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Toundra – Teatro Eslava (Madrid)

Una de las mejores cosas que tiene vivir en una gran ciudad, es que puedes encontrarte con grandes grupos de rock dando conciertos a horas totalmente intempestivas como es el caso de la banda post rock madrileña, Toundra, que el pasado 27 de noviembre llenó el teatro Joy Slava de Madrid a una hora tan poco rockera (y tan de misa) como es un frío domingo de invierno a la una del mediodía. Todo un reto cuando la gran parte de tú público objetivo está vaciando cañas y vermuts de grifo en los aledaños del teatro.

Las inclemencias climáticas y horarias no fueron problema para que el veterano cuarteto instrumental saliera al escenario a ofrecer un potente tsunami sónico al público que llenaba a la sala. Público, que por lo peregrino de la cita andaba un poco frío de primeras y al que le costó entrar en calor en los primeros compases de la velada. Que la banda telonera “Burro” hubiese estado amenizando la velada con sus sonidos acústicos e intimistas a una parroquia vestida de riguroso luto y ávida de alto voltaje, tampoco ayudó demasiado a caldear el ambiente.

Durante algo más de una hora y media, la banda interpretó sobre el escenario su último álbum de estudio, ´Hex’ (enero 2022) haciendo alarde de su característico virtuosismo experimental a través de diferentes capas y atmósferas sonoras. Una especie de jazz progresivo experimental anabolizado lleno de cambios de compases imposibles apuntalados en los overdrives y fuzz de sus pedaleras para crear sus oscuros y etéreos paisajes musicales, y siempre en detrimento de la distorsión, pero sin dejar de lado un buen muro de decibelios.

Todo un despliegue musical que, si bien impresiona por su potencial técnico y su capacidad de teletransportarte a lugares oníricos, es cierto que pasada la primera mitad del concierto el sonido de la banda resulta algo repetitivo y puede causar cierta fatiga y monotonía en el oído profano. Sin embargo, esto no fue óbice para que el público allí presente, (treintañeros y cuarentones en su mayoría) fuesen entrando en calor poco a poco hasta acabar en un aquelarre rockero.

En definitiva, un concierto potente y directo a vena, que dio a sus seguidores lo que esperaban de la banda: más de una hora y media de pasajes etéreos y experimentales aderezados con una buena pátina de oscuridad marca de la casa sin descuidar la fuerza en sus interpretaciones. Y es que Toundra no goza del título de banda de culto por nada, sus siete discos de estudio junto a los potentes directos que los han hecho girar por todos los garitos underground europeos no hacen más que legitimar éste estatus.

 

Texto y foto: Javier Ganel

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2 Comentarios

  1. Extraordinario

  2. Para mi Toundra, tiene el gusto de los grupos de antes, sin duda los seguiré en próximos eventos.

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