Son tan escasas, tan esporádicas las visitas de bandas de prog por estas tierras, que cualquier oportunidad al respecto no solo es bienvenida, sino que se convierte en inexcusable. Además, en una carambola que pocas veces se da, y de la mano de Neverland Concerts (San Steve Hackett les bendiga), el público de la Ciudad Condal hemos podido disfrutar -con apenas unas semanas de diferencia- de dos referencias míticas del neo prog: IQ y ahora, Arena. Toda una proeza, en estos tiempos del brexit y post pandemia, seguir siendo capaz de traer a estas bandas y no perecer en el intento.
Con The Theory Of Molecular Inheritance recién salido del horno, el núcleo duro de la banda (Pointer, Nolan y Mitchell) se hicieron acompañar de Kylan Amos al bajo y Damian Wilson en tareas de frontman, en el más amplio sentido de la expresión. Porque lo del cantante de Arena siempre ha sido un puesto fluctuante; siempre cubierto con solvencia, sin duda. Pero lo de Wilson es un espectáculo. Un tipo que, a la sobriedad escénica de sus compañeros, contrapone una exuberancia vocal y un dinamismo de lo más contagioso.
A nivel musical se vivió lo que cualquiera que hubiera visto a la banda con anterioridad ya sabía: intensidad, sentimiento y virtuosismo para dar y para vender. Especialmente en la figura de un John Mitchell que, a pesar de su casi perenne expresión de profe cabreado, dota al directo de Arena de mil y un matices.
De agradecer fue igualmente que, pese a presentar nuevo trabajo, compusieran un set list amplio y diverso, pescando a lo largo y ancho de su ya extensa discografía hasta acabar con la ya clásica despedida a coro con «Crying for Help VII», en otra noche que atesorar para el recuerdo.
Texto y fotos: Eloy Pérez
