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Blues en la encrucijada: Malaya Blue, fijando sus credenciales

Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.

La voz femenina ha escrito grandes, imprescindibles páginas en la Historia del blues, prácticamente desde su génesis. Por más que conocidos y disfrutados, no hará falta mencionar esos nombres que todos sabemos. Pero también es un apartado en el cual uno debe moverse con cierto tiento para discriminar lo genuino de lo espurio, especialmente en los últimos tiempos. Pululan por ahí no pocas vocalistas cuya técnica -impecable- se pone lamentablemente al servicio de unas composiciones asépticas y esterilizadas, banda sonora para comedias románticas y cócteles pijos. Clones sin alma, de atrofiados ovarios, que atufan a finalista de Got Talent y demás fosas sépticas.

Malaya | Discografía | DiscogsNo es el caso, evidentemente, de la protagonista de esta semana. Bourbon Street, su debut en 2014, ya mostraba a una artista por encima de la media; ahí había voz, había imagen, pero también había sustancia y carácter. Y como tal, copó primeras posiciones en las listas de blues británicas, amén de conseguir media docena de nominaciones en los British Blues Awards de 2015. Su continuación, Heartsick (2016) le abriría las puertas del mercado internacional, al tiempo que contaba con un invitado de postín: el legendario Paul Jones, desde aquel momento fan irredento de su paisana. Un segundo paso más que sólido que atrajo la inesperada atención de nada menos que del mítico Dennis Walker. El compositor y productor (en su haber encontramos trabajos con Robert Cray, B.B.King o Bettye LaVette entre otros muchos) quedó prendado de la voz de Malaya en Heartsick; y en una decisión un tanto insólita, pues nunca con anterioridad había trabajado con artista británico alguno, decidió no solo tomarla bajo su protección, sino empezar a escribir canciones expresamente para ella. El álbum que necesariamente habría de surgir de esa colaboración, titulado Still, le supuso a Malaya una inmejorable carta de presentación entre la comunidad blues estadounidense. Se mantuvo en listas más de un año y le consiguió seis nuevas nominaciones, pero en esta ocasión en los Grammy.

Malaya Blue – Blue Credentials | Album Review – Blues Blast MagazineEl salto cualitativo había sido notorio, pero faltaba la guinda. Y esta llegó a finales del año pasado con la edición de Blue Credentials, versión ampliada y mejorada de su antecesor; de nuevo con Walker en tareas de composición (con aportaciones de Joey Delgado y Hank Linderman) y producción, la cuarta entrega de Malaya es uno de esos discos que merecen no pasar desapercibidos. Repitiendo con algunos de los músicos de Still (entre ellos Brett Lucas y Richard Cousins) y con la guitarra como eje conductor de la mayoría de canciones, este debería ser el álbum que le diera el espaldarazo definitivo, dándola a conocer en aquellos circuitos más permeables al blues vocal en los que todavía no haya metido cuña. Un disco oscuro y tenso a la vez que optimista y juguetón, cuando no elegantemente sexy, que cuenta con un trabajo vocal exquisito y un aliciente extra, inopinado a priori, en la recuperación -casi habría que hablar de resurrección- de un tema como es «Howlin’ Mercy». Escrita por Walker treinta años atrás, la canción debería haberse incluido en el disco homónimo del gran John Campbell, producido por el primero para Elektra. Pero en ese año 1993 la compañía se acoquinó, considerando que este siniestro relato de abuso de menores no tenía cabida en su catálogo y, en consecuencia, dejándolo inédito. La oscura, inquietante interpretación de Malaya hace justicia a la leyenda del tema, y así se lo hizo saber su propio autor tras escuchar las primeras mezclas del álbum. Por desgracia, tres semanas después de finalizar las sesiones Walker fallecería, dejando Blue Credentials como una última muestra de su visión y su talento.

Habrá que ver, en un futuro, cómo avanza en su carrera la cantante, ya sin esa colaboración forjada en amistad. Aptitudes tiene para dar y vender, así que si sabe seguir rodeándose de gente de fiar, no debería tener problemas para apuntalar -más si cabe- su trayectoria. A la espera de lo que suceda, no obstante, lo que procede es seguir disfrutando de estas nuevas doce canciones. Doce credenciales sin mácula.

Eloy Pérez

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