Retomándolo allí donde lo dejó con su anterior y maravilloso Good Future (2021), Jefferson Hyll vuelve a deleitarnos con una docena de pequeñas joyas que añadir a su cancionero. Al igual que en aquel, en su nuevo trabajo encontramos las mismas pautas: la sensibilidad pop, los riffs en su punto, la lírica poética, los guiños 80’s y esa sensación general de emoción sincera, sin trucos ni trampantojos. Ya desde la inicial y nostálgica «Radio Nights», y pasando por cartas ganadoras como «The Seven Seas», «City Inside» o «Window of Time», regresa esa falsa impresión -extraña, por poco habitual- de que tampoco debe ser tan difícil hacer canciones tan redondas. Y es ese arte, el de hacer parecer sencillo lo que no lo es en absoluto, en el que Jefferson es un absoluto maestro. Esa capacidad para hacer aparecer la rima, el arpegio, la inflexión vocal o la pausa perfectas justo donde deben estar, ni un segundo antes ni uno después, es lo que convierte sus canciones en pura orfebrería musical. Denle una escucha a un tema como «Black Car from Avalon», por ejemplo, y comprobarán que no miento.
Como un papel secante que hubiera absorbido lo mejor de la música americana de las últimas cinco décadas (seis, si me apuran), Dark desgrana ecos de Tom Petty y Warren Zevon, Bruce Springsteen y Jackson Browne entre muchos otros. Pero lo hace con la seguridad de usar unos cimientos conocidos para, a partir de ahí, construir con materiales -si no enteramente nuevos- sí de una calidad superior. De lujo, hablando claro.
Encargándose además él mismo, de nuevo, de todo el proceso. Desde los instrumentos a las mezclas y masterización (apenas hay cuatro invitados en segundas voces, y la guitarra de Joel Davis -ya presente en Good Future – en otros tantos solos), los créditos son unipersonales. Mérito añadido para uno de esos músicos que te hacen recordar por qué el rock se te metió una vez, ya hace tanto, en las venas. Uno de esos músicos a los que, cuando termina la última canción, te gustaría tener delante, ni que fuera solo para poder darle las gracias por el viaje.
Eloy Pérez
