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091 – La Paqui (Madrid)

 

Hay dos clases de conciertos: aquellos en los que se escuchar más al grupo que al público y aquellos en los que se escucha más al público corear las canciones que a la banda tocarlas. Por supuesto, los primeros son mucho más abundantes que los segundos, reservados para casos excepcionales. El retorno de los Cero a Madrid puede clasificarse en estos últimos, el signo de la vigencia de un repertorio, de una ritualidad compartida que vuelve una y otra vez, de una experiencia catártica. Habrá quien diga que de un efecto karaoke en el que prima lo conocido (bueno) ante aquello por conocer (bueno y malo, pero incógnito).

Todo ello puede ser verdad al mismo tiempo. Desde el retorno del grupo granadino hace ya seis años, cada concierto se ha convertido en un pequeño rito de retorno al que se han añadido, en ocasiones más recientes, las canciones de La otra vida, que no pudieron gozar de un gran recorrido en directo debido a la pandemia. Salen al escenario de pulcro negro con la declaración de intenciones «Vengo a terminar lo que empecé» y el menú es el conocido, una alternancia entre fondo de repertorio y los clásicos que despiertan a un público formado por cincuentones para los que los Cero formaron la banda sonora de sus vidas: «Zapatos de piel de caimán», «Este es nuestro tiempo», «Cartas en la manga», «La torre de la vela», «La calle del viento», «Qué fue del siglo XX» y, por supuesto, «La vida qué mala es», coreadas por encima del volumen (limitado) de la sala Paqui.

Es posible, no obstante, que a 091 le haya contagiado el mal del grupo retornado, esa sensación de estar repitiendo lo mismo una y otra vez, incapaces de salir de un bucle por mucho que incorporen nuevas canciones. Se nota en la diferencia entre aquellos que los ven por primera vez, extasiados, y los que han repetido, tal vez menos entusiasmados; la sensación de que ya no es lo mismo que en 2016 aunque sea exactamente igual. Uno mira a José Ignacio Lapido y le ve en plenitud de facultades, y también sabe lo difícil que es ser músico hoy, pero se pregunta si todas esas gargantas que corean «Otros como yo» no estarán ahogando a unos músicos que saben hacer mucho más que darle a la gente lo que quieren.

Texto: Héctor García Barnés

Fotos: Salomé Sagüillo

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