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El día que Leonard Cohen conoció a Phil Spector

 

DEATH OF A LADIES’ MAN

A mediados de los ´70, Leonard Cohen y Phil Spector se encontraban en una etapa no muy próspera en sus respectivas carreras desde el punto de vista comercial. Cohen, aunque seguía siendo popular en Europa, nunca había podido lograr triunfar en USA.  Por su parte Spector, creador de éxitos durante la primera mitad de los ´60 con su afamada técnica de producción, había obtenido algo de suceso a principios de los ´70 -produciendo discos para John Lennon y George Harrison e. o.-.

Sin embargo, el comportamiento del seminal productor se había tornado cada vez más errático, afectando a su reputación. Sumado a ello que el impacto de sus producciones había mermado sensiblemente, era visto en esa época por la prensa especializada como una gloria del pasado.

Leonard conoció a Spector por primera vez a fines de 1974, cuando el prestigioso songwriter se encontraba en Los Angeles para ofrecer una serie de shows en el club Troubadour de West Hollywood a principios de diciembre de ese año. Fueron presentados por Marty Marchat, quien en ese momento era abogado de ambos. Tras la última actuación, la tercera noche, Phil organizó una recepción para Leonard en su casa, una mansión de estilo español en Beverly Hills.

Cohen y Spector congeniaron enseguida en la reunión posterior al concierto y mantuvieron un contacto esporádico desde entonces. Cuando más tarde, en 1976, Leonard visitó nuevamente los Angeles, Phil lo invitó a su casa. Spector tenía la extraña costumbre de mantener siempre su casa a temperaturas extremadamente bajas, a causa del aire acondicionado que ponía a mínimos.

La primera noche, ambos trabajaron en una nueva versión de I Went to Your Wedding” de Patti Page. Al amanecer, habían escrito dos canciones nuevas. Leonard escribía las letras y Spector sacaba la música en un piano. Se había sembrado la semilla de lo que se convertiría luego en el disco Death of a Ladies’ Man.

Durante algunas semanas Leonard y Phil escribieron algunas canciones, todo ello en un generoso contexto etítlico. Lénard solía ingresar a la mansión de Phil todos los días al caer el sol, siempre impecablemente vestido, pero llevando algún abrigo para soportar la helada morada de Spector. Al poco tiempo, Cohen – alentado por su discográfica Warner -que deseaba que Leonard tuviera un éxito en los USA-, decidió grabar un álbum que sería producido y co-escrito por Spector.

 Cohen acababa de mudarse a Los Angeles. En una entrevista de 1977 señaló: “Me gusta. Es tan desesperada que no está nada mal. Y, además, esta es la única ciudad en el mundo donde he escrito una canción sentado en un vehículo aparcado en una entrada”.

Y agregó sobre Phil Spector: “Phil no es un gran autor de canciones, pero es atrevido. Lo bastante como para emplear las melodías más prosaicas y, sin embargo, convertirlas en completos éxitos. Por eso sus composiciones son brillantes”.

Leonard estaba especialmente impresionado por los primeros trabajos de Spector, temas como “To Know Him Is To Love Him” y “You´ve Lost That Lovin´ Feelin´”. Consideraba que las imágenes empleadas por Spector en sus canciones eran muy expresivas, que les hablaban a todos y que su verdadera grandeza radicaba en su habilidad para hacer llegar masivamente esos pequeños momentos de anhelo conmovedor.

PISTOLAS Y HAMBURGUESAS

A inicios de 1977 el dueto compositivo Cohen-Spector entró en los míticos estudios de grabación Gold Star de East Hollywood, propiedad de los ingenieros Dave Gold y Stan Ross, el cual había abierto sus puertas en 1950. Gold Star se construyó para los autores de canciones y se destacaba en el mismo la sala de resonancia del estudio. Para tocar en las canciones del disco, Spector reclutó a un nutrido grupo de los músicos de estudio más prestigiosos de Los Angeles, que incluía a los guitarristas Dan y David Kessel, los baterías Hal Blaine y Jim Keltner, el bajista Ray Pohlman y el percusionista Terry Gibbs, entre muchos otros.

También el célebre productor decidió contar con la cantante Ronee Blakley, para dar apoyatura vocal a Cohen en los coros en diversas temas. Leonard no se opuso, dado su gusto por las voces femeninas. Justamente cuando se encontraba ante un nutrido público, era cuando se activaba la fase megalómana de Phil, y pronto Leonard comenzó a sentirse abrumado ante tal situación de estudio. Leonard parecía intrigado por el entorno de Spector, y a menudo hacía agudos comentarios y observaciones sobre el mismo.

