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The Courettes – Fun House (Madrid)

 

A pesar de sus coordenadas netamente underground, la visita del dúo formado por la brasileña Flavia Couri y el danés Martin Couri logró generar suficiente expectación en Madrid como para que la productora Folc records concertara dos pases de la banda en una misma tarde-noche. Un éxito alcanzado de antemano que no podía sino presagiar una gran liturgia de rock and roll, como así fue. Servidor asistió al segundo pase, programado para las 22h, en horario perfectamente compatible para el maridaje entre buen fútbol «Mundial» y buena música en directo, todo ello, cerveza en mano.

 

Las apariencias inocentes, inmaculadas, súper cool, del dúo en sus portadas e imágenes, pueden llevar a engaño. Su filiación por el universo Spector/Ronettes es manifiesto y riega su sonido, especialmente en las grabaciones, pero en directo la cosa cambia. Su querencia por el fuzz da un toque garajero al más puro estilo revival garage 80’s, imprimiendo fiereza a su sonido. A ello se suma muchísima actitud por parte de ambos y un estilo, el de Martin a los parches, muy animal, que da ese plus de energía en vivo.

Cuando atacan hits como la muy Ronettes «R.I.N.G.O.», exhiben un acierto melódico y una frescura fantásticos. Por otro lado, con cortes como «Edge of My Nerves», afilan colmillos exhibiendo una pegada cuasi proto punk, regada en fuzz, mucho más cercana a The Sonics que a las Shangri-Las. He ahí dónde reside su encanto, en esa dualidad en la que tan bien se mueven. A ello hay que añadir el derroche de energía y una comunicación constante, con la que se meten al respetable en el bolsillo desde el primer minuto.

Diálogos entre ellos, con el público, Flavia volando con su guitarra en brazos del público o apostada sobre la mesa del merchandising «apuntando» con su instrumento, gritos, espasmos, un buen juego de voces femenina/masculina… Muchos elementos que se suceden en pos de un show entretenido en el que no parece que solo toquen dos personas. Y, como decíamos, su sonido es cercano a los mencionados tótems del género, pero también a bandas cercanas más contemporáneas que han bebido de las mismas fuentes, léase The White Stripes o The Raveonettes, cuya afinidad con los mismos referentes es más que evidente.

Más de una hora de concierto sudoroso, divertido y cercano, con buena parte de todo aquello que nos hace amar el rock and roll, en sus vertientes más ensoñadora y primitiva. Un ejercicio de estilo sincero y sentido. Un derroche con el que disfrutan ellos y nos contagiamos nosotros. Y todos felices.

 

Texto: Daniel González

Fotos: Salomé Sagüillo

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