Papel

Un Lugar Sin Límites – Alberto Santamaría (Akal)

Música, nihilismo y políticas del desastre en tiempos del amanecer neoliberal

A partir del análisis de la década de 1970, Alberto Santamaría construye un relato sobre la semilla del momento cultural actual, heredero de aquella época. Explora un periodo donde cultura y política se cruzan, especialmente a través de la música y, en concreto, el punk.

En Un Lugar Sin Límites, Santamaría regresa al momento de fricción de los setenta, para revisar esas múltiples emergencias, todas las huellas quizá ahora invisibles y establecer la reflexión desde la parte inconclusa de un movimiento cultural que prendió muy rápido y, al mismo tiempo, fue devorado hasta convertirse en un ente residual, que no logró agitar y desestabilizar el equilibrio de un sistema político desigual. Si bien quedaría como un incendio sin sofocar. Y es en la contradicción donde centra su punto de vista. Así, uno de los posos que deja el libro es la reflexión sobre la veracidad del movimiento punk, si fue simplemente una actitud desfasada del carpe diem o realmente tenía un peso político en sus acciones.

 

Escrito sin un lenguaje rimbombante, con una exposición comprensible, como si de la transcripción de un seminario se tratase, hecho que también se demuestra en las notas bibliográficas donde Santamaría utiliza textos puntuales para apoyar su argumentario, sin suponer una sucesión de nombres y citas entre los que se perdería cualquier lector. El ensayo se diferencia en dos partes. La primera de ellas en las que Santamaría muestra la pasión y la fascinación por el punk y establece una relación sociopolítica. En la segunda, sin caer en un ejercicio de nostalgia, reflexiona sobre los espacios disruptivos de lo neoliberal y el capitalismo. Es en estos espacios donde aparece, y podría decirse se establece, el punk como oposición al progreso y, también, como oposición a la complejidad musical que amaba el rock y el rock sinfónico; entendiendo que el comportamiento de este, como movimiento y como música, se genera no como comportamiento de las bandas, sino del grupo social integrado como parte de este mismo.

«Un arte que rechaza la sociedad, un arte humanista que señala los peligros de esta para el hombre debe hablar necesariamente para ello ese lenguaje nuevo», cita a Goldman el propio Santamaría, y ciertamente el punk pudiera parecer que tenía dicho lenguaje, en las formas y la actitud, ¿o simplemente fue la manera de canalizar un sentimiento de ira y frustración?

 

Texto: David Vázquez

 

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