Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.
Uno de los mejores bluesman blancos de las nuevas hornadas, esas que aún no han subido cincuenta pisos, pero poco les falta, es esta auténtica fiera de Boise (Idaho) al que ya hemos podido disfrutar en nuestros escenarios. El álbum, May Be The Last Time, se grabó junto a un puñado colegas como celebración de una carrera. El por qué estremece. Y es que Németh se metió en estudio poco antes de una cirugía de amputación parcial de su mandíbula sin saber si podría volver a cantar o tocar la armónica como antes. De ahí su título. Pero esa sensación de desasosiego que podía haber azotado el álbum se convierte en una fiesta desde el principio. Németh se sale, y si este no es su mejor disco, poco le falta. Lo da todo, y sus acompañantes, entre los que reluce su amigo Elvin Bishop no le andan a la zaga. El contenido se mece entre versiones del material de ambos, de JB Lenoir o de Wilson Pickett. Y, lo mejor de todo es que parece que la cirugía ha ido mejor de lo esperado y hay Németh como lo conocemos para rato. Todo buenas noticias.
Eduardo Izquierdo