Discomático

RPWL – Crime Scene (Gentle Art of Music)

RPWL – Crime Scene (2023, CD) - DiscogsRPWL, nombrada originalmente en base a las iniciales de sus miembros fundadores Rissettio, Postl, Wallner y Lang, es un claro ejemplo de que de las bandas tributo, como de las drogas, también se sale. Tres años a final de siglo tirando del catálogo de Pink Floyd les bastaron para decidir iniciar singladura con material propio, iniciada con God Has Failed (2000). Un magnífico debut al que han dado continuación a lo largo de más de dos décadas de trayectoria y cuya última entrega, este Crime Scene recién salido al mercado, les mantiene como uno de los mejores activos progresivos de Alemania.

En él, los de Freising vuelven a insistir sobre su particular visión del género, desarrollando estructuras en apariencia sencillas, aunque recargadas de detalles, con la melodía siempre presente. Oscuras y tenebrosas en lo conceptual (la hoja de prensa habla de un disco “que centra su atención en lo mórbido, lo perverso y los abismos en el espectro del comportamiento humano”), con referencias explícitas al necrófilo Carl Tanzler o al asesino en serie Karl Denke, las nuevas canciones de Yogi Lang y compañía puede que estén un punto por debajo del anterior y más que notable Tales from Outer Space (2019), pero aun así están muy por encima del grueso de la producción actual en el prog. La incorporación de Markus Grützner al bajo les ha sentado de maravilla, estableciendo una química con el resto de la banda que se extiende a lo largo de los seis temas del álbum. Un trabajo que se abre y cierra con dos auténticas gemas -«Victim of Desire» y «Another Life Beyond Control»- alfa y beta de todas sus virtudes. Especialmente la última, con ese riff de teclados y guitarra y esas capas de voces en un inspiradísimo estribillo, supone una clase magistral al respecto; un ejemplo inmejorable de cómo armar un tema progresivo sin requiebros ni trampas al solitario, tan solo con un in crescendo suave y en bucle, que vuelve sobre sí mismo una y otra vez.

No deja de resultar curioso que una banda que se nombró, como hemos dicho al principio, tomando las iniciales de sus integrantes, haya cambiado de formación tantas veces como ellos (la actual es la octava, si no me fallan las cuentas). El baile de letras, si lo hubieran adecuado a cada alta y baja, parecería una sopa de letras. Pero por otro lado han demostrado que esos cambios nunca les han afectado, si acaso a mejor. Y Crime Scene es, de nuevo, prueba de ello.

 

Eloy Pérez

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