Encuentros

Malatesta, «la raíz del arte nace desde el conflicto»

 

 

Malatesta es una banda de Asturias que surge de la inquietud e iniciativa de tres músicos acreditados previamente en bandas como [BIOTECH] y Avalanch. Su álbum de debut «El Instante perfecto» compila esta experiencia en una suerte de rock que abarca del post metal con aires de hard rock grungie que entra muy bien. Letras comprometidas y reflexivas ayudan a entrar en la atmósfera de Malatesta nos propone. Ellos mismos nos cuentan su manera de ver las cosas.

Podéis contarnos a modo de presentación cómo surge la banda y proyectos previos?

Nos conocemos desde hace muchos años. Guillermo Mariño (guitarrista) y yo (Marcos Munguía: bajista y cantante), veníamos de la onda del New Metal y habíamos formado parte de [Biotech]. Por su parte Marco Álvarez (batería), tiene una experiencia más dilatada y aunque ha tocado en un montón de bandas, siempre es recordado por haber sido el batería de Avalanch.

Quizá buscando huir de todo eso, nos juntamos con la premisa de componer sin pensar en etiquetas, estilos, ni escenas, solo dejándonos llevar por la energía que surgía cuando nos encerrábamos en el local Tuvimos una primera andadura hace más de una década, que se vio interrumpida por cuestiones laborales. Guillermo y yo estuvimos unos años viviendo fuera de Asturias y cuando regresamos empezamos a componer temas nuevos. Teníamos claro que la banda merecía una segunda oportunidad y por eso volvimos a contactar con Marco, que no dudó en unirse. Esto fue a principios de 2019, que es cuando podemos decir que nace oficialmente MalaTesta.

 “El Instante perfecto” es vuestro primer disco y como tal, significa la carta de presentación de la banda. ¿Cómo habéis vivido la grabación?

Pues como una experiencia increíble con la que hemos disfrutado y aprendido un montón. El estudio nos gusta, pero el aliciente de grabar con dos personas como Carlos Escobedo y Alberto Seara, nos daba un plus de motivación. Además, el hecho de hacerlo fuera de casa y conviviendo juntos el tiempo que duró la grabación, creo que reforzó nuestro vínculo como banda.

¿Hasta qué punto influye plasmar tus ideas o buscar la conexión con el público?

Siempre que compones algo es inevitable intentar oírlo como si lo hicieses desde fuera y poniéndote en la piel de un oyente ajeno, pero es un ejercicio extenuante y bastante incierto. Nos fiamos más de nuestra piel y del vello erizado con una letra o una progresión de acordes. Si eso sucede, hay que empezar a trabajar porque sientes que tienes un temazo, guste a 3 o a 30.000.

La mayoría de las canciones tienen una base contundente de guitarras y base rítmica que recuerda la escena post metal alternativo, y que entremezcla pasajes hard-rock con ambientes más progresivos. ¿Os sentís cómodos con alguna de estas etiquetas o cómo os gusta definir vuestra música?

Sí, creo que vas bien encaminado y además no tenemos ningún problema con ellas porque entendemos que son útiles en la medida que ayudan a la gente a acercarse a una banda novel como la nuestra. Partiendo de ahí, nosotros no somos nada buenos definiéndonos y preferimos que lo haga la gente que nos escucha o los medios y así podemos tener el feedback de cómo le llega al oyente nuestra música.

No faltan esas guitarras alternantes que suben y bajan, en qué bandas os habéis inspirado en vuestra juventud como para llegar a formar una banda y hacer este tipo de rock?

Supongo que cada uno de nosotros te diría una, pero en mi caso es el grunge de los 90 (Nirvana, Pearl Jam y Soundgarden) el que marcó de por vida mi forma de entender la música. A Marco le encantan Police y U2 y a Guillermo, Queen, por poner algunos ejemplos de nuestras influencias de juventud.

