Encuentros

Montana Stomp, una verdadera estampida de búfalos

El álbum de debut de esta banda ha llegado casi con el cierre del año, por lo que es muy probable que no aparezcan en las listas de lo mejor del año, una tremenda injusticia. Su sonido es poderoso y sus canciones enganchan… Este viernes 16 de diciembre debutan en La Llotja, en Elche, una de las dos bases de operaciones de Montana Stomp.

Tienen la palabra Susana (voz), Óscar (guitarra), Josete (teclados), Beto (bajo) y Adrián (batería).

Bueno, ya está en la calle vuestro álbum de debut, ¡por fin! No me malinterpretar, pero sorprende que haya llevado tantos años siendo unos músicos solventes y con bagaje.

Óscar: Sí, ¡por fin se puede escuchar ya nuestro trabajo! Ha llevado tiempo, casi cinco años, pero es una visión bastante distorsionada, puesto que la banda prácticamente no pudo funcionar desde aquél mes de marzo de 2020, cuando nos mandaron a todos a casa hasta casi finales de 2021. Somos la mitad de Elche y la otra mitad de Zaragoza y tardamos bastante en poder circular libremente entre comunidades autónomas y en lanzarnos a hacer la inversión con toda la incertidumbre que se vivió.

Logísticamente no parece la mejor decisión que hayas dos facciones dentro de la banda que estén separadas quinientos kilómetros. ¿No se os ha ocurrido otra forma de complicarlo un poquito más? (risas)

Óscar: (risas) ¡Nos lo dicen mucho! Pero así ha surgido, estamos los que tenemos que estar y, creednos, esa distancia ha sido el menor de nuestros inconvenientes. Acabamos de sacar un primer disco gestionado y financiado al cien por cien por nosotros, habiéndonos enfrentado a infinidad de problemas, algunos conocidos y otros un poco más inesperados, pero sabíamos que esto salía adelante sí o sí. Ahora nos reímos mucho porque decimos que solo el primer disco ya nos da para un libro y un documental de anécdotas de Montana Stomp.

Al menos ha merecido la pena, porque el álbum es muy bueno. Con unas señas de identidad bastante claras: boogie, rock sureño, hard…

Josete: La música que hacemos viene de ahí, como bien dices, incluso podríamos añadir toques country, blues o soul. Son estilos muy clásicos que podrían tender a que cualquier artista con estas influencias se acomodase en los clichés típicos, en la zona de confort. Nosotros hemos querido ir un poco más allá y, aunque bebemos de todos esos géneros, creemos que se ha conseguido que suene a Montana Stomp, que tenga personalidad y originalidad, sin perder el toque tradicional que aportan nuestras influencias.

Susana, tu voz rasgada es lo primero que salta a la vista, o más bien al oído. Se me ocurren un montón de nombres de grandes cantantes, pero de mujeres sobre todo me viene a la cabeza Etta James.

Susana; ¡Palabras mayores! Me da mucho miedo hablar de comparaciones, pero siempre va a haberlas. Sí, es muy habitual que se mencionen nombres de cantantes masculinos cuando se hace referencia a mi voz, y también suelo escuchar muchas veces nombres como Janis, Tina, Joan… Pero me das donde más me duele y me cura a la vez: Etta James y su icónica portada en At Last van tatuadas en mi mano derecha, por si alguna vez me pregunto qué hace un micrófono en esa mano. Era una mujer con personalidad y muy natural, y creo que son dos cualidades que deben trasladarse al escenario. Aunque también hay temas en el disco, como «That Song (The Right Track)» que he disfrutado muchísimo cantando, y tienen un acercamiento muy limpio en su mayoría. Cuando la intensidad sube, la distorsión también, pero es algo natural en mí.

La otra credencial sonora es la combinación sonora de guitarra y piano, fundamental en una banda como la vuestra. Hay solos que recuerdan al estilo de Slash y riffs de piano que parecen muy inspirados en Jon Lord, ambas influencias que encajan pero a la vez sorprenden en una banda tan sureña.

