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Gluecifer – Santana (Bilbao) y La Paqui (Madrid)

Biff Malibu y Captain Poon

Después de presenciar un show de Gluecifer la única pregunta es obligada: “¿Dónde estarían ahora los noruegos si no hubieran parado en 2005?”. Porque todos esos años sin actividad tras su disolución, con el ritmo que llevaban de publicación de discos y viendo el nivel que tenían… en fin, podemos jugar a las hipótesis y el “¿y si…?”, pero no cambia nada. Gluecifer se marcharon, volvieron y ojalá que para quedarse definitivamente. Si el famoso concierto del Azkena Rock Festival de 2018 fue  apabullante, lo del primer concierto en esta mini gira (Bilbao, Madrid, Valencia) no le ha ido a la zaga. Exhibición, un puñetazo de rock sobre las caras de todo el público asistente a una sala que  vivió una de las veladas más esperadas del año.

Antes, calentaron el ambiente The Good, the Bad & The Zugly, el grupo del nuevo vocalista de Kvelertak, Ivar Nikolaisen, un combo que tira más hacia el Hard Core que a los clásicos sonidos escandinavos, aunque la influencia de Turbonegro y de Kvelertak (lógico por otra parte, todo se pega…) era palpable. Once temas en la media hora pasada de actuación, con la dificultad que tiene calentar de cero a cien al público que pululaba por la sala y, sobre todo, con su propuesta. Tras la intro clásica de “The Good, the Bad and the Ugly” de Morricone (qué otra si no) “¿What´s my rage again?” abrió una actuación que intentaba llegar pero costó. Coros hardcoretas de manual, guitarrazos furiosos y una voz más limpia de lo habitual en estos casos, eso sí, con el deje a lo Kvelertak presente durante toda la actuación. Muy bien “Smoke ´em” y “Vik Bak Meg Satan”, quizás sus dos mejores temas de la noche. La rapidez endiablada de “The original Incel” dio paso a la rockera y sólida “The kids are alt-right” y “Nostradumbass”, ya con el público más metido en lo que veían sobre las tablas, colaborando con los coros en “Corporate Rock”. Y tres temas más para acabar. No estuvo nada mal y habrá que verlos compartiendo cartel con algún grupo más de su estilo.

The good, the bad and the Zugly

Pero había ganas de lo que había ganas. Gluecifer. Palabras mayores, de vuelta y parece que con solución de continuidad. Y pocas dudas de que iban a ser una apisonadora, como lo demostraron ya con la inicial “Get the horns”. Boom. Ya está, son ellos, a un nivel exagerado y entregados a la causa del Rock´n´Roll. Claro, cuando te colocan el listón tan alto de buenas a primeras no queda otra que mantener o subir. Ambas cosas, primeros temas para ir pillando el punto al sonido de la sala (muy poderoso, limpio, algo de agradecer) y a soltar hits. “Call from the other side”, “I got war”, “Go away man”, uno de tras de otro, sin tregua, impecables e implacables y con la voz de Biff Malibú a su mejor nivel.

Era el inicio y ya tenían al público entregado, algo que retroalimenta para ir arriba. Pasamos de mantener a subir el nivel. “Shaking so bad”, la tremenda “Automatic thrill” y la barbaridad de himno que es “Here come the pigs”. Sólo por este tema ya hubiera merecido asistir a la liturgia con los autoproclamados Reyes del Rock. Y tocando la fibra del público vasco, homenaje a Kike Turmix con la versión del “Do anything you wanna do” de Eddie and the Hot Rods, un tema que ya disfrutamos en directo con esta banda de Pub Rock no hace mucho en la primera jornada del Blow Up Fest. Lo dicho, este reencuentro del quinteto noruego con sus fans tiene visos de ser uno de los acontecimientos de este año que está a punto de terminar.

