Al inicio del show, Dan Whitford anunciaba que afrontaban la gira española de los de Melbourne con una baja (en formato trío ocasional), pero que llegado el momento se dijeron ¿por qué no? Así que ahí estaban, los 3 aussies restantes, sacando adelante el show, a pesar de los obstáculos.
Pero lo cierto es que su show, ya de por sí muy generoso en sonidos pregrabados, acusó la ausencia constante de una guitarra que les afila y les confiere su lado más post-punk. Por ello, la cosa quedó más bailable, si cabe, en detrimento de su lado más «rock», y de canciones como «So Haunted», imposibles de acometer en dichas circunstancias.
Con todo, Whitman lo explicó sin dramas, sonrió y se puso a bailar, cosa que no dejo en todo el concierto, a modo de chamán electro, contagiando al resto de presentes. También nos avisó de que, tras el parón obligado, acaecido en 2020, venían a tocar canciones de todo su catálogo, que es lo que les apetecía en este momento. Así, restaban protagonismo a su último largo Freeze, Melt, para diversificar su repertorio de forma más panorámica y del agrado del fan de toda la vida.
Pero, como cabía esperar, las canciones de In Ghost Colours, su disco más redondo, fueron las más celebradas con diferencia. También piezas hipnóticas como «Standing in the Middle of the Field», con esa influencia africana tan patente, o «Need You Now», posiblemente su mayor hit posterior al mencionado álbum estrella.
Más de una hora de baile, luces y música (luces excelentes, cabe destacar) en una suerte de rave pop, llena de matices propios del trabajo de estudio, pero que, por las circunstancias explicadas, nos impidieron ver todas las caras de los australianos, predominando su lado más electrónico y desenfrenado. Reminiscentes (por momentos) de Depeche Mode, pero sobretodo, de la electrónica-rock de los 2000 de la que forman parte indisoluble, los de Melbourne saben construir hits con alma discotequera, sofisticados pero sensibles en su vertiente pop.
El bis recayó en «Hearts on Fire». Techno emocional que bebe de New Order, pero también del dance de los 90, tocando la fibra y haciendo bailar a todos, a partes iguales. Se merecen y nos merecemos una nueva ocasión en la que podamos disfrutarles en plenitud. Seguro que la habrá.
Texto y fotos: Daniel González
