No es la primera vez que vemos a Tropical Fuck Storm en directo. Y gran parte del público congregado en el Kafé Antzokia igual. Y la sensación al acabar el show sigue siendo la misma: “¿Cómo explicamos a alguien habituado a conciertos ordinarios (en cuento a seguir un patrón habitual, no en cuanto a calidad) lo que acabamos de presenciar?”… porque estas tres australianas junto a Gareth Liddiard, vocalista y guitarrista de este combo inclasificable, lo volvieron a hacer, dejarnos con la boca abierta.
Fiona Kitschin al bajo, Lauren Hammel machacando la batería (por favor, ¡Que abría botellines de cerveza con la baqueta mientras tocaba!) y Erica Dunn, intercambiando teclado y guitarra, son tres fuerzas de la naturaleza hipnóticas y terriblemente contundentes. Tropical Fuck Storm es un grupo que si no existiera habría que inventarlo con la máxima urgencia posible.
Pero antes de la descarga sonora australiana, nadie mejor que un histórico de la escena vasca como es Joseba Irazoki (eta Lagunak, traducido “y sus amigos”) para abrir la velada, que se prometía intensa. Irazoki, habitual guitarrista de Nacho Vegas, Petti (con el que estuvo en este mismo escenario hace justo una semana, homenajeando a Mark Lanegan), Atom Rhumba o Mikel Erentxun, es una de esas joyas un tanto ocultas si no te mueves por la escena vasca. Su música bebe de la psicodelia, el rock, el folk y la experimentación sónica pura y dura. El concierto que ofreció en el Azkena Rock Festival de este año es una prueba clara de esto. Esta vez fueron casi 45 minutos de una amalgama de sonidos que pasaban de la calma a la furia extrema.
Y así lo pudo disfrutar Gareth Liddiard, sentado en el escenario totalmente entregado a la propuesta de Joseba. Las histriónicamente interpretadas “Etorkizuneko nostalgia” y “Zu al zara”, con una intro con el micrófono dentro de la boca cual Lux Interior, fueron furiosas. “Ikusezina” (muy Stooges) y “Sikarioa afterrean” dejaron claro que Irazoki es uno de los guitarristas vascos más destacados por su versatilidad compositiva. Un auténtico animal escénico, para qué negarlo.
Y de un animal escénico a cuatro, y menudas cuatro (tres féminas son mayoría). Y con la expectativa alta de un público bastante numeroso y poco movido. Tan sólo en la que puede ser la única canción calificada como hit (“You let my tyres down”) se vieron coros entregados. Aquí todo tiene un propósito, pues todas las canciones juntas encajan en una especie de amalgama musical inquietante, atractiva y agresiva. Comenzando con “Braindrops” fueron once temas interpretados casi sin parones. Seis de ellos de su primer trabajo (“A Laughing Death In Meatspace“, de 2018). Tras el inicial ya citado llegaron “Chameleon paint” (maravillosos los coros de Fiona y Erica, esta con los teclados, algo que fue cambiando con la guitarra durante toda la noche), ya con Gareth descalzo (en The Drones la que se descalzaba era su mujer, Fiona, ahora han cambiado las tornas) y “Antimatter animals”, todos con una presencia descomunal del bajo de Fiona Kitschin.
Dos versiones sí que interpretaron, la primera “Ann” de The Stooges que, posiblemente, es el tema del repertorio de Iggy y compañía que mejor les encaja (de inicio el ritmo de batería fue el de “Dirt”, cosa de la experimentación), y la otra un “Stayin´ alive” de los Bee Gees cantando por la guitarrista y que sonó como un himno de batalla. No es cosa de calcar las canciones, hay que reinterpretarlas para darles otro sentido.
El salvajismo (controlado) de “The future of history” dejó a Gareth sólo, tirado en el suelo sacando extraños sonidos de su guitarra mientras ellas se retiraban en espera de un bis porque ya no teníamos claro si lo del guitarrista era un final o un nuevo comienzo, da igual, vuelven y le dan fuerte, muy fuerte, a “Two afternoons”. Hora y nueve minutos de actuación, corta pero tan intensa que poco más se puede pedir. Tras lo visto y escuchado, el culto a Tropical Fuck Storm crece.
Texto: Michel Ramone
Fotos: Dena Flows