En una entrevista para el Melody Maker en 1977, Spector explicaba sus métodos de producción: “Cuando dirijo una grabación para mí los cantantes son instrumentos, herramientas con las que trabajar. En mis discos no hay armonías de cuatro partes… Tal vez haya armonías de treinta y dos partes… Me gusta tener a todos los músicos a la vez. Pongo todo en veinticuatro pistas simplemente para ver si están todos enchufados. Cuando grabo, pongo todo en eco de cinta. Grabo pistas básicas y después lo pongo en una pista o a veces en dos. Entonces condenso. Coloco más voces encima. La grabación terminada nunca acaba en más de una pista. Ese es mi método. Como necesitas la capacidad, contrato a los mejores. Yo tengo creatividad y sé lo que quiero”.  

Phil quería que sus músicos tocaran en el estudio como una especie de combinación de banda de Fats Domino y la Filarmónica de Berlín. Había unos treinta o cuarenta músicos en cada sesión. Leonard era todo un profesional y tenía claro que estaba allí para cantar y disfrutaba del gran espectáculo con tantos músicos.

En un principio, Cohen parecía tenso en ese entorno, pues en cierto sentido era extraño y novedoso para él. Pero al cabo de un rato se mostraba más simpático y relajado. Leonard exhibía una agudeza tìpica de caballero, con un gran sentido de clase. Registrado en su mayoría durante principios de 1977, el álbum, después de las seiones en Gold Star, posteriormente se grabó en las salas más grandes de varios estudios, como los Whitney de Glendale y los Devonshire en el valle de San Fernando.

Leonard pasaba por uno de esos períodos en que era incapaz de hablar y no estaba en condiciones de resistir la muy fuerte influencia de Phil, y, al final, su apropiación del disco.

Había muchas armas en el estudio, mucho licor y guardaespaldas fuertemente pertechados, una atmósfera de cuidado. A Spector le gustaban las armas y generalmente tenía una pistola calibre 45 sobre la consola.

Era común ver en el estudio que los músicos se resbalaran por las balas caídas en el suelo, las pistolas mezcladas con las hamburguesas, había armamento por todas partes, no siendo un sitio precisamente seguro.

Cuando estaba trabajando a solas con Leonard, Phil era muy amable, pero, cuanta más gente hubiera en la sala, más salvaje e irascible se ponía el legendario productor, en el marco de una impostada actuación cada vez más extravagante.

“Un día tenía una botella de vino en una mano y una pistola de 35 mm en la otra. Puso su brazo sobre mis hombros, apretó el cañón contra mi cuello y dijo: ”Leonard, te quiero”. A lo cual respondí: Espero que así sea, Phil” – Leonard Cohen –

En este delirante contexto, cierta noche día apareció por el estudio Bob Dylan con sus brazos en torno a dos chicas, con una botella de whisky en su mano derecha. Iba acompañado del poeta Allen Ginsberg.

A petición de Spector, Dylan y Ginsberg, en un ambiente de fiesta, terminaron grabando coros para la canción, de picaresca letra, “Don´t Go Home With Your Hard On” -“No vayas a casa con una erección”-.

Por su parte, Doc Pomus -autor del tema-, estaba en casa de Phil y decidió ir a Gold Star a cantar también en dicha pieza musical.

El poeta canadiense quedó muy impresionado con la grabación de “Hard On“, el número más movido del disco. “Puedo cantarla a todo pulmón”, dijo Lénard mientras tomaba un trago de tequila José Cuervo directamente de la botella.

El tema que intitula al álbum, Death of a Ladies’ Man, se convirtió en la sesión más destacada de todo el disco. Cohen había llevado a su maestro zen, Roshi, al estudio de Whitney cuando se encontraban grabando dicha canción. Spector hizo una pausa esa noche. Todos abandonaron la zona de grabación, quedando solo Leonard y Phil junto al guitarrista de sesión Dan Kessel, en una memorable sesión.

MI PROPIO EJÉRCITO PRIVADO

Cierto día, transcurridos varias semanas de la grabación, súbitamente Phil dejó de aparecer por el estudio, quedándose con todas las cintas y continuando a solas la mezcla de las mismas.

Leonard estaba atónito, pues no consideraba que sus voces grabadas fueran en absoluto versiones definitivas, sino solo voces de guía para orientar a los músicos del estudio. Esperaba haber podido dedicar más tiempo a mejorar su forma de cantarlas, pero con Spector reteniendo las cintas en un lugar desconocido eso parecía imposible. Cohen señaló al respecto años después: “Tenía la opción de contratar mi propio ejército privado y luchar con él en Sunset Boulevard o dejarlo correr…lo dejé correr”.

Cohen terminó el proyecto sintiéndose vapuleado, dolido y como una víctima más de la despiadada agresión sónica -y psicológica- por parte de Spector. A lo largo de los años, Leonard se ha quejado de esta actitud despótica y a veces amenazante de Spector.

