún grupo o directamente te planteaste siempre una carrera en solitario?

Empecé simplemente con la idea de tocar lo que me apeteciera y todo el día. Como no tenía gente de mi edad a mi alrededor que le interesara, no empecé con los grupos hasta la carrera. Comencé tocando con algún cantautor y luego me uní a una banda de sótano. Siempre me interesó ser parte de un grupo, pero al final me tuve que quedar en solitario.

Has vivido en Filadelfia, has compuesto las canciones en Nueva York… ¿Sientes que ese bagaje ayuda a hacer este tipo de música o es posible intentándolo desde otros lugares sin haber pisado el país?

Yo creo que ayuda mucho ir al lugar donde nació un tipo específico de música, sobre todo porque puedes observar de primera mano la interacción que tiene con la gente que lo hace. Con la ayuda de las diferentes plataformas de streaming puedes aprender un montón de repertorio y un montón sobre la música, pero desde luego tener un contacto directo con ella te da una perspectiva más profunda.

Has estudiado en la prestigiosa escuela Berklee en Boston. ¿Cómo es que los descubriste, que te acogieron y qué fue lo que cambió en tu visión de la música tu paso por allí?

Descubrí Berklee por inercia, al estar en una escuela de música, y simplemente oír hablar de ella como de otras. Vi que lo de hacer una carrera al uso no iba conmigo así que probé suerte y salió bien. Cambió radicalmente mi visión de la música y del instrumento, aprendí a verlo todo desde un punto de vista más orgánico y natural y gané perspectiva.

Supongo que los temas los creas en acústico con la guitarra. Si es así, ¿haces tú después los arreglos o confías en los músicos para que acaben de redondear las canciones?

Me gusta hacerlo todo a mí, suelo tener una visión muy específica de cada tema y me grabo yo todas las demos. En este disco confié en Alec Rosenberg como productor para que me ayudara a despejar dudas, y en general cedí mucho el control a las circunstancias.

En el disco te acompañan veteranos de la escena ferrolana como Álvaro Lamas, Rafa Pereira, Cabe García, Pepe Coira… ¿Cómo te sientes trabajando con gente con tanta experiencia? ¿Te intimidan o te resulta fácil colaborar con ellos?

Con ellos me sentí genial, hicieron la grabación súper fácil y tienen unas personalidades increíbles. Me sentí muy bien, porque además conecté con ellos a nivel instrumental, por lo que entonces ya fue otro tipo de relación.

¿Es difícil encontrar gente joven a la que le gusten estos sonidos? ¿Te sientes extraño frente a lo que escuchan ellos mayoritariamente?

Aquí en Galicia no he tenido mucha suerte encontrando a gente que comparta mis gustos, pero en Estados Unidos encontré fácilmente gente que entiende perfectamente el rollo. No me siento extraño, cada uno escucha lo que le gusta y le atrae, no hay ningún fallo. Yo me concentro en lo mío.

¿Qué te inspira a la hora de componer los textos? ¿Te salen más fácil que la instrumentación? ¿Qué van antes, qué es lo que comanda las canciones?

Normalmente me siento a tocar hasta que encuentro algo musical interesante. Luego empiezo a tirar del hilo y comienzo a escribir la canción frase a frase. En las letras intento que sean reales, que reflejen algo real, no me gusta escribir historias. Ya sea mi circunstancia o mi ‘verdad’, intento que las letras sean por lo menos decentes, que es lo que me parece más difícil.

Dices que el disco tiene una historia detrás camuflada en los surcos de las canciones. ¿Puedes desvelarnos esa historia y cómo te ha ayudado el disco a darle salida?

Uf. La verdad es que es algo que prefiero mantener para mí mismo, ya que involucra a gente cercana y refleja una situación vivida en un momento muy específico. Para el disco fue perfecto, porque cada momento decisivo salió a través de la música de un modo natural, lo cual hizo que las canciones se sucedieran de un modo muy orgánico. 

Barro, madera y hierba es el título de tu debut. ¿Tiene que ver con la historia? ¿O más bien refleja el origen de las canciones y lo que quieres representar con ellas?

Refleja el origen del estilo, canciones salidas de la tierra con la verdad por bandera. Al llevar el country como hilo conductor, fue lo más lógico. Tuvimos un título anterior, Glass, Grass and Brass, pero no convenció mucho a Alec o Danny Abeledo [de los RRStudios en Ferrol].

