No nos confundamos, aunque usen el nombre del combo que hizo famosa a Mavis Staples junto a su padre Pop Staples, no hay ningún parentesco. El grupo que ahora nos ocupa usaron el nombre como señal de devoción por la agrupación original, y sólo publicaron un disco en 1975, que llevaba por nombre When Do We Get Paid, y es una recomendable rareza de su época que aglutina góspel, soul y blues.
Para empezar la venta de entradas no fue la esperada, también normal debido a lo sepultada que ha quedado su única obra. A la hora prevista salieron los protagonistas de la noche a escena; dos guitarras, bajo, batería y dos vocalistas de avanzada edad de los cuales sólo uno era remanente original del combo. Y lo que nos ofrecieron se puede catalogar pura y llanamente como ejercicio de estilo.
No se puede decir que hubieran canciones al uso, con una base eminentemente soul y góspel y con un excelente trabajo de guitarras tiraron de oficio y bagaje que se palpaba mamado en las iglesias del sur. Arengas y loas al todopoderoso, con participación efusiva y muy activa del público, que calaron hondo en una audiencia que jamás había vivido una experiencia religiosa de este calibre en primera persona.
Una óptima misa nocturna que renovó los votos de muchos de los asistentes. Pero tras cinco ¿canciones? Y cincuenta minutos la cosa se dio por finiquitada, todo muy inesperado. Entiendo que los dos vocalistas tienen una edad avanzada y su estado físico tampoco es el mejor, pero la cosa se presenta escueta a todas luces, ni un mísero bis ¿Arrebatamiento celestial o tomadura de pelo? Eso ya lo tienen que decidir los que asistieron, así que la cosa quedó como un poco agridulce. Lección de soul/góspel por personajes que lo llevan incrustado en el ADN, pero que servidor los ve más en un festival o abriendo como delicioso aperitivo para otros artistas pero no para erigirse como protagonistas de su propio espectáculo.
Texto: Xavi Martínez
Fotos: Sergi Fornols