Óscar: Es cierto que, influencias aparte, guitarra y teclado son fundamentales en el sonido Montana Stomp. Hemos cuidado mucho las partes de cada uno, no únicamente en los solos, sino en las rítmicas que hacen ambos, en las que a veces doblan la misma línea o riff para reforzarlo, otras se complementan con texturas diferentes… Se puede decir que toco la guitarra por descubrir con apenas diez años a Slash y a los Guns, aunque luego las influencias han sido muchas y variadas, desde algo más blues rock como Joe Bonamassa o Warren Haynes hasta lo más clásico como Hendrix o Albert King.

Josete: En los teclados, además se pueden encontrar pequeñas trazas, quizás no tanto de estilo pero sí de recursos interpretativos propios de grupos con los que crecí a nivel musical de la época más psicodélica de Woodstock, o la sonoridad del blues más tradicional, y no sólo eso, sino que trato de fusionarla con una fuerte y evidente influencia del sonido y forma de acompañar propia de Jon Lord. Teniendo en mente siempre el estilo personal que queremos desarrollar en Montana, tomo de base mucho del sonido y estilo de la época que más me gusta, y está se desarrolla entre los 60s y los 70s. Por otra parte, le debo mucho también a Ray Manzarek, teclista de The Doors, ya que fue el que inició mi diccionario de influencias y seguramente el que más me empujó a desarrollar mi propio lenguaje gracias al uso de recursos sencillos pero súper efectivos en la música. Pero además tienen parte de culpa en mi influencia algunos otros teclistas tan variopintos como Richard Wright, Elton John, Billy Powell, o Keith Emerson, por nombrar sólo unos pocos y más notables.

Artwork: AviLustraciones

Me consta que habéis pasado muchos años tocando versiones en diferentes proyectos. Supongo que habréis acabado hasta el gorro, pero precisamente es ahora cuando los tributos están funcionando mejor, aunque levantando opiniones muy controvertidas.

Susana: Las versiones son homenajes a músicos que son importantes para nosotros y que incluso tienen hueco en nuestro primer álbum. Se pueden tocar por placer en algunos casos y también porque es un trabajo complementario y muy digno. En cualquier caso seguimos tocando algunas y lo seguiremos haciendo, pero no con Montana Stomp. De lo que yo personalmente he acabado hasta el gorro es de esa sensación de vértigo ante la lotería de estar cantando por ejemplo “Desperado” y que un iluminati grite: “¡Más caña!” Es entonces cuando la única caña que se me ocurre darle es la de mi bota (risas). Aunque también hay muchos otros momentos mágicos cuando reinterpretas canciones para un público que se engancha de modo positivo y te cuenta lo importante que es para esa persona una canción determinada. Lágrimas a millones en algunos casos y abrazos sentidos en muchos otros.

Óscar: No tenemos nada en contra de que alguien toque temas de otros, cada uno de nosotros lo ha hecho anteriormente, pero hay detalles que duelen, líneas rojas que no se deberían cruzar: desde salas y músicos que cobran una miseria y en negro, sin altas de los trabajadores, a grupos tributo que usan la foto y carteles del grupo original sin poner la suya propia… Son cosas que duelen un poco, sí.

Yo incluso creo que os leí hace años en redes sociales que no os ibais a volver a un escenario hasta que no fuera con vuestras propias canciones… ¡Y ha llovido mucho!

Susana: ¡Eso es cosa mía! (risas) Hace dos años y varios meses, algo en mi interior me hizo parar y decidí que no volvería a subirme a un escenario hasta que fuese con Montana, y así ha sido, aunque la frase que más he repetido en todo ese tiempo es: “Estoy que me canto encima”… ¡Y alguna otra menos políticamente correcta! (risas)

¿Cómo os conocisteis entre vosotros?