 La portada me recuerda a las fotos que solía hacer Elliott Landy a The Band. ¿Era esa la intención?

A pesar de ser un fan absoluto de The Band y las fotos de Elliott Landy, no se me pasó por la cabeza. La chaqueta me la hizo un colega estadounidense, Steven Jungkurth, con la intención de que fuese una chaqueta a lo ‘Nudie Suit’. La foto se sacó en Loiba [Ortigueira, A Coruña], cerca de la granja del padre de mi novia, nos pareció un buen sitio y nada más. Todo son pequeñas casualidades que acaban convirtiéndose en algo más grande.

¿Cómo puede hacer hoy alguien country-rock o americana, un estilo que tiene tanta historia, para darle un contenido personal, original, distinto?

Yo creo que mientras sea real y sea tu forma de expresarte, no importa el estilo. A mí ahora me salió así por mis circunstancias, pero igual dentro de unos años acabo haciendo metal sinfónico, quién sabe. De nuevo, lo importante para mí es que la música refleje la persona que eres, independientemente del estilo.

¿Sería ese tipo de música lo que más escuchas? ¿Qué artistas son los que más te han marcado?

Durante los últimos 2 o 3 años desde luego. Empecé muy obsesionado con The Band, hasta el punto de transcribir todo The Last Waltz. Luego me metí de lleno con Bob Dylan, y a partir de ahí empecé a enganchar los clásicos. Gente de la escuela de los 70 de Nashville, como Townes Van Zandt, Guy Clark o Emmylou Harris, luego Gram Parsons, o todo el country comercial de aquella época. También estudié en profundidad tanto el country blues como el fingerstyle de Chet Atkins o Jerry Reed. Me gusta definirlo como Gram, ‘música cósmica americana’.

¿Y algo que te guste y que no se pueda adivinar por el tipo de música que haces?

Hay muchas cosas, y me da por épocas. No tengo pudor: si me gusta una canción, me gusta y punto. Últimamente podría decir que me han gustado canciones de Dover hasta el “Devórame otra vez”. Tuve una época en la que me obsesioné con el indie, especialmente con Iván Ferreiro, Los Planetas y Xoel López.

Hasta ahora habías ido colgando canciones propias en Soundcloud, versiones (“Everybody’s Talkin’” de Nilsson) y hasta dos discos de cinco canciones cada uno en inglés. ¿Cómo contribuyó todo esto para llegar al disco que ahora presentas?

Fueron los pasos naturales que hacían falta para llegar a este disco. Cada uno de los trabajos lo hice con todo el amor del mundo y del mismo modo que este, pero este para mí es el fin de un camino, por decirlo así. Es la conclusión de lo que empecé en Soundcloud hace unos 3 años.

Los Eternos será tu banda de directo. Suerte contar con ellos y tenerlos tan cerca. Si estás ensayando ya con la banda, ¿qué le aportan a las canciones?

Mucha frescura y personalidad. Cada uno le añade su idea a las canciones y al final acaban cogiendo otro rollo, que es lo que a mí me gusta. El disco está ahí grabado, ya no va a cambiar. Por eso me gusta llevarlo a otro terreno y que coja otra forma.

¿Cuáles son los próximos proyectos, cómo has planteado el lanzamiento del disco?

De momento, lo siguiente es tocar en directo y moverse por ahí. Para el lanzamiento me está ayudando un montón la gente de Ferror Records, que están moviendo esto por todas partes y gracias a ellos estoy haciendo cosas chulas.

¿Cómo te ves dentro de unos años? ¿Haciendo algo similar, habiendo tocado otros estilos, en una banda, colaborando con otra gente, enseñando música, lejos de la música..?

No lo sé. Espero seguir viviendo mi vida musicalmente, solo eso.

Por último, ¿cuál ha sido hasta ahora la mejor anécdota que has vivido en el mundo de la música?

No sabría qué contar. Una de las cosas más chulas que me pasaron fue recibir una clase privada del guitarrista de jazz Mike Stern. Fue durante la pandemia, y tuvo que ser online. Aun así, toqué un solo suyo que transcribí y creo que le gustó. Recuerdo que al final me hizo un comentario del tipo “a ver si nos vemos algún día y tocamos”, pero aún sigo esperando ese día. Mientras tanto, a hacer country.

Texto: Xavier Valiño

Fotos: Aldara Otero G.

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