Sin embargo, en una entrevista de 1977 manifestó: “Este es el álbum más autobiográfico de mi carrera. Las palabras salen con un tono suave, no duro, pero todavía hay en ellas mucho resentimiento, negatividad y decepción. Me gustaría que, en ocasiones, hubiera un poco más de espacio para que surja la personalidad del narrador de las historias, pero, en general, el tono del álbum es muy manifiesto, totalmente abierto”.

Cohen también reconoció. “Yo estaba un poco desequilibrado ese año”. Canciones como “Iodine”, “True Love Leaves No Traces” y la canción que da nombre al disco reflejaban esta situación. Y agregó: “Y no olvides el humor. Todo el mundo sabrá ahora que, dentro de este sereno interior budista, palpita un corazón adolescente”.

El álbum fue publicado en noviembre de 1977 – acreditado en su portada como “Canciones por Spector & Cohen”-. Provocó una confusión generalizada y generó críticas generalmente negativas, dejando aturdidos a muchos fans de Cohen. Rolling Stone tituló su reseña con “La pesadilla Doo-Wop de Leonard Cohen”.

En Estados Unidos no entró en las listas. Produjo cierto interés entre los críticos para, poco después, terminar de inmediato en las bateas de saldos.

La portada del disco muestra a un Leonard resignado, sentado en una mesa y rodeado a su izquierda por la modelo de origen húngaro Eva LaPierre y a su derecha por su esposa Suzanne Elrod, siendo la foto tomada “por un anónimo y vagabundo fotógrafo en un olvidado restaurante polinesio”, según consta en las notas interiores del LP.

Con independencia de las circunstancias que los unieron -los negocios antes que el placer-, tenemos en Death of a Ladies’ Man las febriles imaginaciones de dos individuos con muchísimo talento e idiosincrásicos, empujados por un gran número de impulsos artísticos. Tanto Cohen como Spector desarrollaban sus talentos en entornos extremos; la casi patológica necesidad de control de Phil le hacía accionar el termostato hasta la congelación en los alrededores, lo que incomodaba a todo el mundo menos al tiránico magnate del -mejor- Pop. Se podía excusar a Leonard por sus inquietudes. Ambas figuras tenían una gran inteligencia que hacía que la realidad cotidiana se convirtiese en una tarea inmortal. De ahí la necesidad de empujar más allá los límites del decoro y sus vidas personales y profesionales: el canadiense, frío al tacto, con su prosa y poesía afiladas como una navaja; Spector, nacido en el Bronx, ruidoso, amedrentador y obstinado.

 Death of a Ladies’ Man presagiaba otros sucesos de transformación en la vida de Cohen. Su querida madre Masha estaba luchando contra la leucemia. Él, que siempre había sido un hijo leal, se desplazaba de Montreal a Los Angeles para asistirla, pero finalmente ella falleció en febrero de 1978.

También durante este periodo tuvo lugar su separación definitiva de Suzanne, quien cansada de las constantes idas y venidas de Leonard, tomó a sus pequeños hijos Adam y Lorca y partió sin él, asentándose en un pueblo en el sur de Francia.

El año 1978 vio también la publicación de un nuevo libro de Cohen, “Death of a Lady´s Man”, una colección de poemas inspirada por la inefable Suzanne. La diferencia de título con respecto al álbum es sutil pero significativa. El libro exploraba los diez años de relación, sus interminables dificultades, las idas y venidas entre el amor y el deseo, la sumisión, la modestia y la ambivalencia que inquietaban al poeta. La publicación atrajo muy poca atención por parte de la crítica.

Volviendo al disco, sobre el cual Leonard siempre guardó emociones encontradas, cierta vez confesó: “Estoy demasiado avergonzado la verdad sobre lo que ocurrió allí. …Era un caos, pero era parte de la época. Las drogas tenían bastante que ver. Pero me gusta Phil, y el instinto era el acertado. Lo haría de nuevo”.

En un reportaje para el documental “I´m Your Man” de 2005, Leonard manifestó, decepcionado con el álbum, que sentía que las canciones “…se habían alejado de él”. Agregó que el mismo era el favorito de los Punks, así como de su hija.

“Memories” fue el único tema -de los ocho en total que conforman el álbum- que Leonard tocó regularmente en sus shows -en las giras de los años 1979, 1980 y 1985-. Además, la incluyó en su film experimental “I´m a Hotel”, de 1983.

Quizás intentando hacer las paces con su propio pasado respecto de tan agitado período de su vida, posteriormente Cohen declararía:“En cuanto al disco, estoy más tranquilo ahora. En realidad fue una situación de Dr. Jekyll y Mr. Hide. Phil se convertía en otra persona en el estudio. Ese álbum sigue apareciendo en las listas de los críticos. Posee cierto poder. Pero, en toda mi vida laboral de veinticinco o treinta años, es el único trabajo que he sacado en el que yo no he dado forma al producto final. Sin embargo, me alegro de haber conocido a Phil, y él sigue estando en mi pensamiento como uno de los hombres más extraordinarios que he conocido jamás”.

