Encuentros

Xavier Valiño, arqueólogo del rock

Foto: Lúa Valiño

Xavier Valiño es un incansable devorador de música y cine, a la vez de un diligente y ordenado experto en recopilar datos que expone en los numerosos artículos que publica en diversos medios como por ejemplo, el Ruta. No en vano, por aquí le consideramos un arqueólogo del rock. Ha publicado libros tan interesantes como su colección sobre portadas con un volumen dedicado a las portadas censuradas durante el franquismo, “Veneno en dosis camufladas” y otro sobre las portadas esenciales del rock, así como biografías de Golpes Bajos, Elvis Costello, y muchas otras colaboraciones así como exposiciones en las que ejerce como comisario. Acaba de publicar dos nuevos tomos publicados por Efeeme, donde recoge fichas con las mejores 100 películas de música y sobre los mejores 100 documentales, un estudio único y exclusivo hasta la fecha.

 

Has conseguido recopilar 100 películas de música y 100 documentales en dos volúmenes de 250 páginas cada uno apropiadamente divididos por décadas. ¿Se podría decir que están todas las películas musicales que se han realizado (entendemos que no pueden estar todos los documentales porque es un universo infinito y como explicas en la intro, muchos han quedado descartados)? ¿Has tenido algún sistema a la hora de escogerlas?

No, no están todas en ninguno de los dos libros. Se trata de una selección de 100 en cada uno. Sí es cierto que esas 100 están tratadas en profundidad y luego, al final de la mayoría de los capítulos, recomiendo otras de ese mismo artista (ya que me impuse la regla de un único título por artista para dar cabida a más músicos) o del año en que se produjo la película, para que el lector pueda seguir investigando o buceando en la producción cinematográfica musical. El sistema para escogerlas ha sido el visionado de todas las películas y documentales de nuevo, no solo de los 200 escogidos sino de más para poder hacer la selección final. Tenía una idea de todos que me había hecho en su momento pero quería comprobar si con el paso del tiempo seguía manteniendo la misma visión y opinión. Al final el criterio es subjetivo, que realmente me pareciera que merecen la pena desde el punto de vista cinematográfico y musical, aunque también me fijé en la repercusión crítica que tuvieron en su momento para comprobar si no iba muy desencaminado.

La documentación que presentas es excelente, resultado de una revisión de todos los títulos. ¿Cómo arranca la idea y cómo te enfrentas a todas esas horas de metraje por delante?

La idea surgió repentinamente, una noche del año pasado después de haber visto Lover’s Rock de Steve McQueen. De repente se me ocurrió que años y años viendo películas musicales podrían dar para escribir un libro sobre ello que se cerraría precisamente con ese título, que tiene dos de las secuencias de baile mejor filmadas de la historia, así que sería un perfecto colofón. La misma editorial había publicado ya el libro Los 100 mejores discos de rock en directo del amigo Tito Lesende, así que lo podía adaptar al formato. Mi idea era hacer un único volumen que recogiese tanto películas como documentales pero, al hablar con la editorial, decidimos separar las cintas de ficción de los documentales para intentar incluir el máximo, teniendo en cuenta que había material de calidad suficiente. Para escribirlo, lo que hice fue ver un filme cada noche, tomar notas sobre la marcha y al día siguiente escribir el capítulo, a partir de esas notas, mis impresiones y recuerdos y, si era necesario, con algo de documentación buscada, sobre todo alguna curiosidad o anécdota que lo hiciesen más ameno y no pareciese un tratado sesudo.

 

Esa labor documental también queda plasmada en la cantidad de citas y referencias a las que aludes así como extractos de entrevistas. ¿Cómo recopilas todo ese material?

Las citas son casi todas de las propias películas y documentales. Están recogidas durante el visionado de las cintas intentando que fuesen las más representativas de cada una de ellas. El resto de referencias son cosas que recuerdo (y compruebo, no sea que la memoria me juegue malas pasadas) o que encuentro cuando busco documentación. Luego se trata de darle una estructura atractiva a cada capítulo y de condensar en el corto espacio que había para ello toda esa información, lo que obliga a ir al grano y no divagar.