Adrián: Ha sido un proceso que a priori parecía una locura y resultó ser algo natural, que caía por su propio peso. La argamasa que unió a la banda fue Ángel Julián, gran amigo y músico zaragozano que ya estaba en contacto con Óscar y Susana. Cuando comenzamos a hablar los cuatro del proyecto, sonaban palabras mayores que nos unían como Blackberry Smoke, Gov’t Mule, Black Crowes… Además del trabajo duro y valores. Ángel trabaja en producción con Ara Malikian y no pudo continuar como bajista en la banda y en ese momento tuve claro que Beto Foronda iba a sumar en todos los aspectos a esta máquina incombustible. No solo es mi hermano del alma, es un bajista apasionado por su instrumento, creativo y una bestia escénica. Estaba claro, y el resto de compañeros, incluyendo a Ángel, pensaba igual. Josete Meléndez se incorporó a las teclas porque las canciones pedían a gritos un músico preparado para ser igual de loco con el Hammond que sensible con el piano. El resto comienza a ser historia de la banda ya, el sonido Montana.

Este viernes 16 de diciembre debutáis en Elche… ¿Os vais a lanzar a la carretera o pensáis ir despacito?

Oscar: Me hace mucha ilusión porque nací aquí, aunque medio corazón está también en Madrid, por los años vividos trabajando con otros artistas allí. Teníamos unas ganas tremendas de dar a conocer los temas. En Elx soltaremos al toro por primera vez, sí, pero tenemos ya más fechas cerradas a partir de marzo. Vamos a tomarnos enero y medio febrero para grabar nuevo material y un par de videoclips. Tenemos unas ganas locas de seguir tocando en directo, es nuestro oxígeno.

Susana: ¡Estamos de botas abiertas! Como dijo Tom en Into The Great Wide Open: The skyyyy waaaas the limit! (risas)

Habéis metido un versión del «Mississippi Queen» de Mountain, que encaja con vuestro rollo pero que me da la impresión de que habéis huido de meter algo más obvio.

Beto: Mountain es una banda que nos gusta a cada uno por diferentes motivos. Cuando barajamos la posibilidad de incluir este homenaje a todos nos pareció una idea brutal, haciéndola sonar a nuestro modo, por ejemplo incluyendo las teclas y el solo de Óscar. Es cierto que es poco obvio, pero según para qué público. Para quienes conocen el tema por videojuegos, sonará de un modo diferente a quienes disfrutan del rock elegante y pesado de los de Leslie West. En mi caso particular, su bajista, Felix Pappalardi es un músico muy valorado. Viene del rag, del jazz, género que adoro. Además no sólo componía mano a mano con West sino que arreglaba y tenía mucho peso en la producción de grandes álbumes de otros artistas, como el Disraeli Gears de Cream, que es también una banda que nos apasiona.

Susana, aprovechando que eres bilingüe y que cantáis en inglés, estaría bien que marcarais una estrategia para también tocar fuera.

Beto: La verdad es que los temas surgen en inglés de una forma natural, a raíz de nuestras influencias, y eso, tal vez te cierra unas puertas a nivel nacional como te abre otras. Estamos trabajando para salir fuera de España y se barajan varias opciones en Europa y América. Algunas porque nosotros llamamos a esas puertas y otras a raíz de haber trabajado varios años fuera. Justo esta semana nos tendían la mano compañeros adorados con mucho peso en Argentina, pero hasta que no esté al cien por cien confirmado vamos a ser prudentes. Lo haremos público con mucha ilusión en cuanto sea posible.

Sí, aquí está claro que tendrías más impacto en castellano. ¿No os habéis planteado hacer algo en nuestro idioma o hacer una versión del disco, como hicieron Barón Rojo con el Volumen Brutal, en español e inglés?

