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Nick Mason’s Saucerful of secrets – Sala Barts (Barcelona)

¿La mejor banda de tributo a Pink Floyd? Probablemente. Y si además cuenta con su batería original, Nick Mason, mejor que mejor. El propio Mason aseguró que ningún otro grupo de versiones de los Floyd, ni siquiera los Floyd mismos, han tocado en vivo canciones como “Vegetable Man”. En las giras de su banda, Saucerful of Secrets, no suenan ni “Money”, ni “Time”, ni “Wish You Were Here”, ni “Another Brick in the Wall”, ni “Run Like Hell”. Ni falta que hace, porque todas ellas han sido versionadas por los Floyd y por Waters y Gilmour en sus respectivas giras en muchas (¿demasiadas?) ocasiones. Y es que lo que ofrece Mason desde 2018 es un valiente viaje en el tiempo a la etapa menos conocida del fluido rosa, la que va desde el psicodélico disco The Piper at the Gates of Dawn (1967) hasta la banda sonora Obscured by Clouds (1972), justo antes del salto del grupo a la primera división y las giras en estadios con su celebérrimo Dark Side of the Moon (1973).

El concierto de la barcelonesa sala Barts (recuperado después de dos años de pandemia) cumplió de sobras las expectativas: un repertorio formidable, unos juegos de luces extraordinarios y coloristas y unos músicos entregados desde el minuto uno (a este respecto, decir que transmiten unas buenas vibraciones y una calidez que ya quisieran para sí los a veces distantes Waters y Gilmour). Mason se dirigió al público en diversas ocasiones, haciendo bromas, al igual que el cantante y guitarrista Gary Kemp (que estuvo en, agárrate, Spandau Ballet). Pero aquí cumple con creces y tiene una voz a medio camino entre Syd Barrett y el primer David Bowie. Otro puntal de la banda es el bajista y cantante Guy Pratt, que ya acompañó a los Floyd en sus últimas dos giras, sustituyendo a Waters (dijo además que Barcelona era una de sus ciudades favoritas y que para él era como volver a casa porque sus antepasados eran catalanes). Les acompañaban también el guitarrista Lee Harris (siempre bien conjuntado con Kemp para aportar lo justo a cada canción, nunca intentando jugar a los guitar-heroes) y el teclista Dom Beken, que reproducía muy bien el arsenal de sonidos y efectos originales del añorado Rick Wright.

Y como digo, un repertorio de aúpa: un comienzo contundente con “One of these Days”, un primer guiño al fundador Syd Barrett (“Arnold Layne”), la preciosa y nunca suficientemente reivindicada “Fearless”, la proto-electrónica “Obscured By Clouds” seguida de la dinámica “When You’re In” y dos canciones más de la etapa Barrett: “Candy and a Currant Bun” y la ya citada “Vegetable Man” (¿premonitoria? Así acabó Barrett tras una triste mezcla de ingentes dosis de LSD y una no detectada esquizofrenia…). Y así llegamos a uno de los mejores momentos de la noche: la balada “If” fusionada con una estupenda relectura de la suite “Atom Heart Mother”. Después, un bonito recuerdo a Rick Wright con la onírica “Remember a Day” y la hipnótica “Set the Controls for the Heart of the Sun” (gong incluido), con un brillante uso de las luces que hace que en vivo gane muchos enteros.

En la media parte sonó de fondo una muy oportuna “It’s All Too Much”, de la etapa psicodélica de los Beatles. Y después empezó la segunda mitad del concierto con la gran “Astronomy Domine”. Del disco More no sonó la preciosa “Green is the Colour” (que aparecía en el disco/vídeo en directo de la banda) y sí en cambio la flojita “Nile Song” (el propio Pratt dijo que cuando la escuchó por primera vez al comprarse el recopilatorio Relics, dudó si Pink Floyd no sería una banda de heavy metal). Fue quizás el momento menos inspirado de la noche, pero se entiende que en estas nuevas giras vayan ofreciendo temas que no habían interpretado anteriormente. Luego, dos perlas más de Obscured By Clouds: “Burning Bridges” y “Childhood’s End”. Insistiendo en la etapa Barrett, tocaron “Lucifer Sam” y remataron esta segunda parte con la joya de la corona floydiana de los primeros años de la banda, la estratosférica suite “Echoes”, de una belleza crepuscular y un misterio casi sobrenatural.

Como era de esperar, la gente quería más, y tocaron tres bises: el pegadizo y animado single “See Emily Play”, una inesperada “A Saucerful of Secrets” (con su parte experimental incluida) y la simpática “Bike”, otro guiño a Barrett. Lo dicho, una noche llena de magia sonora y visual, con músicos entregados al 100% (y eso que cuando Mason, ya con 78 años, dejaba las baquetas y hablaba con el público, mostraba un ligero temblor en el brazo…) y un repertorio casi imbatible que fue un auténtico festín para los floydianos más exigentes. Por pedir, uno querría que hubiesen tocado la fabulosa balada “Wot’s… Uh the Deal”, pero poder escuchar en vivo la fastuosa “Echoes” ya es un inesperado sueño hecho realidad. Muchas gracias, Mr. Mason.

Texto: Jordi Planas

Fotos: Jordi Coromines

 

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