¿Disfrutas más con una peli o con un documental? A la hora de seleccionar la visión, por dónde te sueles inclinar?

Honestamente, no tengo preferencia por uno o por otro. Me interesa ver todo largometraje con un componente musical relacionado con el rock, para tener mi propia opinión al respecto. Es cierto que me suelen defraudar algo menos los documentales, aunque también los hay que repiten fórmulas gastadas o no aportan nada. En el mundo de la ficción hay demasiados intereses en juego y, en ocasiones, lo que llegamos a ver tiene poco que ver con lo que podría haber sido o con la idea inicial del proyecto.

¿Cómo empezó tu interés por las pelis y/o documentales? ¿Cuáles fueron tus primeras experiencias de adolescente? ¿Cuál sería la película que más te ha influido y por qué? Lo mismo con el documental…

Muy fácil: por mi pasión por la música y el cine. Al unirse las dos en una película o documental, estaba claro que me iba a interesar desde un primer momento. Si hablamos de gustos personales, en cuanto a ficción me quedaría con Alrededor de la medianoche y la serie Treme, recordando también a Quadrophenia por lo que me impactó en mi adolescencia. En cuanto a documentales, me quedo con El último vals, Let’s Get Lost y Anvil. Pero si hablamos de los que me marcaron de joven, y como ya indico en los dos prólogos, tendría que señalar la película polaca Yesterday (de 1984, nada que ver con la británica de 2019) y Stop Making Sense.

 

¿Crees que las películas han ganado terreno a los documentales en la actualidad donde la gente precisa entretenimiento por encima de más información?

Más bien creo que es al contrario. De hecho, la prueba la tenemos en un festival como In-Edit que presenta cada año un buen montón de documentales musicales y varios se quedan fuera. En esta última década, como se puede comprobar en el libro, el número ha crecido exponencialmente, mientras el de las películas de ficción se mantiene más o menos. La razón es clara: cualquiera puede coger una cámara y empezar a documentar la vida de un artista, una escena, una tienda de discos, un sello, músicos que están en un segundo plano, un festival, un ejecutivo discográfico o un estudio de grabación (y de todos ellos hay representación en el libro de documentales). Sin embargo, los largometrajes de ficción necesitan de un producción previa y muchos elementos que entran en juego para llevarse a cabo que pueden acabar abortando -o desvirtuando- el proyecto.

La crudeza y escasez de recursos de los docus de los 60 y los 70’s los hacía especiales para una generación que los vivimos como una experiencia vital ante la falta de imágenes, videos y otras tecnologías. ¿Crees que esas vivencias forjan más la afinidad y/o lealtad hacia los artistas que las grandes producciones de hoy en día?

Por supuesto. Se forjaba una afinidad y una empatía que hoy ya no se vive de la misma forma. Sucedía lo mismo con los discos: uno compraba un álbum y lo hacía suyo, estudiando al mínimo cada detalle. Hoy, con tanta oferta, tanta abundancia, con todo a un clic, impera el nerviosismo por no perderse algo, por lo que la concentración y la forma de vivirlo no es la misma. Seguramente quien vea hoy alguno de los documentales como Jimi Hendrix (1973) o Gospel According to Al Green (1984) le parecerá que cuentan poco, que llevan un ritmo incluso moroso, que no incluyen material de archivo y que no tienen muchos protagonistas, como es habitual últimamente. Eran otros tiempos, pero sus directores supieron aprovechar lo que trataban a pesar de lo poco que tenían a su alcance. También es cierto que, con más recursos disponibles hoy en día, se pueden hacer grandes cosas, y los dos ejemplos más claros, para no aburrir, son los dos últimos documentales que cierran el libro: Summer of Soul y The Velvet Underground. Creo que hubieran sido distintos, y probablemente menos interesantes, de haberse hecho hace 30 años. En estos casos pienso que el tiempo ha redundado en su beneficio.

En el volumen de películas, también aparecen algunos musicales “desmedidos” (como afirmas) como Rocky Horror Picture Show o El fantasma del paraíso. Recientemente parece que la fórmula se ha puesto un poco de moda también con películas como La La Land, pero parece que nadie se atreve con hacer musicales de rock. ¿Crees que esa fórmula ya está finiquitada para el fan del rock en la actualidad?

