Leo en un texto promocional, sobre el debut de The One, que se trata de “un prog atmosférico en el espíritu de las grandes bandas de los setenta, con una buena sensibilidad melódica y rítmica”. Típica descripción generalista que te ayuda simplemente a apuntar o descartar, y poco más. Pero tampoco es que se ajuste demasiado a la realidad, porque aquí, de progresivo setentero, más bien poco. Y eso que el riff de hammond y guitarra con el que se abre el tema inicial, «The Thoughts Of Light», te lleva directamente a Purple, Uriah Heep y demás antepasados del género. Pero pocos segundos después, las cartas se ponen boca arriba y según transcurre el resto del álbum, no tarda en aparecer la sensación de que lo que manda (o lo que planea, en general) es otro sonido muy distinto: el del neoprog de los ochenta, a través de unas canciones que flirtean con el pop -en su más amplia acepción- en minutajes mucho más concretos de lo habitual.
AL frente del proyecto, lo cual explica también algunas cosas, encontramos a Timothy van der Holst, un músico y productor cuya extensa carrera ha discurrido hasta el momento por otros derroteros (jazz y soul, básicamente) y que ahora debuta en el progresivo con este título. Un trabajo ameno y de rápida, suave digestión tanto en sus armonías y estribillos como en los puntuales momentos más subidos de tono. Momentos para los que Timothy, llevando la mayor parte del peso del asunto, se ha descargado tanto en el guitarrista Edwin in ‘t Veld como en los apuntes de invitados tan ilustres como Fernando Perdomo o Luga Giordano.
Por el contrario, en lo lírico la cosa se pone un poco más farragosa, pues como álbum conceptual que es parte de la idea de que a un científico con la cabeza llena de física cuántica le da una especie de patatús cuando se da cuenta de que enamorarse y desenamorarse es un proceso más rápido que la velocidad de la luz. O algo así porque servidor tiende -desde hace tiempo ya- a desconectar cuando tiene la sensación de que lo que le cuentan suena demasiado a fantaciencia de quiosco. Un pequeño hándicap este, que en ningún caso empaña los valores musicales de un disco más que agradable en conjunto.
Eloy Pérez
