Tras más de un año sin pisar a un escenario, con una guitarra prestada y mezcal en mano, Juan Gómez, el Kanka, se subió el pasado 15 de febrero al pequeño escenario del Foro del Tejedor, un encantador espacio en la última planta de una archiconocida librería en el barrio de la Roma, en Ciudad de México, donde, visiblemente nervioso y emocionado, presentó su excelente nuevo trabajo “Cosas de los vivientes”, en sesión doble como antaño, y en petit comité, cosa que según el propio artista, había causado cierto enfado entre la multitud de fans que no pudieron acceder a las pocas entradas disponibles para el evento. “Volveremos pronto, antes de que acabe el año”, prometía efusivamente el malagueño.
Y es que en México y en toda Latinoamérica, El Kanka cuenta con una legión de fans irreductibles, enganchados a su canción de autor de estilo inconfundible, que devanea entre el rock and roll crudo y esencial al más puro estilo Roberto Iniesta, pero siempre abierto a influencias, sonidos y texturas variopintas que devanean entre, como no, la canción de raíz andaluza, sonidos latinos, notas de blues, rumba y hasta destellos reggae. Pero, más allá de etiquetas, El kanka es pureza, simplicidad y expresión compositiva. La forma que el cantautor malagueño tiene de sintetizar emociones, costumbrismo y pequeños retratos tan vitales como cotidianos, siempre desde la naturalidad y una cierta, pero bella, ingenuidad, resulta ciertamente lúcida y sagaz.
“Cosas de los vivientes” es el mejor trabajo de El kanka hasta la fecha. O, cuanto menos, el más completo, coherente y consistente. Melódicamente sugestivo, los temas se mueven entre la sutileza y la fascinación por todo aquello que rodea al mundo intrínseco y personal del artista, que, de alguna forma, quiere compartir con todo aquel que deja a un lado ciertas convenciones y se dejan llevar por la fascinación de aquello a lo que se le despoja de envoltorios fútiles y accesorios. Porque, en ocasiones, lo visceral es lo más hermoso.
Como no podía ser de otra forma, el concierto acabó con algunos de los emblemáticos temas que han encumbrado al artista y que fueron cantados a pleno pulmón por buena parte de sala, en comunión con un Kanka que, carismático como siempre, dejó atrás esos nervios iniciales para reencontrarse con su yo escénico más exultante y cautivador.
Texto y fotos: David Lage