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Vida Festival – Vilanova i la Geltrú (Barcelona)

Black Pumas

 

Si hay una cita en el calendario festivalero estival que suponga un soplo de aire fresco entre tanto evento masificado ese es el Vida Festival. Cada año, alrededor de La Masía d’en Cabañes se desarrolla un festival que es una clara apuesta por la calidad, tanto en lo musical como en lo conceptual. Es un verdadero lujo llegar el primer día a los alrededores del lugar paseando entre viñedos, oteando el mar, entrar en el recinto sin tener que sufrir ningún tipo de cola y comprobar que la distancia entre los escenarios es humana, los food truck de la zona de comidas son de una altísima calidad y que te aguardan tres jornadas de música con un cartel ecléctico, delicado, elegante y plagado de pequeñas gemas que irás degustando con la pausa necesaria para gozar de ello en plenitud. ¡Sí, señor! Definitivamente, eso es Vida.

Destroyer

De la jornada del jueves destacaremos en primera instancia a una Anna Andreu que acompañada de la plana mayor de Hidden Track en la audiencia repasaron las canciones del reciente ‘La Mida’ y del debut ‘Els Mals Costums’. Y también se les unió Ferran Palau para interpretar ese ‘Un Son’ que hacen conjuntamente en el disco. Otro de los momentazos del día (y del festival) nos lo regaló Rodrigo Cuevas. El asturiano presentaba su nuevo espectáculo, ‘Barbián’, y haciendo gala a la etimología, fue un show atrevido, desenfadado y un auténtico chute de aire fresco.

Luciendo orgulloso su mostacho Mercury, abanico Loco Mia en mano, y medias Rocky Horror Picture Show bajo el mantón, el asturiano con espíritu y lengua de cabaretera se ganó a la audiencia con un repertorio que transpira tradición y transgresión por igual. Más tarde fue turno de Balthazar y los belgas pudieron presentar al fin ‘Fever’ ante seguidores entregados y fueron todo clase, con esas canciones entre el soul y el funk de corte ochentero, un juego de luces muy vistoso y una química grupal de la que se benefició el espectáculo.

La jornada del viernes la iniciamos con Eve Owen en el rincón más especial del festival, el escenario El Vaixell, y aseguró emocionada que estaba tocando en uno de los lugares más bellos de su trayectoria. Allí, entre rayos de sol que se colaban entre los pinos la londinense presentó al fin las canciones de su debut producido por Aaron Dessner (‘Don’t Let The Ink Dry’) y también añadió canciones nuevas a su repertorio. En formato trío, la hija del actor Clive Owen hizo gala de una voz privilegiada y nos regaló una versión de’ ‘Ceiling Gazing’ de Mark Kozelek para cerrar el concierto.

Más tarde Cat Power tomaba el escenario acompañada de sus demonios internos para dar un concierto extraño, irregular y un punto decadente. Cayeron clásicos como ‘The Greatest’ o ‘The Moon’ (“¡mirad!“, nos dijo, señalando a la luna que salía en el cielo crepuscular), versiones de su último disco de covers como ‘Bad Religion’ o ‘Unhate’, otras canciones de su dilatada trayectoria como ‘Manhattan’ o ‘Metal Heart’, y también versiones previas como ‘Satisfaction’ o ese intenso final con el ‘Wild Is The Wind’ de una Nina Simone con la que comparte algo de ese carácter agreste e impredecible. Si bien es cierto que en algunos momentos se encallaba o se mostraba mentalmente inestable en otros surgían chispazos de magia que se extinguían con celeridad. Una vez acabado el show, Marshall se dedicó a repartir los setlist entre el público demostrando cuánto llega a necesitar nuestra diva preferida del calor y el amor de la audiencia para tirar adelante.

The Parrots

Los madrileños The Parrots desplegaron su macarrismo garagero y aunque tuvieron que lidiar con algunos problemas de sonido, arrasaron a la audiencia con temazos como ‘Fuego’ o la versión del ‘Soy Peor’ de Bad Bunny. Finalmente llegó el turno del plato fuerte de la noche, Belle & Sebastian. Los escoceses presentaban ‘A Bit Of Previous’, pero eran perfectamente conscientes de que el pueblo demanda clásicos, así que fueron generosos y provocaron cantos, saltos y bailes con esas maravillosas melodías twee-pop de ‘I’m A Cuckoo’, ‘Get Me Away From Here, I’m Dying’, ‘Another Sunny Day’, ‘The Boy With The Arab Strap’ o el bis con ‘Judy And The Dream Of Horses’ que supieron a auténtica gloria y nos dejaron de buen karma esperando la jornada final del festival.

Belle & Sebastian

Así, el viernes comenzaba muy a lo grande con Destroyer. Dan Bejar y su más que notable banda protagonizaron otro de los grandes momentos del festival, con un show sin fisuras y lleno de clase. A veces crooner, a veces clásico rock, a veces derivando al jazz o a la experimentación… pero siempre magnético a pesar de su escasa interacción con la audiencia. Además de las canciones del reciente ‘Labyrinthitis’, también cayó algún clásico con olor a Lou Reed como ‘Times Square’ y nos dejó con ganas de más y deseando que vuelva a nuestro país y poderlo disfrutar en formato sala.

También había ganas de ver a los Black Pumas y su propuesta de sonidos clásicos soul que tanto dio que hablar con su debut de 2019. Eric Burton exhibió una voz y un físico privilegiados, aunque quizás le faltó algo de emoción en algunos pasajes. Aun así  el concierto tuvo momentos de brillo como la versión del ‘Sugar Man’ de Rodríguez o, claro, el final con ‘Colors’.

Lo mismo ocurre con los locales Biscuit que se crecen en cada concierto con una propuesta y d muy única en el panorama nacional, y que pese a que tocaban en una hora punta, la acción se desarrollaba en otros escenarios. Eso no les impidió en ofrecer otro concierto redondo disfrutando de sus instrumentos y de un repertorio que no tiene rival, con esas envenenadas jams a lo Crazy Horse que te elevan a un nivel celestial.

Biscuit

Liderados por el carismático Alex Rice, los británicos Sports Team aterrizaron en Vilanova con su segundo trabajo a punto de publicarse y tras su reciente paso por Glastonbury. Y como pasó en 2019 con Fontaines D.C. y el año pasado con Mujeres, el suyo era y fue el show de los pogos del festival y con temazos como ‘Fishing’, ‘Camel Crew’, ‘The Races’ o, por supuestísimo, esa ‘Here’s The Thing’ se desató la tormenta de polvo, sudores, golpes, cervezas volando, anarquía y liberación máxima.

Precisamente el afrontar con este estado de ánimo el concierto de los británicos Alt-J no favoreció que conectáramos con una propuesta interesante pero nada adecuada en ese momento de la noche. En los últimos años la banda se ha ido liberando de algunas capas de electrónica y experimentación en un proceso de humanización de su música y eso requiere cierta pausa y otro estado de ánimo. Así pues que nos fuimos a cerrar el festival como es debido con la sesión de garage, soul, pop francés de los 60’s y yeyé de una Eneida Fever que transmite pasión por la música y sapiencia por partes iguales.

 

Texto: Rubén García Torras

Fotos: Marina Tomás

 

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