Adrián: Mentiríamos si dijésemos que no ha surgido nunca la conversación, sobre todo es algo que Susana y yo hemos valorado muchas veces,  pero la verdad es que nos sentimos muy bien con las letras en inglés. A nivel nacional hay grandes bandas haciendo rock en castellano, pero en este estilo de música, el inglés es tan universal, está tan arraigado, que creemos que la gente también lo va a aceptar, de hecho, así ha sido en estas primeras semanas con el disco en la calle.

Susana: Lo de hacer una versión del disco en castellano es algo que se me pasó por la cabeza y propuse al resto de compañeros en su momento, pero tengo la suerte y condena de tener total libertad para escribir las letras en los temas, y me he criado leyendo poesía y libros sobre filosofía, psicología y mitología en inglés. La música que me ha acompañado desde que tengo uso de razón también ha venido marcada en ese idioma y las melodías me nacen de un modo natural en inglés, pero no descartamos la posibilidad de incluir temas en español en el siguiente álbum.

Si eres una lectora entiendo que le das importancia a las letras, que evidentemente escapan de los clásicos clichés del género, no sé si de una manera intencionada.

Susana: Es un punto importantísimo y sagrado para mí e intentado no abusar de tópicos típicos. Prefiero contar historias de gente del día a día, de cosas que conocemos y vivimos.

Puedes disfrutar de esta entrevista en el programa Rock’n’Roll Animal Live:

Por ejemplo…

«Bad Luck River» habla de las aventuras y desventuras de cinco músicos con los que cualquiera se puede identificar, tocando día tras día canciones de otros mientras sueñas con dejar atrás ese río de la mala suerte, solo que en este caso dice cosas reales, como que el coche de Beto se rompió mientras grabábamos el disco, y yo tuve que vender mi guitarra para pagarlo. Pero la letra más importante para mí es la de «Alice», que habla sobre salud mental, un tabú que debe dejar de serlo. Hay que normalizar, entender y visibilizarlo y Alicia se da cuenta de que todas las voces que escucha están en su cabeza, diciéndole lo que tiene que hacer y cómo tiene que ser físicamente, hacia donde tiene que ir su vida… Todos los personajes de Lewis Carroll aparecen en los versos de esta canción. Finalmente, tras un pulso con la cordura, Alicia decide salir del cuento y se tira de cabeza por la madriguera. Basta de cuentos, basta de estigmas. Nos queda mucho aún para que deje de señalarse con el dedito cada cosa que no entendemos. ¡Viva Alice! Y que vivan Adrián y Josete, que consiguieron plasmar a la perfección esa caída loca por la madriguera y esos bombos sublimes que simulan los pasos firmes hacia la luz. Todos estamos un poco locos, y eso es maravilloso.

¿Cómo lleváis el tremendo cambio de la menguante industria musical? Hoy grabar por tu cuenta es mucho más barato y parece que es más fácil obtener visibilidad por medios propios, pero por otro lado la oferta es abrumadora.

Óscar: Es cierto que las cosas han cambiado mucho y la autogestión hoy en día es fundamental como artistas. Yo creo que tiene más de positivo que de negativo: hace años se nos dejaba ver solo la punta del iceberg, los pocos grandes grupos que conseguían estar avalados por las discográficas, las televisiones, radios… Llenaban estadios, pero para el resto no quedaba casi nada. Hoy en día hay una especie de “clase media” que ha nacido, bandas y artistas que, si bien no hacen una gira mundial de estadios, viven de su música tocando en salas y recintos más pequeños por todo el mundo y cuidando mucho a su público. Y ahí entra la segunda cuestión: el fan ya no reclama lo mismo que hace años, ahora quieren ver cómo eres en realidad, a través de las redes sociales, sentirse parte del camino que recorres como banda. Si te compran un disco, quieren que se lo firmes, les gusta hablar aunque sea unos segundos contigo, te dicen que vinieron a otro concierto hace tiempo y se emocionan si les recuerdas, es una relación directa, ¡y nos encanta!

Texto: J.F. León

Fotos: Andrea Silván

 

 

 

 

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