TRIP VINÍLICO

Escuchando el disco encontramos que el mismo implica de cierta manera un alejamiento al estilo minimalista sinónimo de Cohen, dada la utilización del típico “Wall of Sound” de Spector, el cual incluía coloridos arreglos y muchas pistas superpuestas de instrumentos.

Todas las preocupaciones habituales de Leonard -amor perdido, caos personal, duda, dilema romántico, alienación, lujuria- aparecen con gran fuerza en este trabajo discográfico.

 El LP abre con la amena “True Love leave No Traces”, donde Leonard se encuentra acompañado en voces por Ronee Blakley, y entona con su sentida voz: “As the mist leaves no scar/On the dark green hill/ So my body leaves no scar/On you and never will”. Como la niebla no deja cicatriz/Sobre la colina verde oscuro/Así mi cuerpo no deja cicatriz/En ti y nunca lo hará”.

Le sigue  la elegante y efectiva “Iodine”, donde la conjunción entre las afiladas letras de Cohen y la producción con eco de Spector hallan unos de sus puntos más destacados. La letra de la canción reza: en su parte más destacada: “I needed you, I knew I was in danger of losing what I used to think was mine/ You let me love you till I was a failure/ Your beauty on my bruise like iodine” – “Te necesitaba, sabía que estaba en peligro, de perder lo que creía que era mío/ Me dejaste amarte hasta que fui un fracaso/ Tu belleza en mi moretón como yodo”.

La mayoría de los temas del álbum trata sobre temáticas ligadas a la seducción y la sexualidad a pleno, incluso aluden a personajes que desempeñan roles de voyeurs, como en el track siguiente “Paper Thin Mothel” -“Motel fino como el papel”- y encuentran su expresión en el gran despliegue sonoro de Spector.

En la destacada y épica “Memories”, encontramos momentos maravillosos en los que la confusión reinante cobra coherencia y los acordes y los bronces van a la par con el romanticismo frustrado de Cohen. Aquí, el ilustre poeta expresa en la irónica letra del tema: “In solemn moments such as this, I`ve put my trust and all my faith to see/ Her naked body”. “En momentos solemnes como éste, pongo mi confianza y toda mi fe para ver/ Su cuerpo desnudo”

A continuación baja un poco el listón en la algo standard “I Left a Woman Waiting”, para redimirse a continuación en la festiva y trotona “Don´t Go Home with a Hard On”. El tema cuenta con fuertes vientos y una cadencia marcial enfatizada por un duelo de baterías. Por encima de todo suena la amenazante y resuelta voz principal de Leonard, que ocupa el centro de la escena de una manera inesperada pero también efectiva. Además, la presencia de dos guitarras acústicas de doce cuerdas le imprimen al track un sonido particular, una especie de “Punk-Folk”.

Le sigue  “Fingerprints”, con su mirada narcótica, la cual es una canción Country que recuerda la afición de Leonard por dicho género.

Cierra el LP la dramática canción que da título al mismo, «Death of a Ladies´ Man”, con su estribillo tipo himno. En el tema, Cohen muestra su típica faceta de perdedor amoroso: “And the last time that I saw her/ She was living with a boy/Who gives her soul an empty room/And gives her body joy”. “Y la última vez que la vi a ella/ Estaba viviendo con un chico/Que le da alma a una habitación vacía/ Y le da a su cuerpo alegría”.

 

REDESCUBRIMIENTO

En las décadas posteriores, ha surgido un interés de culto en torno a este álbum, lo que indica la fascinación que los fans de la música continúan sintiendo por ambos tótems y en particular por Leonard Cohen.

El disco es -en mi opinión- uno de los mejores trabajos discográficos de Cohen. Ello porque, sumado a la calidad compositiva e interpretativa del mismo, supone un punto de inflexión en la carrera del genial canadiense respecto al sonido más despojado que venía cultivando hasta entonces, siendo un antecedente -amén de poco comprendido en su momento cuando fue publicado- respecto de posteriores trabajos suyos -sobre todo a partir de fines de los ´80-, donde Leonard experimentaría y volvería a dar un giro sonoro en su discografía, en estos casos con texturas más cercanas a la electrónica.

Podríamos decir, a modo de corolario, que este disco suena como el extrovertido más ampuloso del mundo produciendo al introvertido más fatalista del mundo.

AUGUSTO DE LÁZZARI

Bibliografía consultada: “Leonard Cohen. Everybody Knows”, Harvey Kubernik, Backbeat, 2014

 

 

 

 

 

 

 

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