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XXXI Festival de Blues de Cerdanyola

 

The Silos

Trigésima primera edición del que probablemente sea el festival más longevo de blues si no ya de Europa, sí de este país; un referente, una cita que cada octubre se convierte en una celebración de vida con la mejor música a la que uno puede hacer frente.

 

Una de las novedades principales de esta edición ha sido el emplazamiento, pues el gran grueso de los recitales se celebró en el bonito paraje del Bosc Tancat, piscina municipal durante el verano, enclave natural el resto del año. Otra novedad, aunque esto ya no sé si es realmente una novedad o es cosa de las últimas tres ediciones, es que ya no hay un solo evento por el que tengas que pagar. Antiguamente se pagaba por los conciertos, salvo cosas aisladas en bares de la ciudad y el evento final al aire libre, coincidiendo siempre con el último domingo del festival. Por último, ya hace un tiempo que la ristra de artistas contratados no se ciñen solo al blues como expresión, de ahí que este año hayamos disfrutado de grupos y solistas como Los Silos o Nick Lowe. De acuerdo, tampoco es heavy metal, pero tampoco proceden de Robert Johnson o Ma Rainey.

De entre lo más destacado del primer fin de semana fue The Chris O’ Leary Band, rocosa banda liderada por un tipo con un bagaje espectacular, habiendo sido compañero en escena de Levon Helm y compartiendo escenario con artistas como Bobby Keys, los Blues Brothers o Fabulous Thunderbirds. Martin Harley & Band, dejaron también un muy buen sabor de boca. Martin es un preciso ejecutor del slide guitar y en sus exhibiciones puso a tope a la audiencia, que tenía muy claro al tipo de música que habían venido a ver.

Nick Lowe & The Satritjackets

Días más tarde llegó el turno de Nick Lowe, que vino acompañado por los surfistas Straitjackets. La combinación de las canciones de Lowe con la banda de las máscaras mexicanas resultó curiosa; ellos respetaron el concepto tradicional de Lowe y él les dejó su momento de gloria cuando a mitad de actuación se bajó del escenario y el grupo atacó con varias instrumentales. Lowe, por otro lado, sigue siendo un enorme interprete, defendiendo un set list siempre bello y derrochando clase y sabiduría. Algunos buenos momentos: «Cruel to be kind», una ralentizada pero inmaculada «(What’s so funny ‘bout) Peace, Love and Understanding», y el tema final, el recuerdo para Rockpile con «When I write the book».

Al día siguiente fue el turno del doble cartel formado por The Silos y Hendrik Röver con Kleejoss Band, la banda procedente de Zaragoza. Lamentablemente, la lluvia hizo acto de aparición con toda su fuerza y el concierto tuvo que desplazarse al Teatro Ateneu. Corriendo y casi improvisando, las bandas se desplazaron al nuevo emplazamiento y con ellos el vasto grueso de público. The Silos ofrecieron un recital sin fisuras, centrado en su Cuba, ahora reeditado en doble vinilo por la disquera hispana Hanky Panky. Categoría, clase, y mucho oficio. Los Silos son de esas bandas malditas que en un mundo perfecto hubieran merecido mucho más, pero ya sabemos que las cosas nunca son como deben. Con conciertos como este espero que puedan ir agarrando nuevos feligreses allá por donde pasen y puedan volver a girar por aquí creando la expectación que merecen.

Hendrik Röver & The Kleejoss Band

Hendrik Röver es uno de los favoritos históricos del festival de Cerdanyola, habiendo actuado ahí en no pocas ocasiones tanto con Los Deltonos como con los Míticos GT’s. Así que siendo esta aventura una nueva aventura, no era de extrañar verle allí. Junto a los Kleejoss rindió tributo a los Little Feat de Lowell George, solo por amor a la música, por el puro placer de pasarlo en grande y hacer disfrutar a quienes aman el legado de George. Al inicio del recital se les vio tensos, quizás por el estrés que supuso el cambio tardío de emplazamiento. Algunos problemas técnicos con el bajo no ayudaron a superar la presión inicial. Pero luego fueron entrando en materia, mucho más centrados, y acabaron por levantar al personal. Muy mal ha de hacerse para no vibrar con canciones como «Dixie Chicken», «Willin’» o «Oh Atlanta».

Hubo muchas más actividades y otros conciertos que hicieron disfrutar a los locales y habituales del festival de diez días de música y entretenimento, tanto para adultos como para niños. El año que viene volveremos a estar ahí, como no podía ser de otra forma.

Texto: Doctort Devereaux

Fotos: Jordi Vidal

 

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