Tendemos a asociar las películas excesivas con los años 70, y ciertamente ahí están las que citas o incluso la película Tommy o el documental de Led Zeppelin The Song Remains the Same. No ha habido casi nada parecido después y probablemente no se repita. Sin embargo, en cuanto a musicales, aunque se hagan menos, siempre hay alguno todos los años, aunque no todos ellos están relacionados con el rock. No obstante, para desdecirnos y contradecirnos un poco, se acaba de estrenar Elvis, que casi se podría incluir en ambas categorías.

A nivel de dirección, el nombre de Martin Scorsese es el más presente. ¿Quizá porque vivió la explosión del rock en primera persona y se sienta identificado con el mensaje ha sido el que mejor ha explicado la historia? ¿Cuál sería el relevo actual?

Sí, evidentemente se debe a que lo vivió y tiene conocimiento de causa de primera mano. Pero hay algo más: el talento. Hay otros directores que nacieron más o menos en el mismo año y no han conseguido lo mismo que él. En cuanto al relevo, voy a acudir a algo que he descubierto en los dos libros, los directores que más aparecen: en el de películas son el irlandés John Carney (Once, Begin Again y Sing Street) y el norteamericano Todd Haynes (Superstar: The Karen Carpenter Story, I’m Not There y Velvet Goldmine); y en el de documentales, además de Scorsese, el más representado es Julien Temple, al frente de proyectos como La mugre y la furia, Joe Strummer: Vida y muerte de un cantante, Oil City Confidential y Crock of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan. Y citaría, también, como ejemplo de los artesanos eficientes, desconocidos para el gran público y que nunca intentan acaparar protagonismo, a Thom Zimny, autor de la extraordinaria The Gift: The Journey of Johnny Cash, la recomendable Elvis Presley: buscador incansable (Elvis Presley: The Searcher) y varios documentales sobre Bruce Springsteen (Wings for Wheels: The Making of Born to Run, The Promise: The Making of Darkness on the Edge of Town, Springsteen on Broadway, Western Stars y The Legendary 1979 No Nukes Concerts).

Abordas algunas series como Treme, pero realmente hay poco catálogo donde acudir en lo referente a series (no documentales). ¿por qué crees que es? No suelen ser rentables…

En los dos libros recojo varias series. Las hay documentales y, también, de ficción, el algún caso superior a muchas de las películas, como sucede con Treme. También aparecen reseñadas The Temptations, The Get Down y Vinyl, aunque no están al mismo nivel. El ejemplo más ilustrativo de lo que sucede con las series de ficción musicales sería Vinyl: a priori parecía el sueño húmedo de las series televisivas para cualquier aficionado al rock. Martin Scorsese y Mick Jagger detrás de la idea. Un coctel explosivo en su argumento de sexo, drogas y rock and roll. Un protagonista inspirado en cierta forma por diferentes ejecutivos discográficos de la era dorada de la industria, en especial Danny Fields. Además, se emplazaba en un momento crucial e irrepetible: Nueva York a mediados de los 70, con la explosión de la música disco y justo antes de la irrupción del punk y el hip hop. Pero una parte del argumento centrada en una trama delictiva que no venía al cuento se tradujo en una audiencia menor de lo esperada y condujo a la cancelación de una segunda temporada que ya estaba anunciada. Demasiados intereses en juego, sí.

En la intro de los docus comentas la posibilidad o casi un hecho que habrá un nuevo volumen de esta colección dedicada a pelis y docus nacionales. ¿Podremos disfrutar de él en breve y cómo se plantea?

Esto es más complicado, sobre todo porque no he conseguido reunir cien títulos de películas españolas relacionadas con el rock con un mínimo de calidad como para plantear un tercer volumen. Se podría plantear darle salida en Internet por entregas, pero por ahora no está nada claro, teniendo en cuenta la dificultad añadida de que algunos de los filmes ni siquiera están disponibles en plataformas o en DVD para poder verlos de nuevo y hacer un trabajo similar a los anteriores. Si no puedo hacer algo con una mínima calidad y no me motiva, prefiero no invertir el tiempo en ello.

Texto: Daniel Miralles

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