Había muchas ganas de Huercasa, bueno, en realidad hay muchas ganas de todo, de volver a la normalidad y Huercasa es un festival especial, aunque desgraciadamente la meteorología no acompañaba. Peralta, bastante tuvieron con ser capaces de tocar a las 15:30, teniendo que luchar con un calor insoportable y contra la constante desafinación de los instrumentos. Afortunadamente tienen unas enormes canciones y sus versiones son de categoría. No puedo evitar emocionarme con la de los californianos KAK, una banda de culto a reivindicar. Santero y los Muchahos arrancaron los primeros bailes con su carisma y resultón rocanrol transversal, que juega en la misma liga que la de Los Rodriguez y M-Clan, el calentamiento perfecto para los borjamari —que parecen estar de visita en un parque temático— y los numerosos aficionados al baile en línea que cada año congrega este festival, que lo mismo te bailan a Charlie Daniels que a Coyote Dax. Una vez más me perdí ese espectáculo, aunque en esta ocasión con coartada: una sensación térmica realmente sahariana e insoportable que (a falta de unos aspersores de agua como los del Azkena) nos obligó a resguardarnos en el hotel unas horas, hasta que la temperatura bajó a los 32º.
Regresé a tiempo de disfrutar de Kendell Marvel, uno de los activos de la magnífica escudería del teclas negras Dan Auerbach, Easy Eye Sound. El de Illinois sonó con mucho más músculo que en sus últimas grabaciones, pero tuvo que pelear con los incesantes vítores de un mermao hispano que en la primera fila lucía una gorra roja con el lema trumpista “Make America Great Again” y que casi consigue que se me indigestase incluso la estupenda versión del “I’ve Got A Feeling”. Decidí mudarme al otro extremo del escenario para evitar ese vociferante postureo y ver tranquilamente a Nikki Lane luciendo súper banda ibérica: Germán Salto a la guitarra, Pere Mallén (guitarra y pedal steel), Jokin Salaverría al bajo y Lete G. Moreno, baterista.
Fue un bolo inevitablemente extraño porque, como ella misma explicó agradecida, “sólo habían ensayado ocho horas”, pero la banda cumplió sobradamente (unos más desinhibidos que otros) desde el primer momento —con las dos canciones que abren “Highway Queen”, aunque en orden inverso. Nikki Lane parecía feliz: adelantando algunas de sus nuevas canciones, luciendo sus galones de la nobleza de Nashville e incluso bromeando en numerosas ocasiones. Incluso convocó una disparatada jam final a ritmo de Dylan, en la que participaron casi todos los artistas del festival, y con su desatada “mejor amiga”, que había ido cobrando un inusitado protagonismo a lo largo del concierto. Tras ella volvieron al escenario para cerrar la fiesta los estilosamente desaliñados Wild Feathers. Su show fue perfecto para la ocasión —a tenor del desatado entusiasmo, casi sorprendente, de la audiencia— y siempre es de agradecer disfrutar de unos jóvenes con hambre de escenario y en lo más alto de su carrera, con grandes canciones y unas armonías vocales que les permitieron afrontar una briosa interpretación del “Handle With Care”. Huercasa merece recuperar su grandeza y también los grandes nombres que han liderado su cartel otros años y, por favor, que los artistas menos conocidos toquen de madrugada en lugar de a la hora de la siesta, ¡no tiene sentido!
Texto y fotos: J.F. León
Una pena que no se mencione, pero Matt Horan el sábado y The Dirty Browns el domingo, hicieron un conciertazo en la plaza de Riaza.