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Barcelona Rock Fest – Parque de Can Zam (Santa Coloma de Gramanet)

Kiss

 

Tres días de rock y metal prometía la organización y sin duda los tuvimos. Y los aficionados se lo tomaron muy en serio por la generosa afluencia de público que desfilo por el recinto de la localidad de Santa Coloma de Gramanet. El jueves quizás era el día más ‘discreto’ del festival, por decirlo de alguna manera, pero por supuesto hubo algunos momentos memorables. A plena luz del sol salieron los helvéticos Gotthard que facturaron un buen concierto, pero lejos de los días en que el malogrado Steve Lee estaba al frente del combo, y es que aunque «Anytime, Anywhere» fue muy bien recibida quedaba claro que algo se ha quedado por el camino y ya no funcionan como antes. Otros que tienen muchas bajas clásicas en sus filas son los teutones e históricos Accept, comandados ya del todo por el guitarra Wolf Hoffman y el vocalista Mark Tornillo. Pero como siempre pusieron toda la carne en el asador y sonaron con el poderío de una sierra mecánica. Pocas concesiones a su nuevo disco de entrada y una retahíla de clásicos que mantuvieron los puños en alto y las cabezas agitándose. Valor seguro ejecutando clásicos como «Metal Heart», «Balls To The Wall» o «Teutonic Terror» que sonaron a gloria bendita atemporal y encima se marcaron un final de fiesta con una inesperada «I’m a Rebel». Mandanga metálica de la buena. Harina de otro costal y de otro género fue lo que ofrecieron los neoyorquinos The Dropkick Murphys con su mezcolanza de punk y música celta, y vaya si lo disfrutamos, desde el inicio con «The Boys Are Back» aquello fue un despiporre. Los continuos bailes y cervezas en alto daban el aprobado con nota al combo que se fueron yendo hacia arriba poco, bonitas y sinceras rendiciones de Pete Seeger y AC/DC redondearon la fiesta, y cuando acometieron su clásico «Rose Tattoo» ya lo tenían todo ganado. Todo un acierto incluirlos en el festival.

UFO

El viernes para un servidor tocaba empezar con un clásico básico como son los británicos UFO en su supuesta gira de despedida. Y consiguieron quitarme todas las reticencias que tenía. Con muchas ganas y solventes ofrecieron un buen concierto con un Phil Mogg en buena forma y un Neil Carter pletórico. El repertorio se basó prácticamente en su totalidad en la primera etapa Schenker. Imposible resistirse a «Only You Can Rock Me», «Love To Love» o «Light Out». ¿Alguna pega? Sólo una y con nombre y apellido, Vinnie Moore. Este tipo sigue emperrado en hacer fosfatina el legado de Michael Schenker, donde el alemán ponía buen gusto y contención el actual guitarrista pone onanismo e histrionismo a las seis cuerdas. Lo que viene haciendo con «Rock Bottom» desde hace mucho tiempo es de juicio sumarísimo. De todas maneras un buen concierto a pesar de Vinnie Moore. Y llegó el momento de la gran atracción del día; Alice Cooper que volvió a reinar por todo lo alto en el festival.

Alice Cooper

Fiel a su filosofía shock rock, ofreció un concierto emotivo e incontestable donde sus efectivos y entrañables trucos escénicos se conjugaban a la perfección con un repertorio que fue el cielo en la tierra para todos sus fans, por ejemplo impagables «Bed Of Nails», «Be My Lover» o «Under My Wheels». Y reconocer también que una banda madura pero joven y que llevan ya muchos años con él llevaron a Alicia hacia muy adelante para hacer un recital sin la más mínima fisura. Que vuelva siempre que quiera, pocos hay tan imprescindibles como él. Pero tras la majestuosidad rockera de Alice Cooper cambiamos de tercio y nos pusimos verracos y callejeros con los necesarios Nasville Pussy. ¡Qué burrada de concierto! Adrenalíticos y muy acelerados salieron en tromba y nos dejaron agotados con sus himnos como «Struttin’ Cock». Bebieron, saltaron, se revolcaron y acabaron exhaustos con la imprescindible «Go Motherfucker Go». Agotados acabamos hasta el sábado.

El último día del festival se encargaron de empezar pronto los germanos The New Roses que con su hard rock blues dieron buenas vibraciones para encarar el resto de actuaciones. Como la de Dave Mustaine y sus Megadeth que con canciones como «Hangar 18», «Angry Again» o «Symphony Of Destruction» y una ejecución perfecta demostraron el porqué de su importancia en la historia del metal, pero Mustaine por su lado también demostró lo que ha sido siempre; un botarate y un ego maníaco. Su pataleta por las pruebas de sonido en el otro escenario consiguió lastrar el concierto y dio discontinuidad a un espectáculo que estaba rayando a muy buen nivel, genio y figura. Le tocaba ahora la vez a la banda más grande que ha dado el heavy metal en toda su historia; Judas Priest y tristemente esa grandeza sólo es un recuerdo del pasado. Un Rob Halford muy mermado comandando el combo, y la falta de Glenn Tipton y KK Downing muestran a estos Judas como un ente deslavazado y sin la más mínima sensación de banda. ¿Algo bueno? Sí, que recuperaron clásicos poco habituales como la inicial «One Shot At Glory», «Hell Patrol» o «Freewheel Burning», pero en líneas generales un bagaje muy pobre para una banda que fue enorme, y lo de sacar a Glenn Tipton como sello de aprobación en los bises mejor me reservo mi opinión.

Judas Priest

Y llegaron por fin los más deseados en líneas generales en los tres día de festival; KISS. Por supuesto después del desastroso concierto ofrecido en 2018 en el mismo recinto no esperaba nada, y afortunadamente esta vez se enmendaron todo los errores. Un Paul Stanley en forma (con alguna ayuda en las voces todo sea dicho) comandó un recital estupendo, con una banda compenetrada y engrasada y un Gene Simmons también rayando a muy buen nivel. Esos gimmicks escénicos que no por conocidos no dejan de emocionar y un repertorio bastante acertado lograron que recordáramos porqué amamos tanto a esta banda; «Detroit Rock City». «Deuce», «Love Gun» y una recuperada «Tears Are Falling» entre muchas otras nos llenaron de felicidad. No se podía pedir más, la banda más caliente del mundo recuperando parte de su primigenio fuego en esta supuesta gira de despedida. Emocionante despedirse de ellos en estas condiciones y para que nos vamos a engañar servidor no les hará ascos si vuelven. Alguna banda quedaba más en el festival pero tras un concierto de KISS pocas cosas tienen cabida al menos en mi mundo. Tres días de rock y metal con más aciertos que máculas. Sólo pedir a la organización que para próximas ediciones cuide un poco más el recinto, el entorno y ciertas comodidades.

Texto: Xavi Martínez

Fotos: Jordi Vidal

 

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