¿Por qué surge un “tema” como “Esperando” de solo 25 segundos? ¿Supone un break antes de seguir con la tralla o un guiño personal”

Si te fijas, es la parte intermedia de la canción El desastre. Siempre nos han gustado los discos en los que a veces fluyen interludios que pueden ser parte de otras canciones y que te sirven para descansar los oídos y además darle como un carácter cíclico o de “obra total” al disco. Eso tiene más efecto si en lugar de meterlo al principio de una canción lo haces como una pista independiente.

Las letras denotan cierta tendencia al derrotismo o al fatalismo, como si la vida estuviera más condicionada por las vivencias dolorosas que por las alegrías. Se dice que los compositores suelen escribir cuando están jodidos. ¿Cómo valoráis esta sensación?

No somos personas con unos problemas muy distintos de los del resto de los seres humanos, por lo que entendemos que tratamos temas universales. Somos tíos más o menos felices, con nuestros momentos, como todo el mundo, pero creemos que la raíz del arte nace desde el conflicto, las situaciones complejas, dolorosas, dilemas, dobles lecturas, malentendidos, contradicciones…Esos son nuestros asideros a la hora de componer y aunque las letras, parten muchas veces de situaciones dolorosas, creo que tienen una lectura positiva y de aprendizaje, sin caer en el derrotismo ni el fatalismo gratuito.

Quizá influye también la voz de Marcos que suena casi épica en muchos temas. Hasta que punto pensáis que la música debe tener un porcentaje de mensaje (filosófico, social o personal) y cuanto de diversión.

Relacionándolo con lo anterior, creo que debe ser un reflejo del mundo en el que vives. Yo me inspiro en mí y en los que me rodean a la hora de escribir. Disfruto todo lo que puedo de la vida y también de los grupos que tienen esa capacidad de hacer letras divertidas y ritmos bailables que me encantan aunque estén lejos de nuestro estilo (pienso en Novedades Carminha o en la vertiente más payasa de Love of Lesbian), pero no creo que esté reñido el mensaje con la diversión. Puede que en tu casa conectes más con el mensaje, pero cuando estás en un concierto hay una comunión distinta entre la banda y el público, que hace todo sea distinto.

Habéis grabado con Carlos Escobedo y Alberto Seoara, cómo ha ido? ¿Qué han aportado?

Han sumado mucho y hemos aprendido un montón durante todo el proceso. Alberto se encargó de la parte más técnica de la grabación, pero también aportó muchísimo en los arreglos porque además era el único que tenía las orejas más frescas y no conocía las canciones nuevas. Una persona con su experiencia produciendo y que además escucha desde fuera, sin haber estado involucrado en la composición ayuda mucho para dar la forma final a los temas. Y luego qué decir de Carlos que compone, toca, arregla, canta…Él sí tenía más en la cabeza cómo tenía que ser el resultado final, porque se conocía las canciones de memoria.

Por mi lado decir que creo que estamos viviendo el mejor momento de la escena nacional pero cuesta mucho tener visibilidad porque los medios se vuelcan con la Rosalía o Tangana de turno, la moda del momento. Pero pocos siguen creyendo en el rock como una herramienta de comunicación que pueda llegar a los jóvenes. ¿Cómo vivís este momento en lo que os toca?

Hay que tratar de llegar por todos los medios a las nuevas generaciones porque son la savia que van a mantener vivo el árbol del rock. Es muy triste ver que la media de edad de los oyentes y los asistentes a conciertos de rock crece sin parar. Es verdad que los estilos del mainstreem de moda, juegan con ventaja en los medios y los sellos, pero no por ello debemos culpar a sus oyentes ni mirarlos por encima del hombro. Creo que la única alternativa que nos queda es hacer proselitismo desde nuestro círculo más cercano. Todos tenemos hijos, hermanos pequeños, sobrinos, primos, alumnos etc, a los que podemos mostrar lo que nos apasiona y decirles dónde pueden encontrar más. Yo trabajo con gente joven, adolescentes y no les gusta el rock simplemente porque nadie se lo ha puesto delante y cuando lo descubren lo incorporan a sus vidas. Esperemos que el mensaje cale porque desde la parte alta del “bisnes” poco podemos esperar hasta que no haya el número de oyentes suficiente para transformarlo en billetes.

 

Texto: Daniel Miralles

 

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