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La Perra Blanco Trío + Mitch Polzak – Sala Upload (Barcelona)

Mucho y bien había escuchado y leído sobre los conciertos en vivo ofrecidos por La Perra Blanco y sus acompañantes. Pero todavía no había tenido la ocasión de poder disfrutar de uno de ellos in situ. Así que me dirigí hacia la bonita sala situada en el interior del barcelonés Poble Espanyol con las expectativas por las nubes.

Daba inicio a la velada el californiano Mitch Polzak, que lleva un par de décadas, concretamente desde 1999, si su biografía no engaña, en activo. Además de dedicarse a la política local, aunque esto es una anécdota sin ninguna relevancia, se entrega a perpetuar sonidos rocanroleros anejos, sin hacer ascos al country, se declaró fan del sonido Bakersfield, ni siquiera al bluegrass, que tuvo su momento cuando empuñó un banjo, y demostró ser bastante mejor guitarrista que cantante. Su actuación, siendo correcta, satisfizo mucho más al personal asistente que a un servidor. Que echó en falta algo más de pegada y de empaque. Menos gestos para la galería y más sangre.

Garra, empaque y sangre, precisamente es lo que le sobra a La Perra Blanco. Alba, que exhibe desparpajo y simpatía en sus comentarios, se come el escenario, perfectamente respaldada por Guillermo González, excelente contrabajista y pieza clave en el desarrollo del concierto, y la precisa batería de Jesús López, que parecía otro diferente al que había desempeñado con anterioridad el mismo papel junto a Mitch. Su propuesta es absolutamente tradicionalista, pero embebida de aquel espíritu fresco y aquella energía desbocada que dio alas al renacer del rockabilly durante los ochenta con bandas como Stray Cats por bandera.

El trío no baja la intensidad ni un solo segundo, manteniendo al personal pendiente de lo que acontece sobre las tablas en todo momento, Alba parece diminuta tras su guitarra, pero no es diminuta, es dinamita, escupiendo un riff tras otro, retando al público desde el borde del escenario, bajando a la platea, interactuando sin pausa con Guillermo y soltando, uno tras otro, pelotazos de puro rock & roll, «You Can Touch My Back», «Bop & Shake», «Sweet Daddy Lips», «Find Me That River», «My Teeth Are Falling», que nos hicieron bailar, beber y sudar. Como siempre debería ser.

Las expectativas previas eran altas, tal y como escribía al principio, pero se vieron superadas con creces.  Me sobró incluso la jam final junto a Mitch, ya que hubiera preferido que alargara un poco más su propio recital. Esta joven de La Línea de la Concepción y sus acompañantes son pura vida. Y es que no hay nada mejor que el rock & roll cuando está en las manos adecuadas.

Manel Celeiro
Fotos: Marina Tomàs Roch

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