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Michael Kiwanuka – Razzmatazz (Barcelona)

 

Minutos antes de salir a escena el artista y su banda, habían pasado por el sistema de sonido The other song» de Spirit y «The wind cries Mary» de Hendrix. Fue un preludio a lo que estaba por llegar. Gran parte del público que había comprado la entrada para el concierto, que se debió celebrar en mayo de 2020, lo había hecho por la repercusión mediática de ciertas canciones del álbum Love & Hate (2016), expuestas de forma inteligente en la serie Big Little Lies de HBO. Ningún problema con ello, pero imagino que más de uno y una debieron aburrirse cuando se enfrentaron a un artista comprometido con su arte, que venía a presentar esa joya incontestable que lleva por nombre Kiwanuka (data ya de 2019) y basó el recital en ella. Varios «chisst» volaron por la sala hacia el final del concierto (antes del bis), así que la imaginación no me está jugando una mala pasada.

 

Michael no es un tormento escénico y ciertos elementos tanto sónicos como visuales le acercan al mundo calculado de Pink Floyd. Pero es su jugada, y parte de la belleza de sus conciertos es que todo suene cristalino, que la simbiosis que crea con las coristas sea un conjunto coral y no una exhibición góspel barata, y lo poco que va hacia a la improvisación esté totalmente controlado. Él es a estos tiempos lo que Bill Withers a los 70’s: respira entre frases, matiza el contexto melódico y arropa su tono barítono con arreglos y detalles estructurales que son importantes; es decir, están y no los notas, pero si no hubieran sido creados los echarías terriblemente en falta. Si a eso le sumas una banda comprometida y con  personalidad en cada posición, la ecuación es impecable.

«I’ve been Dazed» nos recordó que todavía pueden escribirse canciones que cambien el mundo; «Hard to say goodbye» fue el punto álgido de la noche;  y para cuando llegó al final del recital con «Solid ground», el aquí firmante estaba absolutamente vendido. Luego llegó el obligado bis y entonces sí, la mayoría asistente disfrutó de lo lindo con lo que había venido a oír: «Cold little heart», «Love and Hate» y «Falling». Solo hubo un recuerdo para su lindo álbum debut, la bonita «Home Again». No se puede tener todo. Kiwanuka es un referente hoy día, uno de los tipos a los que se debe seguir. Esta gira le confirma como tal. Mientras tanto, a esperar lo que pueda ofrecer en su siguiente obra, que seguro, como mínimo, será interesante.

 

Texto: Sergio Martos

Fotos: Sergi Fornols

 

 

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