Gluecifer

Con “East living”  ya había mucho movimiento, puños en alto y cervezas volando, tres parámetros para darle el OK a cualquier concierto de Rock´n´Roll y el final fue apoteósico. Una larga “Black book lodge” (palmas con el público, no flamencas sino más rollo Stooges) y agur. Bueno, lo de siempre, bis iba a haber y menuda tralla. “The year of manly living” y “Desolated city”. Para qué quieres más. Y como si esto no hubiera sido suficiente, Malibú fue conversando uno a uno con sus compañeros para tocar la segunda versión de la noche. “Nice boys“, de Rose Tattoo. Sí, ese tema que hay quién piensa que es de Guns´n´Roses. La autoría es de los australianos pero nos pertenece a todos los que amamos y nunca haremos nada en contra del Rock´n´Roll. Lo dicho, Gluecifer han vuelto.

Texto: Michel Ramone

Fotos: Dena Flows

 

Gluecifer – La Paqui  (Madrid)

La cornamenta sigue bien afilada. Gluecifer saltaron a escena atronando con «Get The Horn», dilatando orificios y levantando puños por doquier. Biff Malibu, el mejor intérprete surgido de la ola rockera escandinava de finales de los 90, no ha perdido ni un ápice de su soberbio carácter vocal, y anoche lo demostró con unos berridos, vaciles y tonos milimétricamente precisos que siguen siendo la autoridad que propulsa y ennoblece a la banda. Captain Poon y Raldo Useless tampoco parecen haberse dejado atropellar por el paso del tiempo. Los dos menearon pezones al ritmo del riff-o-rama que comandan sus dedos untados en AC/DC, Dead Boys, Kiss, Stooges, y el resto de pelanas que confieren a la alquímica mezcla de Gluecifer esa fórmula que es tan pegajosa como el Loctite y tan macarra como Lucifer.

Los noruegos solo aflojaron el pantalón en un par de medios tiempos que cuajaron sorprendentemente bien en un repertorio basado en hits que solo lo son para los que estuvimos allí. Hubo pocas sorpresas y, para disgusto de los más tarugos —entre los que me incluyo—, no cayó ninguna de su soberbio y encocado primer álbum. Lo predecible del recital se salvó con una jovial rendición del «Do Anything You Wanna Do» de Eddie and the Hot Rods. La canción vino dedicada a Kike Turmix, por siempre añorado Papa de Malasaña que nos iluminó el camino, entre licor, polvos y chistes malos, hacia el Punk que debía ser rock y hacia el rock que debía ser punk. Gluecifer siempre le homenajean cuando nos visitan, y mentar su nombre empapó el escenario de nostalgia por aquel Madrid de las llamas y las clecas sin cortar. El puñetazo fue el gesto de la noche. Lanzado al aire y acompañado de filipos para corear a contramuslo animaladas como «Brutus», «Black Book Lodge», «Go Away Man», «Bossheaded», «Put Me On a Plate», «I Gotta War» y demás bofetones capaces de despeinar a Kim Jong-un.

El disgusto de la noche corrió por cuenta del técnico de sonido de la propia banda. La sala La Paqui tiene todas las prestaciones para ofrecer un sonido de pelambrera sedosa y altísima calidad que el tipo que venía con Gluecifer, por mucho que meneara la cabeza como si estuviera haciendo el sonido de Bootsy Collins, no supo aprovechar. En más de una ocasión hubo giros de cuello y lanzamiento de puñales visuales hacia la mesa de sonido, pero él estaba más ancho que largo, haciéndose el longuis ante el pelotamen auditivo en el que en algunos momentos sumió al grupo. El asunto no pasó de ahí. Podía haber sonado mejor y Biff Malibu podía haber hecho un poco más el Javier Gurruchaga, pero Gluecifer son un seguro absolutamente infalible. No fallan nunca. Acabaron con el «Nice Boys» de Rose Tattoo, se sentaron en el trono del rock que ya nadie parece codiciar y nos volvieron a bautizar.

Texto: Rafa Suñén

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