El ciclo de conciertos Cruïlla Tardor reunía en la Razzmatazz a la banda más potente del panorama –si se quiere, juvenil– punk con melodías pop, los madrileños Carolina Durante, junto a otros dos jóvenes proyectos: Aiko el grupo y Banani. Abría puntual Bruno Banani, envuelto entre guitarras y sintetizador. Presentó los cortes de su primer elepé para tratar de calmar a millennials de su edad. Entre «Bambas con velcro» y «Folklore nacional» entretuvo a los primeros asistentes que no dejarían de poblar la sala hasta llenarla. Oídos y gaznate entrando en calor, manos frías por la cerveza, quedábamos preparados para la estricta puntualidad de Aiko el grupo.
La banda madrileña formada por el trío femenino Teresa Iñesa, Lara Miera, Bárbara López, escudadas por Jaime Acosta, asaltó una de las salas más históricas del panorama barcelonés sin complejo alguno. Derroche de pop con regusto a chuchería vestido de actitud y sonido punk. Las melodías de Bárbara a las teclas son pegadizas y adornan las guitarras de Lara, cuya voz compagina a la perfección con los gritos desgarrados de Teresa. Recorrieron su primer elepé, desde «Arroz con Ketchup» a «Por qué no dices la verdad», uno de los cortes cuyo desarrollo despertó mayor interés. Presentaron novedades como «Sexo Fender», e incluso la sugerencia de algún próximo plato fuerte. Historias personales como «Romantinski» ganan intensidad con la interpretación de una banda que, aunque derrocha juventud, transmite seguridad, confianza y mucha intención.
Llegó el momento. Carolina Durante saltaban al escenario con música de ceremonia, la misma que precede los grandes eventos. Y es que la banda madrileña ha ganado músculo con su segundo elepé en todos los sentidos. Dominan la escena, el escenario y el público. Abrieron con «10», rindiendo homenaje a Leo Messi, sabedores de la ciudad en la que se encontraban. Parcos en palabras, recorrieron su reciente lanzamiento con toda la rabia acumulada que transmite «Aaaaaa#$!&» y acontecimientos recientes como «Moreno de contrabando». La profesionalidad que aúnan es innegable: Juan es maquinaria fina a la batería, la que sostiene el bajo de Martín y la sutileza de Mario a la guitarra. Pero la actitud tiene un nombre propio: el de Diego Ibáñez, que bien podría auto-proclamarse frontman español del momento y nadie con ojos en la frente lo acusaría por ello de soberbio. Sin duda recuerda a muchos otros, como Rotten o Ian Curtis, tanto por su cante encorvado como por sus movimientos espasmódicos. Pero pese a estas contrastadas influencias, su presencia transmite carisma y personalidad sinigual.
Las letras, plagadas de humor e ironía, pero también de verdad, divierten y conmueven a la par, conectando tanto con adolescentes como con adultos que superan los cuarenta-y-tantos, hecho reflejado en el público tan heterogéneo que abarrotó la sala. Si bien, mientras los segundos quedaban recluidos en las últimas filas a medida que avanzaba la noche, los primeros, aún con rodillas frescas, protagonizaban pogos propios de los mayores espectáculos punk. Pero algo tienen en común unos y otros representantes de dos generaciones: y es que sus voces terminan desgarradas sin perdonar una sola línea de las letras del grupo.
Se sucedían momentos álgidos alrededor de «Granja escuela» o «Joder, no sé», pero ninguno de flaqueza, demostrando por mérito propio por qué son uno de los grupos favoritos del momento. El sudor poco a poco llenaba el suelo, convirtiéndolo en superficie resbaladiza, mientras a la cerveza le daba por saltar sobre nuestras cabezas con afán de alcanzar el cielo. En apenas un suspiro, habíamos recorrido todos juntos la hora y quince minutos para presenciar su despedida con «Famoso en tres calles». Quedamos extasiados. Diego saltó al público dejándose llevar en volandas como el ídolo en el que se ha convertido para esta particular masa. Mario hacía lo propio. Abrazos y agradecimiento, despidiéndose entre besos, aplausos y recuerdos. Sin bises, ni falta que hizo. Nadie los pidió, estábamos satisfechos. Quedó confirmado: aunque no sabemos hasta cuándo, siguen siendo el grupo del momento.
Texto y fotos: Borja Figuerola
