Dios bendiga el día que escuché el Unplugged de Biffy Clyro. Sin ese directo, que me llegó como pocos acústicos me han llegado, no hubiera estado en el bolazo que los escoceses dieron el miércoles en la sala madrileña. Un concierto que solo se pareció al mencionado Unplugged cuando Simon Neil ejecutó a la guitarra “Machines”. El resto, rocanrol en el estado más puro que el que escribe este texto ha tenido la suerte de ver en mucho tiempo. Porque, no voy a engañar, nunca presté mucha atención a la banda compuesta por Neil y los gemelos menos gemelos de la música, Ben y James Johnston, debido fundamentalmente a que me parecía un grupo demasiado ruidoso, de esos que vería por casualidad en cualquier festival. Qué equivocado estaba.
El show que Biffy Clyro ofreció en una extasiada Riviera fue tan bueno que no sé por dónde empezar, así que comenzaré por lo menos bueno: los de la zona VIP. Ahí estaban casi todos quietecitos, disfrutando más del continente que del contenido mientras la pista era una concatenación de pogos, abrazos y coros desgañitados . Los Biffy Clyro parecían generales azuzando a las tropas a base de guitarrazos y, todo sea dicho, era uno de esos días en los que daba gusto estar en las trincheras.
La comunión entre banda y público fue espectacular desde que abrieron con “DumDum”. Temas como “A Hunger In Your Haunt”, “Mountains”, “Biblical” o “Black Chandelier” demuestran que nos encontramos ante un conjunto seguramente infravalorado en muchas ocasiones, porque a la vista de lo acontecido durante las casi dos horas que duró el concierto, uno no entiende como una banda con semejante puesta en escena y con unos seguidores que cantaron todas y cada una de las canciones no toca en un recinto mucho más grande. Y esto lo digo como gran amante de una Riviera que, esta vez sí, sonó de maravilla.
En resumen y para ir terminando, sin saber aún por dónde empezar: ver a cientos de personas, guapas todas ellas, agarrándose sin conocerse, entregadas a una misma causa; descubrir a un grupo impresionante que, sin dejar de ser ruidoso, transmite esas emociones elementales y primitivas que hacen de la música en directo algo indispensable en nuestras vidas; y por supuesto, cantar “The Captain”, “Bubbles” y “Many Of Horror” -las canciones que gracias a ese Unplugged me permiten escribir estas líneas- hacen que desde que salí del recinto solo pueda decir: Dios bendiga a los Biffy…Fuckin’…Clyro.
Texto: Borja Morais
Fotos: David Pérez Marín (Andalucía Big Festival 2022)